El teléfono de Eduardo González suena y del otro lado una voz se presenta como la secretaria de Presidencia de River. Dice que José María Aguilar quiere conocerlo e invitarlo a almorzar.
—Dije que sí. ¿Cuándo te van a invitar a comer al Monumental? Obviamente me imaginaba qué era lo que querían.
Querían a Sergio Agüero.
Una de las fotos de Agüero de bebé que aparecen en su biografía Born to Rise.
La última vez que el Kun pasó por la Villa Los Eucaliptus fue a los 16 años. Hacía rato que se había mudado y ya empezaba a dar sus primeros pasos en el fútbol profesional. Preguntó por los pibes con los que se juntaba a jugar en el potrero. Uno estaba muerto, otro estaba preso, a otro lo buscaba la Policía. “El problema es que es muy difícil progresar. Le pasó a mi viejo -marcó en una entrevista reciente al diario El País-. Buscaba trabajo y muchas veces no se lo daban cuando decía el lugar en el que vivía. Y eso sigue pasando. Hay gente complicada, también. Claro. Pero también hay mucha, como mis viejos, que son gente de laburo, que quieren lo mejor para ellos y para su familia. Pero parece que quieren que nos quedemos siempre ahí. Que vivamos nuestra vida ahí”.
Hubo una primera persona que confió en el Kun. Eduardo González, Motoneta. El hombre que hoy, mientras se recupera de una quinta operación por fractura de cadera, exhibe con orgullo la etiqueta de haber descubierto a uno de los mejores futbolistas argentinos de los últimos tiempos. Y deja ver también su frustración. Allí se mezclan el destrato de una relación que se cortó de un día para el otro y la injusticia de un tesoro que se escurrió de sus manos.
—A mí nada me cambió, sigo viviendo en Bernal, en el barrio, en la misma casa hace 60 años. A 6 cuadras de acá vivía el Kun con sus hermanos y sus padres. Nada me cambió porque nada me dejaron ni Independiente ni Agüero, esa es la verdad.
Motoneta tiene una empresa de servicio de matafuegos. Dice que toda su vida pasa por un mismo matiz: Independiente. Llegó a jugar en las inferiores del club y luego canalizó su pasión desde el periodismo: conduce un programa partidario que se hizo bandera y lleva más de 50 años al aire: Independiente de América (AM 570).
Ese amor por el Rojo hizo que Motoneta les respondiera que no a los llamados de Boca, River y de un club alemán por el pibe que todos veían como un pichón de crack.
—Yo no tenía ninguna duda de que era un fuera de serie. Yo decía que iba a ser el mejor jugador del mundo. Pero obviamente, cuando se lo contaba a alguien, no me creía. Hasta que lograba que lo vieran.
La ventana de la casa de los Agüero en Los Eucaliptus daba al potrero. El Kun se escapaba por ahí y salía a patear con los pibes que se juntaban en la canchita. Llegó un momento en el que Motoneta tuvo que hablar con los padres y marcarles un ultimátum: era un peligro que ese pibe de 9 años, con un futuro enorme por delante, siguiera yendo a jugar con rivales más grandes y a cambio de 50 pesos.
Pero antes de eso, antes de conseguir la mudanza, de llevarlo a probarse a Independiente, negar ofertas jugosas y mucho antes de que el apellido Agüero sonara en las grandes ligas, llegó la primera impresión.
En 1993, el Kun posa arriba a la derecha con la camiseta de Loma Alegre.
—¿Cómo fue el descubrimiento?
—Yo era director técnico de un equipo de barrio de mayores, el Cultural Club Dardo Rocha de Bernal. Y ahí jugaba Leonel Agüero Del Castillo, el papá del Kun, que me insistía con que su hijo era “bueno en serio”, que tenía que verlo, que me iba a sorprender… Bueno, lo fui a ver. Tenía 8 años. Y apenas lo vi dije “ah, la pelota. Este sirve”.
Sergio hablaba bajito. Le gustaba más dibujar que ir al colegio. Pero nada lo soltaba más que correr con una pelota en los pies. Jugó en Los Eucaliptus, Loma Alegre, 1° de Mayo, 20 de Junio y Los Primos, todos clubes de barrio que le quedaban chicos.
“En un momento me tuve que meter -recuerda González- y decirles a los padres que no podía jugar más en los potreros. Imaginate, un pibe que ahora tiene millones jugaba por 50 pesos. Ahí logramos pagarle una mensualidad, conseguirle una casa para que se fuera de la villa. Y cuando tenía 10 años lo llevé a Independiente, a “Chachana” Rambert, el tío de Pascualito, que dirigía en infantiles. El Kun era tan chico que no podía todavía jugar en inferiores”.
Motoneta no lo duda. “Yo era el dueño de Agüero”, dice. Va hasta un cajón de su oficina y encuentra las pruebas. Aparecen los papeles que indican que junto con Samuel Liberman eran quienes menejaban el pase del jugador. Allí también está el comprobante de la compra de la primera casa del futbolista. Y aparecen los primeros estudios médicos que se hizo el Kun. Tenía 14 años, todavía no había debutado en Primera y entre los detalles del informe figura que el pubis del paciente es mucho más grande que el habitual en un chico de su edad.
El poder especial que indica que Eduardo es uno de los representantes del Kun Agüero; es la primera de una serie de páginas que integran el contrato completo para la compra del pase.
“Es la primera vez que lo muestro estos documentos, hasta ahora nunca lo había hecho público. Pero la historia es así. Y que quede claro que yo no estoy reclamando nada ni pidiendo nada. A mí me cagó Independiente. Me cagaron Ducatenzeiler y Comparada. Me estafaron. Tenían que firmar un convenio y nunca lo hicieron. Lo digo ahora y puede parecer gracioso, pero me dieron 100 mil pesos. Lo vendieron en 28 millones de dólares, fue la venta más grande en la historia del club y encima después cobraron varias veces regalías. Y a mí me dieron 100 mil pesos. Por eso digo que tenía razón Aguilar”.
La última página del contrato que otorga el poder de representación de Sergio Agüero con la firma con la firma de Adriana, la madre del Kun y González y Astarloa, el representante legal de Samuel Liberman.
—¿Cómo fue ese almuerzo en el Monumental?
—Un dia suena el teléfono de mi oficina. Era la secretaria de presidencia de River para decirme que el doctor Aguilar me quería invitar a almorzar. Fui, me presenté en el Monumental, una oficina espectacular, con un ventanal que daba al campo de juego… Y Aguilar me tiró la chequera arriba de la mesa. ¡Pum! ¡Tomá! No te puedo decir cuánta plata era, pero te aseguro que era un montón, era un numero grosero.
—¿Y qué pasó?
—Le dije que no. En ese momento, se levantó de la silla, se dio vuelta, levantó los dos brazos y me dijo: “Señor, acabo de conocer al rey de los boludos”. Yo me reía. Pero la verdad es que fue premonitorio. Con el tiempo me di cuenta que tenía razón, fui el rey de los boludos.
—¿Por qué dijiste que no?
—Porque yo quería que el Kun jugara en Independiente. Mi vida pasa por Independiente. Ya me había venido a buscar un emisario de Jorge Griffa para llevarlo a Boca. Y hasta vino un dirigente del fútbol alemán que también lo reboté.
El destino quiso que Motoneta y el Kun nacieran el mismo día. Por eso cada 2 de junio festejaban el cumpleaños juntos. En la última foto que comparten se lo ve al pibe que jugó tres mundiales ofreciéndole un homenaje a su descubridor. Le alcanza una torta. Se ríen.
La relación se cortó de cuajo. Sin mediar una charla y sin entender los motivos. “La ultima vez que hablé con él -cuenta Motoneta- fue el día del casamiento de los padres. Lo encontré en una confitería de Martínez, estaba con Maxi Rodríguez, los dos venían del Atlético de Madrid donde jugaban. Me acuerdo que estaba bajoneado porque no lo llamaban de la Selección Mayor, pero lo convencí de que aceptara la citación a la Sub 20. Fue y salió campeón del mundo”.
—¿Por qué creés que se terminó la relación?
—Es que no lo sé. El karma de mi vida es saber qué fue lo que hice mal para que me cortaran el rostro así. Yo los ayudé muchísimo. A toda la familia. Y hay cosas que no quiero contar porque serían de mal gusto. Se portaron muy mal conmigo. Varias veces intenté comunicarme con Sergio pero nunca más me atendió el teléfono. Supongo que debe ser por culpa del padre. Pero lo peor es eso, no saber qué fue lo que pasó para que todo terminara así”.
El inicio de la historia grande
En 2003, el salto a Primera y el arranque de una carrera sensacional para Agüero. (Archivo Clarín)
Quince años y 33 días tenía Sergio Agüero cuando el el 5 de julio de 2003, Oscar Ruggeri lo llamó y lo hizo entrar a los 24 minutos del segundo tiempo del partido ante San Lorenzo por la última fecha del Torneo Clausura en reemplazo de Emanuel Rivas. Así se convirtió en el debutante más joven en la historia de la Primera División de Argentina al superar nada menos que a Maradona, que dio su puntapié en Argentinos en 1976 con 15 años y 356 días.
“Desde que llegué a Independiente iba a la pensión a ver a los chicos. Me gustaba hacerlo porque yo viví en una pensión y quería mirar qué comían, qué les pasaba. Y me decían que teníamos una joya”, contó Ruggeri este miércoles tras el anuncio del retiro del Kun.
También aclaró que había sido Motoneta González, que iba a diario al predio de Villa Domínico como periodista partidario del Rojo, quien le insistía en que le prestara atención al crack de las inferiores que él ya había visto deslumbrar en los potreros de Los Eucaliptus.
“Cuando asumió como técnico del club, Ruggeri vino de invitado a mi programa partidario que tenía en televisión. Y después de la nota, nos quedamos hablando y me preguntó: ‘che, vos que estás en el club hace rato y que conocés todo: ¿hay algo abajo?’. Y le dije que sí. Pero que era algo particular porque no era de Cuarta, Quinta ni Sexta. Era de Octava división”, recuerda González y remarca que lógicamente el DT dudaba de su sugerencia.
Los primeros pasos en Independiente, ya con la número 10. (Crédito: biografía Born to Rise)
Lo que sigue es historia pública. “El pibe la agarraba, se gambeteaba a todos y hacía el gol -enfatizó Ruggeri en F90 (ESPN)-. Lo llevé a entrenar con los grandes. Y no tenía piernitas chiquitas, ya era macizo. Iba a entrenar y los grandes, que eran unos animales, no lo podían tumbar. El guacho la agarraba y los encaraba”.
Así se escribió inevitablemente el primer capítulo de la historia deportiva que acaba de terminar de manera abrupta. “Imaginate cuando le avisé que iba a concentrar… Lo llevo al banco y en una me pareció que era para ponerlo. A ver qué pasaba con lo que veía en los entrenamientos en un partido con gente y las dos hinchadas. Ahí lo agarro y le digo: ‘Vas a entrar. Todo lo que yo te vi hacer en tu división, en los entrenamientos, quiero que lo hagas ahora. No me importa tácticamente, no hagas nada porque estás nervioso. Lo que quiero es que la pidas, que la agarres y los gambetees. Si le tenés que tirar caño, tirale caño a los grandes, a todos. Divertite y pasala bien’. Así nomas. No le dije nada táctico de correme al lateral, correme acá. Se quedó inmóvil, lo tenía que empujar a la cancha”.
El último grito, frente al Madrid
Inesperadamente, Agüero se despidió en las redes nada menos que frente al Real Madrid. Así dejó su sello en el Barcelona.
El día que el Kun Agüero bailó a todo Racing
El jugador eligió este gol entre los mejores de su carrera. Miralo