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el regreso a River de un futbolista que salió de la oscuridad y juega para ser feliz

A los 8 años, mientras muchos pibes les sacan las rueditas a la bicicleta y patean la pelota en la calle del barrio, Emanuel Mammana entraba al estadio Monumental y empezaba a transitar por un mundo nuevo. A los 25 años, edad en la que algunos completan sus estudios universitarios, otros buscan consolidarse en el mercado laboral y varios no definen su rumbo, ya jugó en las selecciones juveniles y en la Mayor, debutó en la Primera de River, fue vendido al Olympique de Lyon, luego fue transferido al Zenit de Rusia, pasó a préstamo al Fútbol Club Sochi y ahora pega la vuelta a la Argentina al club de sus amores.

Todos los frutos que disfrutó en el medio son fáciles de imaginar. Pero también hay una serie de obstáculos que los futbolistas acumulan, en menor o mayor medida de acuerdo al caso, al contexto de su infancia, su entorno y escenas determinantes en la vida que marcan una bisagra. Como las que exterioriza Mammana.

“Fui solo a tomarme el tren, veía que el tren venía y como que no tenía más ganas de nada y cuando estaba por tirarme me agarraron del cuello de la remera y me tiraron contra la pared. Esa persona me cagó a pedos, no sé quién es pero la verdad que hoy en día le agradezco de corazón”.

Emanuel tenía 15 años y vivía en la pensión de River cuando le informaron de la muerte de su padre. Tres traffics con compañeros del club se acercaron hasta el velatorio para acompañarlo y contenerlo. El nene ya había perdido anteriormente a su madre. Sentía que por delante no había destino cuando decidió bajar a las vías y alguien lo rescató.

“Hoy tengo a mi familia y mis hijos. Sé que mis papás no hubiesen querido que pasara eso”, contó en radio La Red el zaguero que ya rescindió su vínculo con el Zenit y será refuerzo del equipo de Marcelo Gallardo.

La plata es lo de menos, lo importante es ser feliz y jugar donde soy feliz. Yo me crié sin nada, cuando era chico comía gracias a la mercadería que me daba River. Hoy con tener lo justo y necesario estoy contento”, remarca.

Una charla con Gallardo, coterráneo del barrio de Merlo, fue el mejor anzuelo para concretar su regreso. El DT tenía dudas, sabía que en la última temporada Mammana solo había disputado 65 minutos en seis partidos con el Sochi. El zaguero dijo su parte. “Le comenté mis ganas y mi deseo de volver y que quiero volver a ganar todo y tirar para adelante”.

El 7 de junio de 2014, en el estadio Ciudad de La Plata, sucedió algo que a pocos jugadores les ocurre. A los 18 años, Alejandro Sabella mandó a la cancha a Mammana y así debutó antes con la camiseta argentina que con la de su club. Era la despedida de la Selección antes de viajar a Brasil a disputar el Mundial en el que orilló la gloria. Y el pibe entró para jugar los últimos 13 minutos del triunfo 2-0 contra Eslovenia. Lo hizo por Javier Mascherano, quien comparte la peculiaridad de haber hecho su estreno primero con la selección Mayor que con River.

“Este chico es un proyecto enorme, por suerte jugó y demostró una gran jerarquía, le dije que entrara y estuviera tranquilo”, apuntó Sabella sobre Mammana, que estaba como sparring en el predio de Ezeiza y fue convocado sobre la hora porque Martín Demichelis y Ezequiel Garay habían sufrido algunas molestias. “Estaba muy contento, es un jugador con un futuro enorme. El destino quiso que hoy juegue unos minutos pero el también ayudó porque tiene un gran nivel”, agregó el DT.

Ese mismo año, en enero, Ramón Díaz había decidido incluirlo entre los juveniles que realizaron la pretemporada con el plantel principal. Y si bien no tuvo minutos en el Torneo Final, empezó a aparecer entre los convocados y estuvo en el banco en varios partidos.

Salta y gana en su debut con la Selección Mayor, en junio de 2014, un amistoso ante Eslovenia en La Plata. 
FOTO CARLOS ROBERTO BAIRO

Salta y gana en su debut con la Selección Mayor, en junio de 2014, un amistoso ante Eslovenia en La Plata.
FOTO CARLOS ROBERTO BAIRO

El debut en el equipo millonario fue el 9 de octubre de 2014. Ya con el Muñeco como técnico, en San Juan y ante Central por los cuartos de final de la Copa Argentina: 0-0 y triunfo de los rosarinos por penales.

Hasta que fue vendido a mediados de 2016 (al Lyon por 7 millones y medio de euros), disputó 34 partidos en River y metió dos goles. Ganó la Sudamericana 2014, la Libertadores, Recopa Sudamericana y Suruga Bank en 2015. Fue suplente en la final del Mundial de Clubes de ese año que el equipo argentino perdió 3-0 ante Barcelona en Japón.

En Francia su valor se duplicó. Jugó 25 partidos en un año, el equipo llegó a semifinales (cayó ante Ajax) de la Europa League y el Zenit pagó cerca de 16 millones de euros para adquirir su pase.

Fue de mayor a menor. Arrancó como titular, se consolidó con 26 partidos en su primer año, pero dos graves lesiones le pusieron freno. En marzo de 2018, sufrió la rotura de ligamentos cruzados y meniscos de su rodilla izquierda. Por ese entonces, la noticia tenía una consecuencia colateral inmediata: quedaba descartado para la probable convocatoria de Jorge Sampaoli al Mundial de Rusia.

Tras seis meses de recuperación, volvió a las canchas el 26 de septiembre de 2018 en el 4-0 del Zenit al Volgar por la Copa de Rusia. Buscaba recuperar terreno, jugaba poco y el 6 de octubre de 2019 en el triunfo como visitante 3-1 ante Ural debió salir en camilla cuando apenas se jugaban 14 minutos. El diagnóstico: rotura parcial del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Otra operación y otro largo período inactivo.

Contra Boca, en el choque de Libertadores que se suspendió por la agresión con gas pimienta en 2015.Foto EFE

Contra Boca, en el choque de Libertadores que se suspendió por la agresión con gas pimienta en 2015.Foto EFE

Si en el primer año en Rusia había disputado 26 partidos, en los dos siguientes, con sendas lesiones, apenas alcanzó 15.

Ahora, tras una escala agridulce y a préstamo en Sochi, el zaguero busca revancha. Desechó ofertas más seductoras desde lo económico, colaboró para destrabar su rescisión en el Zenit y arma las valijas para empezar una nueva aventura.

Será en el mismo lugar al que llegó a los 8 años. Al mismo lugar al que iba cuando tenía 15 y pensó en suicidarse.

“River es todo para mí: me abrió las puertas a todo. Fue mi segunda casa, me crié ahí. Pasé momentos buenos y malos, pero gracias al club pude desarrollar mi carrera. Y también gracias a Marcelo (Gallardo), quien me dio la chance de debutar”, resumió el futbolista de 25 años.

La frase de Bob Marley está impregnada en su pecho y lo recorre de punta a punta. “No vivas para que tu presencia se note sino para que tu ausencia se sienta”.

Ahora las bisagras de su vida son diferentes. Con Magui su esposa, con Tian y Kai, sus hijos. Volverá a estar cerca de Merlo, el lugar en el que creció con carencias y en el que ahora se ocupa de ayudar a los pibes que sufren lo mismo. Y se pondrá la camiseta que ama.

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