La ausencia de diversidad racial en los deportes de invierno no es nueva y tiene una primera explicación bastante obvia: la cuestión geográfica. Pero hay más. La mayoría de modalidades requieren de un material que supone un costo económico elevado y, como sucede con todos los colectivos que buscan una presencia justa en la sociedad, entra en juego la falta de visibilidad.
En las pistas de Beijing 2022, Erin Jackson hizo historia. La estadounidense se convirtió en la primera mujer de raza negra en la historia en ganar una medalla de oro en una prueba individual en unos Juegos Olímpicos de Invierno al imponerse en los 500 metros de patinaje de velocidad, en los que compitió la argentina Victoria Rodríguez. Antes que ella solo doce personas negras habían logrado subirse al podio desde Chamonix 1924.
El motivo principal está avalado por la falta del clima en lugares como África, lo que impide generar una cultura en torno a los deportes de invierno similar a la de potencias mundiales como los países nórdicos o Canadá y Estados Unidos. Pero, ¿qué sucede con la población negra de esas naciones, potencias en las disciplinas que convocaron a miles de atletas en la capital china durante las últimas dos semanas?
Aquí entra en juego la cuestión económica por el elevado costo del material y esto, en países en los que la población racializada tiene más posibilidades de caer en la pobreza -según la ONU-, supone una barrera a la hora de comenzar a practicar estas modalidades.
Mialitiana Clerc y Mathieu Neumuller, los representanes de Madagascar, el país africano con más atletas en Beijing. Foto Instagram @mia_clerc_ski
Además, como suele ser habitual, el problema de la falta de referentes en la élite de un deporte comienza desde la práctica amateur y es que el simple detalle de elegir modelos negros para promocionar actividades en la nieve puede marcar la diferencia.
Así lo intentan demostrar iniciativas como Mount Noire, creada en Gran Bretaña por cinco mujeres negras bajo el lema “Ponerle color a la montaña”, que proporciona experiencias de esquí y snowboard para todos los niveles, con el objetivo de animar a la comunidad negra y a las minorías étnicas a probar estos deportes.
Algo similar ocurre en Estados Unidos con la Hermandad Nacional de Esquiadores (NBS por sus siglas en inglés), una organización sin ánimo de lucro, activa desde 1975, que da soporte a los esquiadores afroamericanos y que no ha parado de crecer desde su fundación.
Otro apunte es la importancia de la tradición familiar. En las disciplinas con más historia como el esquí, a veces hasta resulta complejo acceder a la práctica sin haber crecido en el seno de una familia que ya se dedicara a la modalidad con anterioridad, como es el caso de Tomás Birkner de Miguel. El barilochense, uno de los seis argentinos que compitió en Beijing, es el noveno integrante de su familia, sinónimo de esquí alpino en nuestro país, que llega a una cita olímpica.
Eritrea compitió con un solo atleta, Shannon Abeda, su abanderado y quien fue 39° en el Slalom Gigante del esquí alpino. Foto Jewel SAMAD/AFP
Los pasos de África
Pese a que hay zonas como Marruecos o Tanzania en las que es habitual vivir entre montañas bañadas por un manto de nieve, la cultura general de estos países opta por otras modalidades deportivas. De igual manera, vuelve a entrar en juego la cuestión económica y es que la creación de infraestructuras para la práctica de estos deportes también exige elevados gastos económicos.
Así lo explica el sudafricano Cobus Rademeyer, doctor en Ciencias Sociales centrado en el impacto del deporte durante el apartheid, que insiste en que la mayoría de los atletas que llegan a la élite es porque tienen lazos familiares con países del hemisferio norte.
Tras el hito de PyeongChang 2018 en el que participaron 8 países africanos, Beijing 2022 contó con la presencia de cinco países del continente: Eritrea (1 atleta), Ghana (1), Madagascar (2), Marruecos (1) y Nigeria (1), representados por seis atletas que compitieron en esquí alpino y esquí de fondo.
Estas cifras fueron posibles gracias a un sistema de cuotas que se mantuvo en esas modalidades, pero no en las que dependen de la Federación Internacional de Bobsleigh y Skeleton.
El equipo masculino de bobsleigh de Jamaica, uno de los cinco países caribeños presentes en Beijing. Foto Xinhua/Sun Fei
Algo que tocó de cerca al atleta ghanés Akwasi Frimpong, olímpico en skeleton hace cuatro años, quien no pudo participar en la capital china y, con el revuelo de su caso, motivó una reacción del Comité Olímpico Internacional. El organismo presidido por Thomas Bach aseguró que se revisará el sistema de clasificación con el fin de obtener una representación más equilibrada entre los cinco continentes.
El director de Solidaridad Olímpica del COI, James Macleod, compareció en una rueda de prensa en la que no entró a valorar si era justa la representación de África, un continente que con 1,3 millones de habitantes.
Aunque incidió en que las competencias corresponden a las federaciones deportivas de cada modalidad, aseguró que tras esta edición de los Juegos se estudiará el sistema de cara Milán-Cortina 2026, pero siempre teniendo en cuenta garantizar “el equilibrio” entre el nivel deportivo y las cuotas.
Otra región infrarrepresentada, pese al éxito de la historia “Jamaica bajo cero” que narra la hazaña del equipo jamaicano de bobsleigh en Calgary 1988, es el Caribe, con solo cinco países en Beijing: Jamaica (7 atletas, seis de bobsleigh), Puerto Rico (2), Haití (1), Trinidad y Tobago (2) e Islas Vírgenes (1).
Fuente: Agencia EFE
