El paisaje pertenece a Villa Pehuenia, provincia de Neuquén. Es verano. Un grupo de personas disfruta del sol de febrero. Desde la distancia, una mujer toma una fotografía del paisaje. Se distinguen el celeste pleno del cielo, las colinas boscosas del horizonte, el agua calma del Lago Aluminé y un dedo gordo del pie de dimensiones infantiles en una arista. La sorprenden dos objetos extraños ubicados en la esquina superior derecha de la imagen. “No tiene sentido”, piensa. Supone, elucubra. Sospecha de un ovni. No comprende. Necesita una explicación racional a eso que capturó.
Recurre al Centro de Identificación Aeroespacial (CIAE), un ente gubernamental creado el 4 de abril de 2019 por la Resolución N° 364/2019 del jefe de Estado Mayor General de la Fuerza Aérea Argentina, una restructuración de la Comisión de Estudio de Fenómenos Aeroespaciales (CEFAE), fundada el 6 de mayo de 2011. El organismo, a cargo del comodoro retirado Rubén Lianza, se dedica -como tarea complementaria- a desasnar las inquietudes de los ciudadanos: recibe, estudia y responde con fundamentos científicos las denuncias de avistamientos de ovnis. Su descripción formal y oficial precisa: “Organizar, coordinar y ejecutar la investigación y análisis de eventos, actividades o elementos presentes u originados en el aeroespacio de interés; identificar sus causas e informar las conclusiones a los organismos pertinentes que las requieran”.
La foto del lago neuquino data del 4 de febrero de 2021. Es la denuncia número 17 que recibió el CIAE en lo que iba del año. Fueron 44 en total. En 2020 había procesado 76 denuncias de avistamiento. En 2019, 23. A fin de cada año publican un “informe resolución de casos” que despliega una fundamentación detallada y minuciosa de las suposiciones ufólogas de la gente. Repitieron, en cada relevamiento, la misma conclusión: “La totalidad de los casos analizados fueron generados por causas de origen conocido”.
Son las respuestas a los avistamientos de argentinos que creyeron ver OVNIs. Pero no: eran reflejos externos o internos de las lentes de las cámaras fotográficas, estrellas, planetas, aviones, drones, globos de helia, objetos varios, aves o insectos, estaciones espaciales, constelación de satélites de internet. Se convierten, tras la intervención del Centro de Identificación Aeroespacial, en ovis: objetos voladores identificados. “Constituyen -dice la descripción redactada por el Comodoro Rubén Lianza- testimonios muy valiosos desde el punto de vista investigativo, no solo por habernos obligado a refinar los procedimientos para resolver aquellos que resultaron más difíciles sino también por su inherente contribución al conocimiento, al verificarse que han sido originados en su totalidad por interpretaciones honestas, pero erróneas, de objetos ordinarios, percibidos como extraordinarios al momento de la observación”.
Los objetos extraños de la foto del lago en Villa Pehuenia presentan, según el análisis de los expertos, “una forma cilíndrica con textura leñosa y con anillos dispuestos a 90° de su eje longitudinal”. “El objeto de la derecha tiene un corte neto en forma oblicua en su extremo derecho, mientras que su extremo izquierdo presenta borrosidad por movimiento”, describe el informe. La primera hipótesis alcanzada ascenderá a conclusión tras un proceso de riguroso análisis.
En la entrevista telefónica, la denunciante recordó que era un día de mucho viento, contó que una amiga, al ver la imagen, le dijo que pudieron haber sido cenizas y reveló que al momento de sacar la foto se encontraba apostada a la sombra de un arbusto, intentando dominar el berrinche de su hijo, que tenía sentado a upa. Caso resuelto: “Dado que, según la testigo, había muchas ramitas secas en el suelo, es altamente probable que los trozos que aparecieron volando frente a la cámara, hayan sido arrojados por el mismo niño, justo en el momento en que ella tomaba la foto”.
El caso de las ramitas secas voladoras es uno de los ocho casos de 2021 denunciados en el país que responden a la clasificación “objetos lanzados al aire”. La noche del 20 de junio en Bell Ville, provincia de Córdoba, una persona descubrió un objeto volador no identificado que se desplazaba en vuelo rectilíneo con destellos de luces rojas y azules. El video evidencia una secuencia definida: primero brillan las dos en simultáneo, luego se enciende solo la azul, finalmente solo la roja, antes de repetir la secuencia. “Tanto el color de las luces como su patrón de destellos son compatibles con los códigos de colores emitidos por las luces LED de un drone para indicar un determinado estado de operación”, deduce el informe que acompaña con información relativa a los códigos de destellos más usuales y videos comparables.
Jorge Cosso es asesor del Centro de Identificación Aeroespacial. El mediodía del sábado 14 de agosto divisó un objeto volador de color blanco, punta superior redondeada y cuerpo alargado. Lo persiguió. Su intuición era acertada: un globo de helio cruzaba la Base Aérea de Morón con destino al cielo de Castelar. Llamó al director del organismo, coordinó con la policía local y acosó con recelo la trayectoria del objeto en descenso progresivo. Lo detuvo la copa de un árbol en el patio de una casa particular. Los dueños de la vivienda autorizaron el trabajo de campo: los expertos desengancharon el globo de las ramas altas. El objeto tenía en su interior una plaqueta alimentada por dos paneles fotovoltaicos dispuestos en forma simétrica. La estructura tenía tres insignias: una página web, la sigla ESY en un papel autoadhesivo y el nombre “Skytracker”.
ESY era la abreviación de LU1ESY. La investigación señaló, tras una básica búsqueda en Google, al ingeniero, periodista y técnico electrónico Ignacio Mazzitelli, fundador de AMSAT, una organización sin fines de lucro dedicada al estudio y desarrollo de las telecomunicaciones espaciales vía satélite. Mazzitelli había lanzado el globo radiotransmisor -llamado “picoglobos”- a comienzos de agosto desde Villa Gesell, en la costa de la provincia bonaerense. Cayó, dos semanas después, sobre las ramas de un árbol de Castelar.
Como el “Skytracker” recuperado, hubo otros cuatro casos similares denunciados el año pasado. Pablo Monzón confundió un punto blanco en el cielo de Del Viso con un globo de helio la tarde del 18 de febrero de 2021. Cinco días después y en Rafael Castillo, Emanuel Ayala observó durante diez minutos la tarde del 23 de febrero de 2021 objetos de un mismo tamaño, de tonalidad blanca y difusa, desplazándose lentamente en una trayectoria rectilínea y conservando cierta distancia entre ellos: era el ascenso de una suelta simultánea de globos de helio, el corolario de una celebración.
En Villa Bosch, otra localidad bonaerense, Juan Cruz Días había visto, el 8 de octubre de 2018, un objeto de estructura romboidal con el extremo inferior ligeramente más prominente que, según la estrategia de la Navaja de Occam -un axioma metodológico basado en un principio de simplicidad cuyo razonamiento define que “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”-, no era más que un mero globo de helio o un barrilete. En Avellaneda, el 19 de noviembre de 2020, un testigo filmó cómo un punto blanco en lo alto del firmamento viajaba en velocidad constante sobre un curso recto. “La forma, color y comportamiento del objeto que aparece en el video bajo análisis, sugieren compatibilidad con un globo de helio llevado por el viento. Los datos meteorológicos históricos exhiben clara coincidencia entre el rumbo general del objeto y el cuadrante desde donde soplaba el viento en el momento de la filmación”, enseña la conclusión del informe.
Causas astronáuticas: cuatro casos
Lorenzo Labarvera fue el primer denunciante de 2021. La noche del 4 de enero reportó que el objeto desapareció de su vista después de elevarse hacia el noroeste en una línea recta y regular sin destellar luz. Los expertos del Centro de Identificación Aeroespacial trazaron una simulación de Stellarium para la fecha y hora de la observación: “Resulta evidente que el objeto filmado ha sido, precisamente, el Starlink 1405″. Lo que vio Lorenzo fue, sencillamente, la órbita de los satélites Starlink que el multimillonario Elon Musk lanzó para proveer banda ancha de internet en todo el planeta.
El satélite Iridium 114 fue el objeto volador no identificado que el fotógrafo Carlos Wacker confundió la noche del 24 de febrero de 2019 en el Lago Mascardi, provincia de Río Negro. Mientras hacía exposiciones de la Vía Láctea descubrió, al procesar las imágenes, una traza de luz que lo sugestionó. El estudio del compilado de fotografías enviado para análisis determinó que el tránsito de puntos coincidía con la órbita del satélite, aún visible por la luz solar.
El primero de mayo del año pasado lo que David Cirielli vio en el techo despejado de la tarde en Villa Celina fue el cuerpo del cohete Larga Marcha CZ 5B lanzado pocos días antes desde China. En el video suministrado en la denuncia, el supuesto OVNI destella a intervalos regulares con un pico de brillo cada 2,25 segundos. Desde el organismo gubernamental contactaron al doctor Jonathan Mc Dowell, astrofísico del Centro Smithsoniano de la Universidad de Harvard, y a dos especialistas en seguimiento de trayectorias orbitales, el canadiense Ted Molczan y el holandés Marco Langbroek, quienes reforzaron la hipótesis esbozada con una simulación del paso del cohete: efectivamente por el cielo de la zona sur del primer cordón del conurbano giraba fuera de control el vector que había transportado al módulo Tianhe, futuro núcleo de la estación espacial modular china Tiangong 3.
“Un familiar me dijo que miremos la estrella fugaz porque así lo creyó, pero yo al verlo dudé que fuera una y decidí grabar el hecho ya que era de un diámetro mayor al de una estrella, más brillante, velocidad medio lenta”, expresó Martina Carrizo en el formulario de aporte de datos. Estaba denunciando el avistamiento de un ovni del 7 de marzo de 2021 en la capital de la provincia de Catamarca. Bastó que trazaran la simulación Orbitron para corroborar que a las 20:28 de la noche atravesaba la estratósfera de la ciudad en dirección oeste-noreste la Estación Espacial Internacional (ISS).
Objetos sujetos al suelo: un caso
Adrián Monetta envió la imagen de lo que creyó era un objeto volador no identificado al Centro de Identificación Aeroespacial. Necesitaba que le explicaran su revelación. El 18 de enero de 2021 había hallado en el cielo nocturno de la ciudad de Buenos Aires dos luces rojas nítidas y una tercera blanca, más tenue y distante. La respuesta del ente dependiente de la Fuerza Aérea Argentina fue una solicitud: le pidieron que tomara la misma foto pero en horario diurno. En la segunda imagen ya no había ningún ovni y evidenciaba una interpretación errónea y desmedida: las luces rojas eran compatibles con las balizas aéreas identificativas de estructuras en altura, en este caso un tanque de agua. Y la tercera luz de menor intensidad obedecía a la estrella Pollux, conclusión que se obtuvo a través de una simulación Stellarium para la localidad, fecha y hora de la fotografía.
Causas aeronáuticas: tres casos
Encima de un edificio en la avenida Don Bosco en el partido de Morón, en el cielo de un paisaje residencial de Rosario y en la noche cerrada de un barrio de Bell Ville, en 2021 hubo tres ciudadanos argentinos que confundieron un ovni con un avión comercial. Un pequeño punto de color blanco acompañado por una estela que despertó la curiosidad de Maximiliano González el 20 de agosto fue, en verdad, el paso de un Airbus A320 y el vuelo LAN 410 que había partido de Santiago de Chile y se dirigía al aeropuerto internacional de Carrasco, en Montevideo. Un brillo tenue y fijo que se desplazaba en una trayectoria rectilínea y a velocidad constante con dirección norte-sur que filmó Luis Vaca la noche del 9 de mayo fue, en verdad, el surco de una aeronave Airbus 330 de la empresa Delta Airlines y el vuelo DAL 101, procedente de Atlanta y con destino al aeropuerto internacional de Ezeiza. El conjunto de luces fijas y destellantes que José Cesaratto documentó el 11 de junio -y tres días anteriores- fue, en verdad, el tránsito nocturno de una aeronave Lear Jet sobrevolando la ruta aérea que une Córdoba con Buenos Aires.
Causas de origen óptico: cinco casos
Un denunciante anónimo descubrió que una foto que le había sacado el 27 de noviembre de 2011 a los árboles del cielo del pueblo de Tabossi, Entre Ríos, tenía una anomalía: presentaba un objeto de forma ovoidal de baja excentricidad. Una observación preliminar del cuerpo de expertos del organismo interpretó que la sobresaturación de luz en contraste con la tenue iluminación del follaje sugería un desenfoque por proximidad al lente. La foto había sido tomada con una cámara Kodak Easy Share C 653 con flash en modo automático. Le pidieron que tomara una foto similar con el mismo dispositivo y encontraron un efecto “enjambre” de puntos orbiculares, compatible con un fenómeno conocido como “retrodispersión”, frecuente en las cámaras que tienen el flash incorporado al cuerpo, cercano a la línea de la lente.
“Desde hace tiempo se conoce el hecho de que muchos orbes que aparecen en las fotografías nocturnas no son más que meras reflexiones de la luz del flash que incide directamente sobre partículas de polvo o incluso pequeños insectos voladores cercanos. Estos aparecen muy desenfocados porque se encuentran tan próximos al lente de la cámara, que quedan fuera del mínimo plano focal de la misma”, fundamenta el informe del Centro de Identificación Aeroespacial de 2021.
Elizabeth Gervasi retrató en cuatro fotos el atardecer de San Gustavo, provincia de Entre Ríos, el 28 de diciembre de 2020 y unos días después se percató de una presencia extraña en las imágenes. Desconfió de la naturaleza de un objeto luminoso ligeramente ubicado en el ángulo superior derecho del centro geográfico de cada cuadro. Mediante una comprobación por el método de la geometría óptica, los expertos advirtieron que el estímulo visual interpretado por la testigo como presunto ovni respondía a un reflejo interno del lente replicado: la intensa luz del sol del horizonte se repetía de manera equidistante en otro espacio de la fotografía, liberando la pulsión ufológica de la mujer.
La misma confusión tuvieron Luis Gasparini y Andrés Sutkowski. Ninguno de los tres -tampoco Elizabeth Gervasi- divisó el avistamiento en directo, sino a través de las fotografías. El primero descubrió que el 23 de febrero de 2021 en el cielo nocturno de Carlos Paz un objeto luminoso volaba por encima de una pileta. Pero no: era el reflejo de una intensa fuente de luz naranja que emanaba en sentido equidistante. El segundo cometió el mismo error de interpretación. La hilera de objetos luminosos que habían activado su inquietud sobrenatural obedecía a un fenómeno de reflejo interno en el lente de la cámara causado, precisamente, por una guía de luces interiores de los gazebos de un feria nocturna de Rosario.
Christian Perrone también se percató del presunto ovni en la revisión de la fotografía y no en la situación vivida. Situación: Acebal, provincia de Santa Fe, segundo día de mayo de 2021, la tarde cae por debajo de una hilera de árboles. El sol dibuja un contorno intenso y exagerado. Dentro de ese disco solar, una mancha negra y la curiosidad. Él imagina que es un ovni y lo denuncia. Rubén Lianza lo rebatió. Se valió de un fenómeno que los expertos en fotografía denominan “sol negro” y argumentó: “Producto de un estado de sobrexposición de los sensores tipo CMOS cuyos fotorreceptores al estar expuestos a un valor de luz excesiva, alcanzan el estado de sobresaturación a partir del cual entregan una lectura menor de luz de la que reciben por no poder resetearse completamente en el tiempo que tiene estipulado la cámara”.
Causas astronómicas: cinco casos
Cintia Diaz en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, la madrugada del 12 de abril de 2021 y Fernando Márquez en Intiyaco, provincia de Córdoba, en el umbral de la medianoche del 25 de mayo del mismo año vieron lo mismo. La mujer informó haber observado un círculo luminoso con destellos irregulares e intensos en un punto bajo del horizonte a la 1:30 de la mañana y durante 45 minutos. El hombre envió un documento audiovisual de trece segundos y aseguró haber visto un objeto estático durante una hora y media colgado del cielo desde las doce de la noche. En ambos casos, la conclusión del organismo gubernamental es la misma: se trataba de la estrella “Arturo”. El caso de San Nicolás de los Arroyos del 20 de febrero de 2021 es semejante: un ovni que en verdad era un cuerpo celeste. El testigo comentó que el objeto en cuestión titilaba “demasiado rápido” y que era “demasiado grande para ser una estrella”. Pero lo que se resaltaba en el cielo de su ciudad, a las 3:26 de la mañana, era la imponente y dominante Sirio, que presume de ser la más brillante de todas las estrellas visibles en el cielo nocturno desde ambos hemisferios.
En Olivos y en Bahía Blanca sucedieron avistamientos que responden a otras causas astronómicas. Una testigo filmó dos videos del mismo fenómeno: uno el 19 de junio y otro el 17 de julio, con una duración de dos horas. “Sus desplazamientos son muy irregulares y aunque parece ser redondo su forma cambia de tamaño dinámicamente todo el tiempo”, expresó en el formulario de aporte de datos. El principio de la Navaja de Occam sugirió que se compatibilizaba con un astro de primera magnitud. Una simulación Stellarium de la una de la mañana del 19 de junio de 2021 develó el misterio: era el planeta Júpiter. En cambio, el planeta Venus era lo que una mujer había estado observando durante 25 minutos, entre las 23:05 y las 23:30 horas del 4 de diciembre de 2016, en el horizonte de un paisaje que retrataba las luces encendidas de la ciudad de Bahía Blanca.
Causas biológicas: 18 casos
Una libélula fugaz, un insecto que respeta una morfología clásica -protuberancias traslúcidas, apéndice membranoso, cabeza, alas, elementos simétricos en forma de “V”-, el vuelo raudo de un benteveo (Pitangus sulphuratus) que ensucia un cielo despejado en la foto de un hombre posando y apoyado sobre una baranda, la intervención intempestiva en un video de una mariposa de alas blancas (probablemente: Morpho epistrophus argentinu), una polilla que es capturada en un video de exposición lenta como una “babosa voladora” y que en el universo ufológico se conoce como “efecto rod”, o el veloz aleteo de un ave. Lo que sea, pero no ovnis.
“Las causas biológicas resultaron predominantes -detalla el comodoro retirado Lianza en los comentarios finales del informe-, porque cada vez que la gente fotografía el paisaje en general, la probabilidad de que un ave o insecto se cruce frente a la cámara es altísima, reduciendo prácticamente a cero el nivel de extrañeza de la foto. (…) Los casos originados por aves o insectos continuarán apareciendo en grandes cantidades en nuestras conclusiones, no sólo por el simple hecho estadístico de existir una enorme cantidad de ellos ocupando cada sector del cielo, sino también, porque tras la minuciosa inspección del objeto ampliado, se pudo confirmar la presencia de uno o más de sus rasgos biológicos, permitiendo llegar a conclusiones plausibles”.
SEGUIR LEYENDO: