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su rivalidad con el español y los mejores partidos que protagonizaron

Roger Federer anunció su retiro de la actividad profesional. Cansado de tener que lidiar con su físico, que en los últimos tres años lo tuvo a maltraer, anunció que le pondrá fin a su carrera en la Laver Cup, que se disputará del 23 al 25 de septiembre en Londres.

De esta manera, el tenis pierde a un jugador con una clase única y con un talento inigualable. Una verdadera leyenda. Ganó 103 títulos ATP, entre ellos 20 Grand Slams, 28 Masters 1000 y seis ATP Finals. Acumuló 310 semanas como número 1 y obtuvo dos medallas olímpicas (oro en Beijing 2008, en dobles junto a Wawrinka, y plata en singles en Londres 2012).

Sin dudas, podrá mirar atrás y sentir la satisfacción del trabajo cumplido. Dejó muchas victorias y grandes títulos, pero también el reconocimiento por parte de sus colegas y de los fanáticos. Queda, además, el recuerdo de una de las rivalidades más emblemáticas de todos los tiempos, la que protagonizó con Rafael Nadal.

Se vieron las caras 40 veces en el circuito ATP, siendo el tercer duelo más repetido en la Era Abierta. Los superan, únicamente, los enfrentamientos que tuvo Djokovic frente a ambos: el serbio jugó 59 veces jugó contra el español y 50 ante el suizo. Síntomas de una era dominada por el Big Three.

Sin embargo, ​la rivalidad entre Roger y Rafa no se destaca únicamente por la cantidad de encuentros que disputaron, sino por lo asombroso que resultaba ver semejante choque de estilos. En lo estrictamente tenístico, pero también por la personalidad de uno y otro y por sus diferentes formas de canalizar las emociones en la pista.

El hielo y el fuego. Esa metáfora que se utilizó para describir los cruces entre Bjorn Borg y John McEnroe a finales de los años setenta y principios de los ochenta, aplica de manera perfecta para explicar lo que generaban Federer y Nadal adentro de una cancha.

Mientras uno era elegancia pura, un robot tenístico que casi no transpiraba y tenía una facilidad única para generar tiros ganadores desde cualquier posición, especialmente con su derecha, el otro sobresalía por su garra, por nunca dar una pelota por perdida, por ese drive tan poco ortodoxo como extraño que terminaba por encima de la cabeza. Su Majestad contra La Fiera, el Superclásico del tenis.

La primera victoria de Federer contra Nadal, en Miami 2005, le trajo su sexto título Masters 1000. EFE/Dominic Ebenbichler.

La primera victoria de Federer contra Nadal, en Miami 2005, le trajo su sexto título Masters 1000. EFE/Dominic Ebenbichler.

Por una cuestión generacional, Federer llegó antes la cima. Cuando ganó su primer título grande, el Masters 1000 de Hamburgo 2002, Nadal tenía 15 años y había jugado apenas dos partidos en el cuadro principal de un torneo ATP, ambos en Mallorca.

En marzo de 2004, a poco más de un mes de que el suizo se estrene como número 1 del mundo, se enfrentaban en la tercera ronda del M1000 de Miami. Nadal tenía 17 años y era una de las grandes promesas del circuito, pero todavía no había levantado ningún trofeo y no tenía grandes victorias en canchas duras.

Aún así, contra todos los pronósticos, jugó el mejor partido de su carrera, como él mismo lo describió en conferencia de prensa, y se impuso de manera contundente: doble 6-3 en una hora y diez minutos.

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Con el perfil bajo que lo caracterizó durante toda su carrera, manifestó que “estaba preocupado de que me ganara 6-1 y 6-1, pero tenía ganas de jugar este partido contra el número uno. Salí con actitud positiva y él no jugó a su mejor nivel, sino no habría tenido opciones”.

Federer posa con el título del Abierto de Australia 2004, que lo catapultó al número 1 del mundo. AP/Steve Holland.

Federer posa con el título del Abierto de Australia 2004, que lo catapultó al número 1 del mundo. AP/Steve Holland.

Lo que no lograron Andy Roddick, Marat Safin y Leyton Hewitt, entre muchos otros, lo empezaba a lograr Nadal, aunque le llevó mucho tiempo. Recién en 2008, después de que el helvético estableciera el récord de 237 semanas seguidas como número 1, el “eterno número 2” pudo treparse a la cima.

Fueron seis años, entre 2005 y 2010, antes del despegue de Novak Djokovic en 2011, en los que dominaron el tenis de manera apabullante. Ganaron 21 de 23 Grand Slams durante ese período, a excepción del Abierto de Australia 2005 (Safin) y 2008 (Djokovic) y el US Open 2009 (Del Potro). Y levantaron 31 títulos de Masters 1000 en esos años.

Por si fuera poco, estuvieron frente a frente en dieciseis finales de torneos grandes, si se suma la del Torneo de Maestros en 2010. Aplastante.

La rivalidad se extendió con los años, hasta los choques en semifinales de Roland Garros y Wimbledon 2019 (repartieron victorias). Jugaron 40 veces (24-16 en favor del español) y dejaron algunas de las batallas más inolvidables en la historia del tenis. Un repaso de los tres partidos más emblemáticos entre ambos.

Nadal cortó la racha de cinco título consecutivos de Federer en Wimbledon. EFE/Sergio Carmona.

Nadal cortó la racha de cinco título consecutivos de Federer en Wimbledon. EFE/Sergio Carmona.

Final de ​Wimbledon 2008, el partido de la historia

El mejor partido de la historia. Tuvo todos los condimentos. Federer buscaba su sexto título consecutivo en Wimbledon, algo que no había logrado nadie en ningún Grand Slam; Nadal, tomarse revancha de las finales perdidas allí los dos años anteriores, ganar su primer Major fuera de Roland Garros y llegar al número 1.

Comenzó favorable para Rafa, que se llevó los dos primeros sets y ejecutaba a la perfección el drive alto sobre el revés que tanto incomodaba a Roger. Dos interrupciones por lluvia, aún sin el techo retráctil en el estadio central del All England, y un match point salvado en el tiebreak del cuarto set con un inolvidable passing shot de revés le daban aún más emoción al encuentro.

Durante el segundo parate, con el marcador 2-2 en el quinto set, Toni Nadal se sorprendió al escuchar que su sobrino le decía en el vestuario que se sentía tranquilo y que sabía que no iba a fallar mentalmente. Así fue y la victoria cayó del lado del balear tras 4 horas y 48 minutos de juego.

Encuentro de leyendas: Nadal, Laver y Federer, tras la final del Australian Open 2017. REUTERS/Issei Kato.

Encuentro de leyendas: Nadal, Laver y Federer, tras la final del Australian Open 2017. REUTERS/Issei Kato.

Final de Australian Open 2017: Roger sabe de hazañas

El título del Abierto de Australia 2017 fue, muy probablemente, la mayor hazaña en la carrera de Federer. Volvía al circuito tras seis meses fuera de las pistas, luego de superar una lesión en su rodilla izquierda.

La temporada 2016 fue la primera en la que no levantó ningún título desde que se alzara con su primer trofeo en el ATP de Milan 2001 y aquella inactividad le valió para salir del Top 10 del ranking por primera vez en catorce años.

Así las cosas, llegó a Melbourne como el número 17 del mundo y se colocó en la final tras vencer a Melzer, Rubin, Berdych, Nishikori, Mischa Zverev y Wawrinka. Lo esperaba Nadal, que también venía de tiempos difíciles y su presencia en aquella final era toda una sorpresa.

Ya sin los largos peloteos de años anteriores, con el suizo intentando acortar los puntos constantemente, regalaron una final de película. “Jugué los 25 minutos más perfectos de toda mi vida como tenista, al recuperarme en el quinto set”, recordó Su Majestad, que se impuso por 6-4, 3-6, 6-1, 3-6 y 6-3 en tres horas y 37 minutos.

Nadal y Federer posan para los fotógrafos en la previa de la final del M1000 de Roma 2006. REUTERS/Chris Helgren.

Nadal y Federer posan para los fotógrafos en la previa de la final del M1000 de Roma 2006. REUTERS/Chris Helgren.

Final de Roma 2006: otra victoria para Rafa

El mejor Nadal contra el mejor Federer se enfrentaban la final del Masters 1000 de Roma. El favorito era el español, que ya estaba asentando como número 2 y dominaba a gusto y placer el polvo de ladrillo. Ya tenía un Roland Garros y dos M1000 sobre esa superficie, pero Roger era el que más lo sabía complicar.

“Fue un partido inolvidable, una remontada increíble para mi en el quinto. El nivel fue muy alto. Ambos tuvimos nuestras oportunidades para ganar el partido”, detalló el mallorquín.

“Recuerdo la batalla de cinco horas, el público estuvo increíble. También pienso que el nivel del partido fue muy alto; Rafa y yo estábamos en la cima de nuestros juegos“, recordó el suizo en una entrevista para el sitio web de la ATP.

Llegó a estar 4-1 en el quinto set, después 5-6, 15-40 con doble match point, pero Nadal, en esa época, siempre encontraba la forma de escapar. Y lo hizo para lograr su bicampeonato en la capital italiana.

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