Claudio Edgar Benetti tenía 21 años cuando se metió en el área del arco que da a Casa Amarilla y sacó un latigazo de derecha cruzado que se clavó contra el palo derecho del arco que custodiaba el Patón, Francisco Eduardo Guillén. Ese domingo 20 de diciembre de 1992, Boca igualó 1-1 con San Martín de Tucumán y se convirtió en el campeón del Apertura. Benetti celebró colgado del alambrado y llegó demasiado rápido a lo más alto de su carrera.
El nacido en Córdoba hace 51 años ahora trabaja en Boca Predio, las instalaciones que el club posee en Ezeiza y donde se entrenan todas las divisiones juveniles y el plantel de Primera División. Allí llegó por decisión de Juan Román Riquelme, el vicepresidente primero del club, que cuando se enteró del duro momento que atravesaba Benetti no dudó en brindarle una mano.
Este martes, en el programa que Alejandro Fantino conduce en ESPN, Benetti fue el invitado de lujo y contó su historia con un crudo relato: “Vengo de un lugar donde siempre valoré lo que es la ayuda. Yo llegué a Boca porque hubo gente que me ayudó y cuando yo pude darle una mano a esa gente, se la di. Porque yo no me puedo olvidar de la gente que me ayudó para llegar ahí arriba. Mis entrenadores, mis contactos, mis amigos. Gente que está sin trabajo, voy y chapeo con mi nombre que, a pesar de que pasé de moda, todavía se acuerdan algunos. Me sirve eso como una llave para hacerlos trabajar, conseguir trabajo”.
Benetti, en el alambrado de la Bombonera, en el punto más alto de su carrera, a los 21 años. (Archivo Clarín)
“Hice muchos sacrificios para tener lo poco que tengo”, dijo en ESPN Show. “La vida es un ida y vuelta. Yo estuve ahí arriba y nunca me la creí. Estuve abajo y nunca me la creí. Lo que sí me cuesta es entender cómo la gente me sigue recordando si yo pasé de época. Hay muchos jugadores más consagrados y sin embargo la gente de Boca se acuerda de mí. Por eso digo que el hincha de Boca es especial”, contó sorprendido por el reconocimiento de los hinchas.
Con lágrimas en los ojos y visiblemente emocionado, Benetti describió cómo fue su regreso al club después de un tiempo en el que estuvo sin trabajo: “Yo al fútbol lo tomé como un trabajo y valoré dónde estuve, donde estoy porque muchos quisieran estar en mi lugar. Y sin embargo estoy yo. Estoy trabajando en el club y es como estar en mi casa. Román me dio una mano inmensa, no me da vergüenza decir las cosas. Hace tres años atrás yo le debía plata a todo el mundo, a mis hijos no les podía comprar nada. Y mis hijos no se fijaban en eso. La pasé mal mucho tiempo. Soy un tipo feliz porque tengo trabajo. Cuando uno no tiene trabajo no sabés dónde estás, no encajas en la sociedad. Yo estuve en ese lugar…”.
El gol de Benetti que lo marcó para toda la vida.
“Es hasta el día de hoy que no entiendo por qué me dio una mano a mí. Yo soy de otra generación y tal vez no me conocía. Estoy ahí en el club por él (Riquelme). Lo hablé, escuchó mi mensaje y después me llamó gente del Consejo de Fútbol más específicamente el Chelo Delgado. Yo estaba desocupado y se te pasa cualquier cosa por la cabeza en ese estado. Uno ve que a las siete de la mañana la gente se va a trabajar y vos estás en tu casa. Yo tengo 51, ponele que me voy del club. ¿Adónde voy con 51 años? Para como está el país ya sos viejo”, añadió Benetti.
“Yo me hice maquinista de tren (NdeR: fue ayudante de conductor de la línea ferroviaria Belgrano Sur), vendía hielo. Nunca me sentí más ni menos que nadie. ¿Mis hijos están bien? Yo no le pido nada a la vida. Ahora me puedo bañar dos veces por día con agua caliente, antes era con agua fría. Ahora me siento un privilegiado. No tengo vergüenza en decirlo. Cuando uno está allá abajo comienza a dar manotazos de ahogado. Va en búsqueda de puertas que uno piensa que están abiertas y resulta que están cerradas. Tenés que agachar la cabeza”.
Claudio Benetti en una entreavista con Olé, en 2013.
Benetti en la actualidad trabaja en el departamento de juveniles, en Ezeiza, junto a Roberto Passucci, otro de los futbolistas recordados por los hinchas de Boca.