Tras curar una gripe o calmar una tos, los frascos de jarabe suelen quedar guardados en un cajón o directamente descartados. Pero esos recipientes de vidrio ámbar o marrón, diseñados para proteger medicamentos de la luz, tienen una segunda vida útil que muchos desconocen.
Lejos de ser simples residuos, se han convertido en un recurso cotidiano para quienes buscan orden, creatividad y sustentabilidad en el hogar.
La clave está en el material: el vidrio oscuro es resistente, impermeable y apto para reutilizarse sin perder calidad. Además, sus tapas herméticas permiten conservar contenido a salvo de la humedad y la contaminación.
Por eso, son ideales no solo para guardar especias, semillas o infusiones, sino también para almacenar aceites esenciales, jabones líquidos, perfumes caseros o pequeñas porciones de alimentos secos.
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