Hay historias que nos recuerdan que la libertad más profunda no depende de un lugar, sino de una decisión interna. La historia del interno del Servicio Penitenciario Provincial que se recibió de abogado nos invita a mirar más allá del hecho en sí: nos muestra cómo una persona puede reconstruirse desde el lenguaje, la emoción y la acción, los tres pilares sobre los que se apoya el coaching ontológico.
Desde esta mirada, el verdadero logro no es solo haber culminado una carrera universitaria en un contexto de encierro, sino haber cambiado la interpretación de su propia realidad. Donde antes había una condena, eligió ver una oportunidad. Donde había límite, descubrió aprendizaje. Donde había silencio, encontró una voz que lo llevó a decirse a sí mismo: “puedo”.
En coaching ontológico entendemos que no vemos las cosas como son, sino como somos.
Este hombre, privado de su libertad física, decidió liberarse de algo mucho más complejo: de la mirada que lo reducía a su error. Cambiar su forma de observar el mundo le permitió acceder a nuevas acciones, y esas nuevas acciones abrieron posibilidades antes impensadas.
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