David Pereyra, un sanjuanino que padece miopatía muscular, una enfermedad degenerativa que limita sus extremidades, lucha cada día por mantener a su familia y recuperar su vivienda del IPV. Junto a su esposa, Celia Villafañe, sostiene un kiosco que atienden desde hace cinco años para garantizar el sustento de su hijo de 9 años, mientras enfrenta situaciones de discriminación y exclusión social.
“Nos levantamos a las seis y media de la mañana, abrimos el kiosco y trabajamos hasta las tres y media de la madrugada, de lunes a lunes. El día que descansamos, lamentablemente, no comemos“, contó con crudeza.
Su lucha, sin embargo, no se detiene en lo económico. David atraviesa un conflicto familiar por una vivienda del IPV, donde asegura haber sido excluido injustamente, pese a contar con la documentación que lo acredita como integrante del grupo familiar beneficiario.
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