Al mirar hacia atrás Romina Profili se da cuenta que recorrió un camino en el ámbito del deporte muy importante. Hoy, a los 44 años, y recién llegada desde Chile, ya se suma a sus tareas habituales vinculadas con su profesión y también con el rol de madre que le lleva su tiempo.
Al mirar los trofeos y medallas en su mueble del comedor es inevitable para Romina reconocer que la pasión nunca se termina aun cuando 21 años pasen sin hacer lo que más sabe. “Desde niña ya hacía natación y competía también. Esa exigencia no solo era ir a competir, había que entrenar a veces en doble turno. Era desgastante y llegó un momento que me cansé. Fue justo también que coincidió con otra etapa como fue el final de la secundaria y el comienzo de la facultad. Simplemente dejé de nadar” empieza contando Romina de sus comienzos y la deserción.
Después de eso vino su vida familiar y profesional, lejos de una pileta que confiesa no se volvió a meter porque dice que es muy friolenta. En 2018, su hermano Osvaldo, radicado en Mendoza, le empezó a insistir para que volviera a competir en la categoría master. Hubo mucha insistencia a tal punto que le ofrecieron pagar la inscripción de un torneo que se realizaría en el Palomar.
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