El gesto que muchos hacen al cruzar la calle y que la psicología asocia a una forma particular de ser
En medio del ritmo acelerado de las ciudades, un gesto tan sencillo como levantar la mano para agradecer a un automovilista que frena suele pasar inadvertido. Sin embargo, distintos estudios en psicología sostienen que esta acción mínima refleja rasgos profundos de personalidad y de cómo una persona se vincula con quienes la rodean.
Expertos en bienestar y comportamiento destacan que quienes agradecen de esta manera suelen vivir con una mirada más positiva. No implica desconocer los problemas, sino elegir reconocer lo que otros hacen bien. Ese pequeño movimiento genera una microexperiencia social que, repetida en el tiempo, contribuye a relaciones más sanas incluso en interacciones efímeras.
La cortesía del conductor y la respuesta del peatón crean un clima de cooperación poco frecuente en espacios dominados por la prisa. La psicología también vincula este gesto con la atención plena. Para agradecer, la persona debe registrar conscientemente lo que sucede a su alrededor: que un auto frenó, que alguien cedió el paso y que existe la oportunidad de devolver la amabilidad.
Esa conexión con el momento presente ayuda a reducir el estrés y favorece un mayor bienestar emocional. Investigaciones en neurociencia del comportamiento indican que la gratitud espontánea activa zonas del cerebro asociadas a la calma y a la reducción de la reactividad.
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