Ciento tres títulos, veinte Grand Slams, 310 semanas al frente del ranking mundial y 1.242 victorias. Roger Federer es una leyenda viva del tenis. El dueño de una historia de festejos inolvidables, consagraciones emocionantes y records que tuvo su primer capítulo exitoso hace exactamente 20 años, el 4 de febrero de 2001, sobre una cancha de carpeta de Milán y bajo techo. En esa ciudad italiana, el suizo conquistó su primer título ATP con una victoria ante el francés Julien Boutter en tres sets.
“Esperé mucho por este momento. Debería ser más fácil de ahora en más”, comentó un Roger de apenas 19 años. Y sí que lo fue. Ni él se imaginaba todo lo que iba a conseguir en las dos décadas siguientes.
Con el pelo largo atado en una cola de caballo, vincha blanca y remera roja -al tono con la bandera de su país-, el suizo, número 27° del mundo en aquel momento, era por ranking el favorito de la final. Pero Boutter, de 26 años y 67° del escalafón mundial, se sentía con suerte y entró a la cancha confiado de que terminaría levantando el trofeo. Pero se encontró con un rival que, sediento de gloria, no quería dejar escapar su tercera oportunidad de gritar campeón por primera vez.
“No llegué a la final pensando que iba a ganarla, pero quería mi primer título. Sentía la presión. Había sido una gran semana para mí, sentía que estaba jugando muy bien, pero era un torneo en pistas cubiertas y Boutter era un gran sacador, así que no había forma de saber qué iba a pasar”, recordó Federer en charla con la ATP.
El suizo, profesional desde 1998, había jugado por primera vez la instancia decisiva de un torneo el año anterior, en Marsella, donde cedió en el tie break del tercer set ante su compatriota Marc Rosset.
Esa misma temporada perdió su segunda final ante su gente, en Basilea, donde cayó en un durísimo partido frente al sueco Thomas Enqvist, por entonces número seis del mundo, en cinco sets. Mucho tiempo después confesó que tras ese encuentro, pensó: “Nunca voy a ganar un torneo”.
Menos de cuatro meses más tarde, lo consiguió. Aunque no sin sufrir. En su camino a la final derrotó al alemán Rainer Schuettler (48°); al francés Cyril Saulnier (120°), al croata Goran Ivanisevic (123°) y al ruso Yevgeny Kafelnikov, séptimo del ranking.
El suizo conquistó su primer título en su tercera final como profesional. Foto Reuters
En el duelo decisivo, Boutter quebró primero en el set inicial y el joven Roger dejó salir su frustración estrellando su raqueta contra el piso. Sí, en sus primeros años como profesional, el suizo no era aún el “caballero” que es hoy dentro de la cancha y solía dejarse ganar por sus emociones.
Más allá de la bronca, reaccionó y consiguió llevarse el parcial. Su rival se quedó con el segundo en el tie break. Y en el arranque del tercero, el umpire cometió un error que pudo haber sido determinante en el partido. Federer debería haber sacado en el primer game, pero el juez se confundió y le ordenó al francés que comenzara sirviendo. El suizo quebró en ese game inicial y sacó una ventaja que encaminó la victoria. ¿Qué habría pasado si el suizo sacaba primero? No hay forma de saberlo, pero la historia bien podría haber sido otra.
“Podria haber sido mi final”, consideró Boutter hace unos años. Y recordó: “Federer ya era considerado en ese momento el futuro Pete Sampras, pero en cuando jugamos ese partido, todavía tenía mucho por madurar y se lo veía bastante nervioso en la cancha”.
“Federer ya era considerado el futuro Pete Sampras, pero tenía mucho por madurar”, recordó Boutter. Foto AFP/DANIEL DAL ZENNARO
“Creo que estoy mejorando y he logrado el primer objetivo en mi carrera. Mi próximo objetivo es entrar entre los 15 del mundo, que es un difícil objetivo, pero no imposible”, comentó Federer tras esa final. “Perder tres finales consecutivas podría haber sido un poco incómodo mentalmente. Pero ahora puedo mirar hacia adelante el resto de la temporada con un poco menos de presión sobre mis hombros de tener que ganar un título”, agregó.
“Ni bien terminó el partido estaba más aliviado que contento“, recordó hace algunos años. “Después comencé a sentir la felicidad por ese título, Jugué bastante bien. Fue un gran momento para mí. Pensé ‘¡Al menos tengo uno!’“.
Lo que vino después, superó todas sus expectativas. Su segundo título se hizo desear otro año más -lo consiguió en Sydney, a principios de 2002, temporada en la que sumó también el tercero y el cuarto-; pero a partir de 2003 comenzó a construir un dominio sin igual en el tenis profesional.
“Ni bien terminó el partido estaba aliviado. Pensé ‘Al menos tengo uno'”, afirmó Federer. Foto AP
Ese año conquistó siete coronas, incluida la primera en un “grande”, en Wimbledon, un certamen que ganó en ocho oportunidades, más que ningún otro jugador en la historia. Y no paró más. Se cansó de levantar trofeos, de celebrar victorias, de romper records y de deleitar a los fanáticos del tenis con su talento y su tenis exquisito.
Hoy, mientras con 39 años se prepara para regresar a las canchas en marzo, tras más de un año de ausencia y dos operaciones en la rodilla derecha, celebra el 20° aniversario de ese primer festejo en Milán, el puntapié inicial de su leyenda.