-Lo siento mucho.
-No.
-Es muy poco profesional.
-Para nada.
-La idea de que la primera vez que un primer ministro se quiebre aquí sea una mujer…
-Créame: no es la primera vez que alguien en su cargo se quiebra aquí. Históricamente, esta sala ha servido de oficina, de salón, de confesionario y de consultorio psicológico. Hasta tenemos pañuelitos.
El diálogo entre la primera ministra Margaret Thatcher y la reina Isabel II con el que comienza el cuarto capítulo de la cuarta temporada de The Crown es ficticio pero no así el hecho que quiebra emocionalmente a la Dama de Hierro en aquel enero de 1982: la desaparición de su hijo, Mark, durante la cuarta edición del exigente y entonces rudimentario Rally Dakar.
Formado en la escuela de pilotos de Brands Hatch, Mark Thatcher no se destacaba detrás del volante pero el ascenso político de su madre le permitió darse algunos placeres, como correr las 24 Horas de Le Mans en 1980 y, dos años después, ser invitado como navegante de la francesa Anne-Charlotte Verney en el Peugeot 504 con dorsal 178 -que atendía como mecánico Jean Garnier- para participar de la prueba que había creado Thierry Sabine en 1979.
“Ya corrí en Le Mans y en otras disciplinas. El Paris-Dakar no es problema”, dijo el joven de 28 años antes de partir desde la Place de la Concorde aquel 1° de enero de 1982. Ocho días después, justo uno antes del habitual día de descanso del Dakar, un problema mecánico en el eje trasero despegaba al auto 178 de la caravana entre Tamanrasset y Timeiaouine en Argelia. Pero los organizadores recién se daban cuenta al repasar el estado de los competidores en el vivac de Gao, en Malí, el 10 de enero.
Mark Thatcher durante una de sus carreras como piloto. Foto: AFP
La desaparición de Mark Thatcher y de su tripulación se informó recién un día después, cuando comenzó la etapa 11 y los competidores partieron hacia Mopti, a casi 600 kilómetros y todavía en territorio maliense. El revuelo fue mundial y Thatcher recibía mensajes de los principales mandatarios del mundo, entre ellos Ronald Reagan y François Mitterrand, presidentes de Estados Unidos y Francia.
Hasta entonces se sabía que el último registro del Peugeot 504 era un checkpoint en Argelia. La zona de búsqueda se ampliaba a 200 kilómetros cuadrados y en el desierto del Sahara, entre Tamanrasset (Argelia) y Tessalit (Malí), aunque el piloto suizo Michel Bosi fue capaz de identificar que estaban a 50 kilómetros de la ruta marcada.
Si bien el primer ministro de Argelia, Ahmed Abdelgani, ofreció los aviones de su fuerza aérea, como la organización era francesa la rechazó y aceptó la oferta del presidente de Francia, François Mitterrand, quien envió un avión Breguet y un Nord 2501. “Tienen agua y alimento para varios días”, aseguraba Sabine, con la intención de tranquilizar a periodistas ávidos de información sobre el hijo de la primera ministra británica.
Perdido. La información de la desaparición de Mark Thatcher en Diario Clarín.
En Londres, Margaret Thatcher -que lidiaba con una situación económica preocupante y una guerra que se avecinaba en las Islas Malvinas, sumado al poco apoyo popular- escuchaba noticias angustiantes en una prueba que ya se había cobrado la vida del motociclista Bert Oosterhuis: desde que su hijo había sido asaltado por tuaregs hasta que estaba secuestrado por el Frente Polisario, lo que también provocaba una pelea entre el movimiento de liberación nacional del Sahara Occidental y Marruecos.
La prensa amarillista, además, especulaba con que se trataba de una farsa, un golpe publicitario para hacer mundialmente conocido al Rally Dakar. La realidad, sin embargo, era que Mark Thatcher se había volcado a una misión suicida: sin conocimientos como navegante de rallies ni preparación para llegar con herramientas a una prueba compleja sin la tecnología de la que hoy goza y la hace (un poco) más segura, no había sabido indicarle a la piloto Anne-Charlotte Verney qué camino tomar en medio del desierto.
“No hice absolutamente ninguna preparación. Nada. Hice medio día de pruebas y al día siguiente salíamos de la Place de la Concorde en París. Estaba pensando: ‘Está bien, ¿me pregunto cómo va a ir esto?’. Pronto me enteré. Para el tercer día estábamos en el desierto en etapas largas, largas, pasando horas apuntando a algo muy pequeño en el horizonte. Desafortunadamente, el Peugeot 504 fue el peor auto para hacer el viaje. Era un auto con una distancia entre ejes muy larga, y lo que necesitas es un auto con una distancia entre ejes corta debido a todos los baches”, reconoció en una columna titulada “Perdido en el desierto” que escribió para el diario inglés The Guardian en 2004.
Mark Thatcher perdido en el desierto. La tapa de Daily Mirror en 1982.
Con Margaret Thatcher imposibilitada de dejar Inglaterra para encontrar a su hijo favorito -también tenía a Carol, melliza de Mark-, fue Denis Thatcher quien viajó inmediatamente después de conocer la desaparición. Llegó a Argelia junto a su amigo Lord Laing de Dunphail, dueño de United Biscuits -multinacional de la alimentación del Reino Unido-, quien lo llevó en su avión privado.
Dos días después, el 13 de enero, finalmente fue aceptada la ayuda de Argelia, que aportó cuatro aviones que se sumaron a un helicóptero y otras tres naves francesas. Mientras que un Hércules de la Royal Air Force era desviado a la zona para participar activamente de la búsqueda.
Fue un c-130 Hércules del ejército argelino el que localizó el 14 de enero al Peugeot 504 y a sus tres ocupantes, que habían acampado junto al auto. “Paramos muy cerca de una mina de sal. Lo sabíamos porque podíamos ver camiones a una milla de distancia. Pero la regla número uno es quedarse siempre con su vehículo. Nunca, nunca dejes el auto”, explicó Thatcher.
Los reportes de la época aseguran que al ser rescatado, el británico de 28 años no mostró alivio ni agradecimiento, sino un malestar por el tiempo que se habían demorado y varias exigencias: una cerveza, un sandwich, un baño y una máquina de afeitar. En la exitosa serie de Netflix, incluso, dan cuenta de que su padre le reprochó no haberle agradecido a los rescatistas.
Su madre, mientras tanto, hablaba en Downing Street: “Me alegra confirmar que la misión de rescate tuvo éxito. Desde luego, ustedes me ven como la primera ministra pero estos últimos días me han dejado muy claro que sobre todo soy madre“. Su otra preocupación era que su hijo pudiera sacarle rédito económico a la historia contándosela a la prensa, algo que finalmente sucedería unas décadas después.
Hallado con vida. La información de la aparición de Mark Thatcher en Clarín.
“Creo que nunca me di cuenta de que no sabían dónde estábamos. Sin embargo, cuando no regresaron por nosotros el primer día, recuerdo que planeé estar allí cinco días y luego una semana. Después de la primera noche lo planeé durante dos semanas.Porque había planeado en mi mente cuánto tiempo podríamos estar allí, eso era muy importante psicológicamente. Nunca tuve miedo por mi vida. Habríamos tenido que estar allí cuatro semanas antes de ponernos realmente en peligro. En segundo lugar, todavía teníamos toda el agua del radiador. Además, había quitado los neumáticos y estaba listo para quemarlos cuando viéramos un camión dirigirse hacia la mina de sal”, relató Mark en esa nota de 2004.
Allí, contó que debieron haber “golpeado algo” que rompió “los enlaces del brazo de arrastre” que finalmente dañaron “el eje trasero”. “Paramos. Los demás también se detuvieron, tomaron nota de dónde estábamos y continuaron. Pero esos cabrones tontos, en lugar de decirles a todos que estábamos a 40 kilómetros al este cuando terminaron la sección, les dijeron que estábamos a 40 kilómetros al oeste“, denunció entonces, 22 años después.
La desaparición de Mark no solo fue un golpe anímico para Margaret; también político. Los diarios denunciaban que “se habían gastado millones de libras para rescatar a un playboy“, lo que finalmente se descartó recién en 2012, cuando se desclasificó un archivo de Downing Street que precisaba que la primera ministra había pagado £ 1,784.80 para la búsqueda -algunos gastos fueron considerados como actividad diplomática oficial y otros costeados por el gobierno argelino- y así evitar una reacción pública por el uso del dinero de los contribuyentes.