Y una tarde regresó Roger Federer. Pasaron 405 días de aquel 30 de enero de 2019 en el que jugó la semifinal de Australia con Novak Djokovic. En el medio hubo incógnitas al principio sobre lo que podría suceder pero también seguridades después acerca de lo que finalmente terminó ocurriendo. Y lo que pasó fue que uno de los más grandes atletas de todos los tiempos sintió que todavía tiene algo para ofrecer. Por eso volvió, en definitiva. Y aunque su paso por Doha fue más efímero de lo que él mismo hubiera deseado -se despidió en los cuartos de final tras perder en tres sets ante el georgiano Basilashvili, quien jamás debió haber imaginado que podría tomarse una revancha de la paliza que el suizo le dio en la primera ronda de Australia en 2016, cuando apenas le pudo ganar cinco games-, quedó la sensación de que no sólo el tenis recuperó a una de las figuras más legendarias de su historia.
Cuando el viernes recién empezaba en la capital qatarí y él ya había regresado a su mansión de Dubai, Federer anunció que no jugará el torneo emiratí. “Fue un placer volver al circuito, disfruté cada minuto que jugué en Doha. Quiero agradecerle a mi equipo, el mejor y el más fiel, que me ayudó a llegar aquí. Decidí que lo mejor es volver a los entrenamientos y, como resultado, me retiro del torneo de Dubai de la próxima semana”, escribió en su cuenta de Twitter. Tampoco irá a Miami y poco se sabe de su posible vuelta a la temporada europea de canchas lentas. Lo que pretende ahora sólo es entrenar. Y entrenar.
Lo mejor de su retorno fue que estuvo al 100 por ciento en cuanto a la lesión, sin molestias de gravedad en la rodilla operada en dos ocasiones. Le faltó explosión en su tenis en el debut ante el británico Evans y, sobre todo, frente a Basilashivili. Pero él sabe que esa virtud extrema de su juego volverá más temprano que tarde.
Federer estuvo en Doha y fue la gran atracción del torneo. Si hasta la eliminación de Dominic Thiem, el campeón de Flushing Meadows y cuarto en el ranking mundial, pasó desapercibida. Desde que llegó hasta que se fue de la ciudad todos buscaron, todos quisieron, todos adularon al gran Federer. Pensar en su retiro cercano es algo obvio si se tiene en cuenta que está a sólo cinco meses de cumplir 40 años. Pero pensar que no estará más en una cancha de tenis también lastima. Queda por ver, de todos modos, si puede cumplir sus últimos desafíos (Wimbledon, el oro olímpico, quizá Flushing Meadows…). Queda, por suerte, algo de él para seguir gozando.