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Inflación mayorista, la contracara de la lluvia de agrodólares que preocupa al Gobierno

Supermercado mayorista.
Supermercado mayorista.

Obsesionado con mantener el dólar bajo control, considerado por el Gobierno el principal factor por el que arrecia la inflación en la Argentina, la relativa estabilidad del billete montada sobre el excepcional ingreso de dólares por parte del sector agropecuario deja para el ministro de Economía, Martín Guzmán, una tremenda paradoja. Sin ninguna devaluación abrupta, tanto los precios al consumidor como al productor se comportan desde octubre pasado de manera similar a lo que lo hicieron tras los fuertes saltos devaluatorios de 2018 y 2019. Es decir, con todas las variantes del dólar -el oficial, el financiero y también el blue-, estabilizadas, la inflación avanza como si efectivamente se hubiera producido una devaluación.

La paradoja es que, en gran medida, esa situación se produce por el mismo motivo que le permite a Guzmán y al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, mantener a raya la cotización del billete: la fuerte suba de los precios internacionales de los granos, que si bien incentiva a los exportadores a ingresar un nivel inédito de divisas, también presiona sobre el nivel de precios locales. Las dos caras, la bendición y la maldición, de exportar alimentos.

Del lado de la bendición, en marzo se registraría un aluvión récord de USD 2.800 millones de mantenerse este ritmo de liquidación. Del lado de la “maldición”, la inflación.

El primer y mayor impacto del alza de los precios internacionales se refleja en el nivel de inflación mayorista y el índice de precios al productor (IPP). El registro de febrero de ambos indicadores se conocerá mañana pero ya en enero acusaron una suba preocupante de 5,6% para el nivel general mayorista y de 6,4% para el IPP.

La inflación mayorista preocupa a Martín Guzmán y Miguel Pesce, ministro de Economía y titular del Banco Central, respectivamente
La inflación mayorista preocupa a Martín Guzmán y Miguel Pesce, ministro de Economía y titular del Banco Central, respectivamente

El aumento de los precios mayoristas en enero confirma que la dinámica inflacionaria es compleja. En efecto, el índice de precios al productor tuvo su mayor incremento desde la normalización del INDEC, si se excluyen los meses donde hubo devaluaciones discretas del tipo de cambio (mayo y septiembre de 2018, agosto de 2019). Más aún, se observa que los precios se comportan ´como si´ efectivamente se hubiese producido un salto en el tipo de cambio oficial”, afirmó un informe a sus clientes la consultora Analytica, dirigida por el economista Rodrigo Álvarez.

El análisis destaca que el IPP tiene una mayor presencia de bienes comercializables internacionalmente (transables) que el índice de precios al consumidor (IPC), donde se da una mayor ponderación de los servicios dentro de su canasta, que prácticamente no influyen en los costos del productor: “Teniendo en cuenta que el precio local de los bienes transables se forma a partir del precio internacional, multiplicado por el tipo de cambio y la política arancelaria, el ratio entre los precios al productor y los precios al consumidor tiende a crecer frente a una devaluación”.

Pero el indicador registra un máximo en enero, superando los valores observados durante devaluaciones “de shock” a pesar de que no ocurrió un evento de esas características. En este contexto, el dato que se conocerá mañana dejará un claro indicio de lo que puede esperarse para el nivel de inflación minorista de marzo. “Los precios internacionales de las commodities operan presionando a los precios mayoristas, dado que la cotización local e internacional de los productos exportables tiende a igualarse”, resume Analytica. La consultora calcula que cada punto de inflación mayorista se traslada en 0,25 puntos del IPC. Es decir, una inflación mayorista de 4% en un mes, deja un piso de 1% para el IPC.

De ahí que desde el Ministerio de la Producción que conduce Matías Kulfas se esté analizando una nueva estrategia de intervención de precios, en este caso, para moderar los aumentos de los insumos. La iniciativa, anticipada por Infobae la semana pasada, consiste en generar un control de precios al interior de cada cadena, con valores de referencia y sistemas de alerta para que los consumidores puedan denunciar, según explicaron fuentes oficiales. Una suerte de extensión del plan de Precios Máximos, que rige en la góndola del supermercado y tiene alcance hacía atrás en la cadena de comercialización.

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