Los rumores del nacimiento de una Superliga Europea circularon durante años. Parecía una quimera. Pero en la medianoche del domingo sucedió. El anuncio sobre su nacimiento con el respaldo de doce de los más grandes clubes del continente financiados por el banco estadounidense JP Morgan cayó como una bomba neutrónica y desató una guerra civil en el mundo del fútbol. Una bomba cuyas esquirlas podrían herir de muerte no sólo al principal negocio de la UEFA, la Champions League, sino que también podría dar de lleno al fútbol argentino: la FIFA advirtió que desafiliará a aquellos clubes y jugadores que participen de la flamante competencia. Un ejemplo: si Lionel Messi disputa apenas un segundo de ese torneo automáticamente no podrá defender los colores de la Selección.
¿Empujará esta lucha de poder a Messi a salir del Barcelona para mantener con vida el sueño de ganar un Mundial y volver al alzar la Orejona? ¿Qué pasará con Cristiano Ronaldo que persigue frenéticamente el mismo objetivo? Dudas y más dudas que no dejan de surgir desde que se desató el temblor.
“La Superliga abrirá un nuevo capítulo para el fútbol europeo, asegurando una competencia de clase mundial, así como instalaciones y un mayor apoyo financiero para la pirámide del fútbol en el sentido amplio”, aseguró Joel Glazer, copropietario norteamericano del Manchester United y uno de los vicepresidentes de la Superliga Europea junto con el dueño de la Juventus, Andrea Agnelli, heredero del imperio de la FIAT y quien ejercía como presidente de la Asociación Europea de Clubes (ECA) hasta hace unas horas. La presidencia quedó en manos de Florentino Pérez, magnate de la construcción y titular del Real Madrid, el club más exitoso en la historia de las competiciones europeas. Los otros “socios fundadores” son Barcelona, Atlético de Madrid, Inter, Milan, Juventus, los dos Manchester, Liverpool, Chelsea, Arsenal y Tottenham (que este lunes echó a José Mourinho). Esos doce equipos son la columna vertebral de una Superliga que ya negocia para invitar a otros ocho clubes para completar el cupo de 20 que figuran como meta de participantes. ¿Qué clubes se sumarán?
Florentino Pérez, titular de Real Madrid, es el presidente de la nueva Superliga. Foto: EFE
Hasta ahora, el Paris Saint-Germain, el todopoderoso francés, se mantiene alejado del proyecto. Neymar y Kylian Mbappé, por ejemplo, podrían seguir jugando bajo el paraguas de la FIFA. Lo misma postura tomaron Bayern Múnich y Borussia Dortmund, los dos gigantes del fútbol alemán. El Porto de Portugal reveló que desistió de la invitación que había recibido en las últimas horas.
Para la federación danesa de Fútbol “este proyecto representa todo lo que el fútbol no debe ser”. Y siguen las firmas desde las asociaciones y las ligas que se encolumnan detrás de la UEFA y, por sobre todo, bajo el cobijo de Gianni Infantino. También se multiplican las voces de rechazo entre jugadores, ex jugadores y entrenadores. Jürgen Klopp, Pep Guardiola, Dani Alves, Ander Herrera, Gary Lineker y Rudi Völler son algunos de los muchos que se pronunciaron en contra de la Superliga.
El Leeds United, equipo que es una sociedad anónima, mostró este lunes su descontento antes del partido contra Liverpool. Los jugadores hicieron la entrada en calor con una remera con el mensaje “Gánenlo en la cancha. El fútbol es de los hinchas”, acompañado por el logo de la Champions League. Y Marcelo Bielsa, fiel a sus principios, no se guardó su parecer: “Lo que le da salud a la competencia es la posibilidad de desarrollo de los débiles, no el exceso de crecimiento de los fuertes. La lógica que impera en el mundo es que los poderosos sean más ricos a costa de que los débiles sean más pobres”. Más claro… Y eso que Leeds podría ser uno de los beneficiados de la secesión. Si se van los seis grandes de Inglaterra, el equipo de Yorkshire entraría a la próxima Champions League.
La protesta de Leeds United antes del partido contra Liverpool. Foto: DPA
“No sabíamos que había serpientes entre nosotros. Ahora lo sabemos”, denunció Aleksander Ceferin, titular de la UEFA, con la mira puesta en Agnelli. “No hablaré mucho de Agnelli, pero probablemente sea la mayor decepción. Nunca había visto a una persona que pudiera mentir así. Hablé con él el sábado, me dijo que solo eran rumores, luego apagó el teléfono”, confesó el dirigente esloveno, que no sólo era amigo del hombre fuerte de la Juventus, sino que también es padrino de uno de sus hijos.
“Todos nuestros miembros asociados se mantendrán unidos en nuestros esfuerzos para detener este proyecto cínico. Un proyecto que está fundado en los intereses de algunos clubes en un momento en que la sociedad necesita más solidaridad que nunca”, agregó Ceferin al tiempo que anunció una renovación del formato de la Champions League a partir de 2024 como para contrarrestar parte de los atractivos de la naciente Superliga. No habrá división por grupos, sino que será una liga entre todos. Los ocho mejores se clasificarían directamente para los octavos de final y habría un mano a mano entre el noveno y el vigesimocuarto para saber los otros ocho clasificados. Los perdedores de ese playoff irían a la Europa League. ¿Servirá para acercar posiciones? Lo concreto es que la futura Champions se parece mucho más a la Superliga que se avecina.
“Yo puedo confirmar que nosotros financiaremos la operación”, dijo un portavoz de JP Morgan en Londres. También prometen una liga femenina. Entregarán, de arranque, a los clubes 3.500 millones de euros -unos 4.200 millones de dólares-, destinados a “inversiones de infraestructura a los clubes fundadores y para compensar la crisis del Covid 19”. La apuesta total inicial rondará los 6 mil millones de dólares. Los derechos de TV implicarían ingresos por unos 4 mil millones de dólares extra -aseguran que DAZN picaría en punta para quedarse con la exclusividad-. Son cifras infinitamente superiores a las que reparte actualmente la UEFA.
Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, se siente traicionado. AFP
Hoy el ganador de la Champions League recauda 100 millones de dólares. Una tercera parte de lo que recibirán los socios fundadores por el solo hecho de haber provocado este cisma. La mayor cantidad de compromisos también asegura una mayor cantidad de ingresos los días de los partidos, una de las fuentes de ganancias que se evaporó en tiempos de pandemia y de tribunas vacías.
La UEFA y las asociaciones, las ligas, los jugadores y los entrenadores no fueron los únicos que pusieron el grito en el cielo. A ellos se sumaron al instante el primer ministro británico, Boris Johnson, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el gobierno español que lidera Pedro Sánchez. Hasta el Príncipe William, heredero de la corona de Isabel II, habló sobre el tema a horas del funeral de su abuelo. Quieren impedir este cisma que, entienden, destruirá la naturaleza del fútbol, su identidad y el amor a la camiseta. Una mirada similar a la de Ander Herrera, el español de PSG formado en Athletic Club de Bilbao. “Me enamoré del fútbol popular, del fútbol de los aficionados, del sueño de ver al equipo de mi corazón competir contra los más grandes. Si esta Superliga Europea avanza, se acabarán esos sueños”, dijo el mediocampista vasco.
Los gobiernos europeos están dispuestos a regular el fútbol y vigilar sus finanzas como respuesta para frenar esta ambición desmedida de los clubes millonarios de repartirse entre ellos la mayor porción de la torta. Johnson prometió que su gobierno “analizará todo lo que se pueda hacer” para bloquear el plan de los seis clubes de fútbol inglés que ya se unieron en la Superliga. El primer ministro británico tendrá que lidiar con gigantes que ya se convirtieron en una piedra en el zapato en la Premier League. En los últimos meses recibió presiones del príncipe Mohamed bin Salman de Arabia Saudita, quien acudió a su ayuda para comprar el Newcastle, una operación que fue bloqueada por la liga inglesa.
Boris Johnson, primer ministro británico, se paró de mano contra la Superliga. Foto: AFP
En Downing Street, creen, sin embargo, que poco a poco van a destruir el espíritu deportivo, el vínculo de los clubes con sus orígenes, con sus ciudades y sus fans y que toda esa mística será reemplazada por financistas ambiciosos, jeques y empresarios, a quienes no les interesa el fútbol, sino los dólares y las operaciones financieras. Sería algo así como un vaciamiento emocional y antropológico del deporte que nació en Gran Bretaña. Francia también se opuso a un torneo que compite contra la tradicional Copa de Europa. “El estado francés apoyará todos los procedimientos para proteger la integridad de las competiciones federales”, dijo Macron.
Los que reaccionaron positivamente al anuncio de la creación de la Superliga fueron los mercados. Por el momento, parece que aquellos clubes que han dicho sí a la Superliga salen reforzados en la Bolsa. Juventus vio sus acciones dispararse un 18 por ciento y el Manchester United, un 10%. Distinto es el caso del Olympique de Lyon, que no está entre los “socios fundadores” de la Superliga y perdió más de 2% . Era de esperarse.
La Superliga dice
“El fútbol es el único deporte global en el mundo con más de 4.000 millones de seguidores y nuestra responsabilidad como grandes clubes es responder a los deseos de los aficionados”, explicó Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y de la flamante Superliga. Los otros clubes son Barcelona, Atlético de Madrid, Liverpool, los dos Manchester (United y City), Tottenham, Arsenal, Chelsea, Inter y Milan. “Al reunir a los mejores clubes y jugadores del mundo para que jueguen entre sí durante toda la temporada, la Superliga abrirá un nuevo capítulo para el fútbol europeo, asegurando una competición e instalaciones de primer nivel”, agregó Joel Glazer, presidente del Manchester United.
La UEFA contraataca
La UEFA tiene apoyo, resiste y amenaza “No sabíamos que teníamos serpientes tan cerca. Ahora lo sabemos. Es un proyecto vergonzoso y egoísta, que cuenta con el rechazo de toda la sociedad. Es un proyecto cínico que va contra lo que debería ser el fútbol y es una bofetada contra los valores del fútbol y contra toda la sociedad. Nunca permitiremos que se ponga en marcha un proyecto así”, afirmó Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA. Además, amenazó con fuertes sanciones, no sólo para los clubes: “El que juegue en esa Superliga no volverá a jugar con la selección”. Sumó apoyos de políticos, jugadores y ex jugadores, también de hinchas. Bayern Múnich, Borussia Dortmund y Paris Saint-Germain no se sumarán al proyecto de los 12 clubes fundadores.
París. Corresponsal.