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Pocas horas después de que se confirmara un cese de hostilidades entre Armenia y Azerbaiyán tras varios días de conflicto y bombardeos en la región de Nagorno Karabaj, el empresario y descendiente del primero de estos países, Eduardo Eurnekian, celebró las negociaciones que llevan adelante las autoridades de ambos territorios y sostuvo que “el alto al fuego es el único camino para lograr la paz” en esta parte de Medio Oriente.
“Creo que tenemos la circunstancia positiva de que este acuerdo nos permitirá no mirar tanto hacia atrás y pensar más en lo que podemos hacer para mañana, para que realmente impere la paz en la región”, consideró el presidente de la Corporación América.
Al participar del programa Animales Sueltos, recordó que todos los hijos y nietos de armenios exiliados “llevan bajo sus espaldas la tragedia del genocidio” contra su comunidad ocurrido entre 1915 y 1923, que terminó con la vida de aproximadamente dos millones de personas.
Para Eurnekian, el reciente conflicto armado que se generó en la zona de Nagorno Karabaj comenzó por “cuestiones étnicas y religiosas que, de alguna manera, en otras partes del mundo la modernidad las ha ido dejando de lado, pero que en este caso pesa como antecedente, aunque no tan negativo”.
El empresario analizó la situación y llegó a la conclusión de “que el problema es geopolítico”, ya que todo surgió debido a que “Armenia es un país encerrado”, es decir, que no tiene salida directa al mar y necesita de la ayuda “del Estado más próximo” que sí la tenga para poder comerciar, el cual es Turquía.
“Por el otro lado, Azerbaiyán tiene lazos históricos con Ankara, tanto por las circunstancias que atravesaron con la implementación del sistema comunista, como por otros procesos que se dieron desde la primera guerra mundial hasta prácticamente 1990, los cuales han producido cambios con distintos objetivos”, explicó.
Según resumió Eurnekian, todos estos hechos históricos derivaron en que actualmente la tierra de sus ancestros no tenga una frontera marítima y quedara, al mismo tiempo, “en una situación no muy favorable con respecto a Turquía, que todavía no ha reconocido nunca el genocidio y todo esto hace que sea muy difícil sentarse a dialogar con ellos”.
Por otra parte, el descendiente armenio cuestionó duramente a la ONU por su actuación en el marco de este problema: “Debería haber buena voluntad entre las partes, pero yo apunto a que la problemática está en las Naciones Unidas, que no cumple con su rol, para eso tenemos a esta organización en la que están representados todos los países”, señaló.
El empresario de la Corporación América, grupo que controla Aeropuertos Argentina 2000, entre otras compañías, aseguró que esta organización internacional “actualmente no tiene razón de ser, ya que la presencia de un país en una votación determinada tiene poca importancia porque después el Consejo de Seguridad, sea Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Rusia o China, lo bloquea a su gusto y gana”.
“Tarde o temprano todos los países tendrán que repensar qué poder se le da a las Naciones Unidas, lo vemos también en la depredación de los mares, en este tema de la pandemia reciente, en el cuidado de la naturaleza. Son hechos en los cuales la ONU, si de alguna manera tiene una posición tomada, no tiene la fortaleza como para implementarla”, criticó.
Por último, el empresario dio un mensaje final en el que resaltó la necesidad de “pensar en cómo edificar un futuro, tanto para los armenios como para todos”, porque “la tecnología avanza de una manera inesperada e increíble y no podemos esperar a que ese conocimiento o progreso desoriente a la humanidad y la deje sin el cuidado o la protección que tiene que tener”.
“Tenemos que permitir la libertad total y absoluta, pero también debemos ser guardianes de las consecuencias de esas libertades. Para eso necesitamos unas Naciones Unidas fuerte, en la que todos los países puedan participar, y llevar consciencia de que el objetivo es proteger al ser humano”, cerró.
El conflicto armenio-azerbaiyano se remonta a los tiempos de la Unión Soviética, cuando a finales de la pasada década de 1980 el territorio azerbaiyano de Nagorno Karabaj, poblado mayoritariamente por armenios, pidió su incorporación a la vecina Armenia, tras lo cual estalló una guerra que causó alrededor de 25.000 muertos. Al término de los combates, que se prolongaron hasta 1994, las fuerzas armenias se hicieron con el control de Nagorno Karabaj y también ocuparon territorios de su alrededor, que llaman “franja de seguridad”, para unirlo a su país.
Azerbaiyán sostiene que la solución al conflicto con Armenia pasa necesariamente por la liberación de los territorios ocupados, demanda que ha sido respaldada por varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Armenia apoya el derecho a la autodeterminación de Nagorno Karabaj y aboga por la participación de los representantes del territorio separatista en las negociaciones sobre el arreglo del conflicto.
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