Habrá algunos que adjudiquen una cuota mística al triunfo de la Selección Argentina en el Maracaná, que cortó la sequía de 28 años sin títulos en el marco perfecto para levantar la Copa América. Y que semejante logro trajo acarreado una serie de tropiezos deportivos, más aún cuando el rival es el popular país vecino.
Otros elegirán el camino de la victimización, con mayor o menor razón, debido a los fallos arbitrales, del juez principal y de sus asistentes en el VAR, que perjudicaron especialmente a Boca y a Rosario Central en beneficio de los conjuntos brasileños.
Pero más allá de argumentos deportivos o excusas extrafutbolísticas, existe un escenario que define realidades: el fútbol brasileño se para por delante del argentino en todo sentido y, más allá de la resiliencia que siempre aparece en los representantes de nuestro país, la evidencia quedó clara tanto en la Copa Libertadores como en la Copa Sudamericana.
Palmeiras campeón de la Libertadores 2020, que se definió en enero de este año. Foto: REUTERS/Silvia Izquierdo.
El resultado final quedó registrado este martes por la noche: con la eliminación de River ante Atlético Mineiro, ya no queda ni un solo representante nacional en los torneos sudamericanos.
Vale volver al mes de julio y mirar los cuadros de octavos de final para comprender el diagnóstico: 9 equipos argentinos arrancaron la carrera, 6 de ellos en la Libertadores y 3 en la Sudamericana. Todos quedaron eliminados. Mientras que Brasil tuvo 10 representantes (6 en Libertadores y 4 en Sudamericana), con 7 todavía en carrera por una copa.
Central hizo una buena serie ante Bragantino pero perdió en Arroyito y en Brasil. Foto: Alexandre Schneider / POOL / AFP.
Esta semana, Bragantino dejó afuera a Central, el último de los argentinos que seguía en el segundo torneo en importancia continental. Y puede haber tres equipos brasileños en semis si avanzan Santos (contra Libertad) y Athletico Paranaense (ante Liga de Quito) este jueves.
En la Libertadores no es casual que tres de los últimos cuatro campeones sean de la tierra verdeamarela: Gremio 2017, Flamengo 2019 y Palmeiras 2020. De la misma forma, no resulta azaroso que el ganador restante sea River (en 2018), que en esta edición fue el equipo nacional que más lejos llegó. Tampoco es casual que el equipo de Marcelo Gallardo se quede fuera de las semifinales tras cuatro temporadas consecutivas en las que al menos se metía entre los cuatro primeros.
Gabriel Barbosa, la estrella del Flamengo que se mantiene vigente en el equipo carioca. Foto: Evaristo Sa/Pool via AP.
El factor económico también es determinante. Las distancias son abismales entre los grandes de Brasil y los de Argentina. Palmeiras, el campeón de la última Libertadores y semifinalista en el certamen vigente tras eliminar a San Pablo en cuartos, tiene a Crefisa como main sponsor y recibe por eso 21 millones de dólares por año. Con las regalías, la cifra puede trepar hasta los 32.
Pero la cuestión no termina ahí: la empresa de créditos ha aportado dinero extra para cerrar incorporaciones y hacer negocios con los jugadores. Por ejemplo, fueron quienes compraron al colombiano Miguel Borja. Además, en 2020 Palmeiras embolsó 6 millones de dólares de Puma.
Si la lupa se pone en Flamengo, otro que ya se instaló entre los cuatro mejores del continente tras despachar a Olimpia, los números son igual de impactantes. El Fla recibe alrededor de 28 millones de dólares entre todos los sponsors; Adidas además le paga 7.500.000 dólares. El principal patrocinador del elenco de Río de Janeiro es el Banco de Brasilia, ciudad en donde los dirigidos por Renato enfrentaron a Defensa y Justicia con 18 mil espectadores. El club y la entidad conformaron la sociedad BRB FLA que ya cuenta con un millón de clientes. Y el valor del mercado es de 960 millones de dólares.
Estas diferencias descienden a la cancha en forma de cascada. Valen algunos ejemplos notorios como el de Nacho Fernández, el futbolista fetiche de la era Gallardo, figura en la conquista ante Boca en Madrid y emblema del equipo, fue comprado por Atlético Mineiro y marcó una diferencia clave con su gol en el partido de ida en el Monumental.
Nacho Fernández marcó el 1-0 del Mineiro en el Monumental. Foto: Marcelo Carroll.
River nunca pudo encontrar a un reemplazante del nivel de Nacho. Y mucho menos tiene los recursos para salir a comprarlo. Es más, perdió a su goleador, Rafael Santos Borré en medio de la competencia.
En Boca, que acaba de despedir a Miguel Angel Russo, el entrenador con el que alcanzó la gloria continental por última vez en 2007, cada mercado de pases que se abre parece la oportunidad latente de conseguir al ansiado centrodelantero, un puesto en el que no logró estabilidad Wanchope Ábila, fueron rotando con rendimientos dispares Carlos Tevez y Mauro Zárate, no encajó nunca Franco Soldano y ahora lo sufre Norberto Briasco. En paralelo, Flamengo sigue disfrutando de Gabigol, el Mineiro goza de un animal de área como Hulk y Palmeiras tiene a Rony.
En los últimos días. el Galo se aseguró además la llegada del mundialista Diego Costa, que jugará por primera vez en su país (está nacionalizado español) tras 15 años en el fútbol europeo. Para decirlo en criollo, allá vuelven y de acá se van.
Diego Costa, flamante contratación del Mineiro, que se dio el lujo de contratarlo antes de jugar con River. Foto: REUTERS/Yuri Edmundo.
“No es normal esto…”, avisó Riquelme antes de que Boca enfrentara al Mineiro, consciente de que su equipo daba ventajas ante su rival. El hoy dirigente xeneize manifestaba su preocupación por la falta de rodaje que tenía su equipo a comparación de los brasileños, que venían con competencia desde hacía meses, sin cortar durante la Copa América.
El análisis de Román, muy señalado por estos días pero dando cuenta de su claridad, alcanza también al resto de los equipos argentinos, que arrancaron el semestre jugando el partido más importante del año, sin el funcionamiento que se gana con el correr de los juegos.
En ese caso, la responsabilidad fue de los dirigentes del fútbol argentino que diagramaron un calendario que no tuvo en cuenta la competencia internacional de sus propios clubes. Bastará con aprender de los errores para no repetirlos, una máxima que costará aceptar en la constante interna que se vive entre la AFA y la Liga Profesional de Fútbol.
Otra vez Brasil tendrá presencia garantizada en la final de la Libertadores en el estadio Centenario de Montevideo. Habrá al menos un representante, el que pase de la llave de Palmeiras-Mineiro. Pero puede ser duelo completo si por la otra parte del cuadro avanza Fluminense (jugará con Barcelona de Guayaquil o Flamengo, otro brasileño). Y así repetir la definición con acento portugués que se dio en enero de este año, cuando Palmeiras venció a Santos.
El fútbol presenta una cuota de imprevisibilidad más alta que cualquier otro deporte. Y en un partido puede aparecer esa impronta de los equipos argentinos de reponerse ante cualquier adversidad y dar la talla en escenarios hostiles. El asunto es que a la larga, cuando se deja de lado la foto y se mira la película, la historia se repite y las diferencias se agrandan.
De consuelo se mantiene fresca la sonrisa de Lionel Messi alzando la Copa América al cielo del Maracaná para un postergado festejo de toda Argentina.
Messi tocó el cielo en el Maracaná. Pero a nivel clubes la alegría es solo brasileña. Foto: AP Photo/Bruna Prado.