“Tenemos un contrato listo para vos, ¿estás para atajar?”, le preguntaron este año a Pablo Migliore, por teléfono. El Loco poco entendió: preguntó si no se habían confundido. Su carrera como profesional se terminó en 2017, cuando expiró su vínculo con Barracas Central. Tenía 35 años de edad cuando colgó los guantes dejando atrás una carrera cambiante, que se desarrolló en equipos grandes del país y en el exterior. Pero esta vez la propuesta no era de algún club: el que llamaba era el productor de uno de los programas más vistos de la tele.
En mayo, Guido Kaczka decidió incorporar al ex arquero de Huracán, Boca, Racing y San Lorenzo a Bienvenidos a bordo, el ciclo que conduce por la pantalla de El Trece. “Me llegó por medio de un amigo de acá de Ramos Mejía. Tenían la idea de que la gente me pateara algunos penales e interactuara con ellos”, le explica Migliore a Clarín. Aunque no le resultó sencillo tomar esa decisión. “Tenía incertidumbre por saber qué iba a salir de ahí. Sentía que no era mi lugar natural, no estaba en mi hábitat”, cuenta.
-¿Cuánto te costó aceptar?
-Y, me llevó un tiempo… Aparte, uno tiene una exposición en la cual, si bien están las cargadas típicas y el folclore del fútbol que se vive acá, el hecho que te haga un gol una persona que no juega en Primera alimenta más el morbo, ¿viste? Es como que están esperando que pase algo con vos para usarlo como cargada. Y al principio eso fue un impedimento. Después dije: “Chau, dejo la vergüenza de lado y le doy para adelante”. Mi familia también me dijo que lo hiciera.
-¿Te preparabas para los programas?
-Yo juego en serio. Es más, cuando me lo propusieron tenía en la cabeza la idea de que me dijeran: “Che, mirá, en alguna dejala pasar”. No. Me dijeron: “Vos jugá en serio, es en serio”. Listo, yo juego en serio. De hecho, los goles que hacen son legítimos. Es gente que le pega muy bien a la pelota.
-¿Te maquillaban?
-(Risas) Una de las cosas que pedí fue esa: ni maquillaje, ni camarín, ni nada de eso. Llegaba, grababa y me iba. Pero no porque tuviera algún prejuicio, sino porque no me quería desenfocar. Yo iba a trabajar. Lo hacía en serio. Calculo que si en algún momento me pedían que interactuara de otra manera lo hubiera pensado. Pero para atajar no necesito maquillaje, ja.
Pese a que no cambió los vestuarios por los camarines, el Loco ya había tenido una experiencia en televisión. Lo hizo a comienzos de 2020, cuando debutó como panelista de SúperFútbol, por TyC Sports. “Me sentía un poco más cómodo dando mi opinión de lo que es analizar un partido. También el tema es que acá el morbo del fútbol es tan grande que cualquier cosa que diga se malinterpreta, o la usan… Entonces, por ahí yo decía algo y terminaba generando revuelo, aunque no era lo que quería”, resume.
-¿Alguna vez imaginabas que ibas a terminar en la TV?
-¿La verdad? No sé. Pero te digo que antes de lo de Guido he tenido propuestas de programas de radio y demás. Me invitaron al programa de Mirtha Legrand, por ejemplo. Ahí dije: “Pará, no soy de este palo yo, no soy de este ambiente”. Cuando me quiera acordar estoy en el Cantando, ja. Y de la vergüenza no se vuelve más. O sea, ya está: una vez que te la mandaste, del ridículo no se vuelve. Entonces trato de disfrutar lo que me pasa y vivir lo que me toca vivir.
-¿Te gustaría dedicarte a esto? ¿Hacer algo de ficción, por ejemplo?
-A principio de año me llamaron de la producción de El Marginal y como que no me llamó la atención, porque no es lo mío. Lo de Guido, de última, fue referido al fútbol: era atajar y estar ahí. No me veo en otro mundo. Creo que no pertenezco a ese lugar y me llevaría mucho tiempo adaptarme. En esos lugares el tiempo es primordial.
Tiempo, algo que hoy no le sobra: su agenda ni siquiera le permite prestarle atención a la pantalla. La mayor parte de sus días la transcurre en la Sociedad de Fomento Villa Don Bosco de Ramos Mejía. Y el puñado de horas que resta lo distribuye entre su familia y su último desafío profesional, Deportivo Español, club donde se desempeña como entrenador de arqueros.
Caruso Lombardi convocó a Migliore para trabajar en Deportivo Español como entrenador de arqueros.
-¿Necesitabas del programa para estabilizarte económicamente?
-No, fue una de las cosas que puse en la balanza y fue para divertirme. Gracias a Dios tengo trabajo en el club y estoy todo el tiempo abocado acá. Lo hice porque me gustaba. Igual, pará: me gané una TV smart después de unos penales con el Pollo Álvarez, ja!
El pasado, presente
Luego de un buen rato conversando con Clarín, Migliore bebe un sorbo de café para entrar en calor. La noche fría en el Oeste no hace más que arrojarle recuerdos de otras épocas que no se permite olvidar. El 31 de marzo de 2013, luego de atajar para San Lorenzo en un partido contra Newell’s, debió irse esposado del Pedro Bidegain. Poco entendía: la orden de detención ni siquiera tenía su nombre bien escrito. “Andá a buscarlo a otro lado”, le respondió a un policía que preguntaba por un tal Juan Pablo Migliore.
El arquero estaba acusado por presunto encubrimiento de homicidio. “Tuve que absorber y estar tranquilo con uno mismo, porque me tocó vivir una situación en la que era ajeno a un problema”, describe. Esa noche apenas alcanzó a quitarse los guantes: lo subieron al patrullero con la ropa de la concentración y así llegó a Ezeiza, donde pasó 39 días detenido.
El momento del traslado desde la Superintendencia de Investigaciones Federales de la Policía Federal hasta Tribunales.
-¿Qué te acordás de ese día?
-Mi primera reacción fue que no entendía nada. De hecho, creo que viví todo ese proceso sin entender la realidad de las cosas. Después, uno prende la tele y ve que los políticos tienen 20 causas abiertas o más… Y yo si debo una boleta de luz no puedo dormir por la noche, porque me agarra una locura que no me deja descansar. ¿Cómo puede vivir alguien debiéndole a la Justicia? No sos solo vos, sino también los que están a tu alrededor. Yo por dentro decía: “No entiendo nada de esto, no sé qué pasó”. Gracias a Dios tuve la posibilidad en la mitad del proceso de cambiar el abogado, y él me dijo la verdad de las cosas. Ahí fue todo más simple para mí.
-Matías Morla fue tu primer abogado en la causa y vos en su momento manifestaste tu enojo. ¿Volviste a hablar con él?
-A ver, no tengo nada que decir, porque no me genera nada él. Me gustaría algún día sentarme a tomar un café y hacerle algunas consultas…
-¿Como cuáles?
-Por qué él creía que yo tenía que actuar de una manera. El abogado que vino después que él me dio otro punto de vista y me explicó que era algo mucho más simple que lo que habían generado. Entonces, entendí que por ahí Morla en ese momento estaba sacando rédito de la situación, porque iba a los programas a hablar de esto en lugar de abocarse directamente a lo mío y tratar de solucionar el problema.
-Salvando las distancias, ¿creés que algo de eso le pasó a Diego Maradona?
-No sé, porque se dicen tantas cosas… Depende del canal que mires. O sea, si mirás tal canal dicen esto, si mirás el otro están del otro lado… Yo aprendí que uno tiene que ver las cosas de cerca para poder opinar.
Aquel mes y medio en la cárcel, Migliore aprendió “a darles valor a las cosas” que tiene hoy en día, como describe. Y a adaptarse a una realidad distinta. “El roce es continuo. Hay gente que no tiene qué perder y es un mundo difícil en el que tenés que respetar, pero también hacerte respetar”, sostiene. Pocos lo molestaban: “Algunos -recuerda- me decían que entendían que no era de ese palo, que me estaba comiendo un garrón”.
Los picados en el patio del penal, en el que cambiaba el arco por la delantera, quedaron lejos. “No sabés la cantidad de goles que hice. Los deben tener grabados”, bromea. Su carrera, luego, siguió en el Dinamo Zagreb croata, Argentinos Juniors, Peñarol de Uruguay, Almirante Brown, Atlético Paraná y Barracas Central.
Más tarde probó su suerte en el boxeo, pero su trayectoria fue efímera. “Lo dejé -relata- porque me gusta hacerlo bien y hoy no puedo dedicarme a eso. Al menos me saqué una espina… Quería saber qué era ponerme los guantes y subirme al ring, estoy contento conmigo mismo por atreverme a esas cosas”.
Después del fútbol, incursionó en el boxeo. Foto: Fernando de la Orden.
-Pero no es lo mismo que entrar a una cancha…
-Para nada. En la cancha, de última, tenés a diez más que te ayudan… Acá sos vos. Te sacan el banquito, sonó la campana y ves que alguien te encara, la gente pide y tenés que actuar. Entonces, si no te entrenás como tenés que hacerlo, mejor no lo hagas.
-¿Te arrepentís de algo?
-Sí, de no haber ido por más. Me ha tocado callar algunas situaciones que hoy no dejaría que pasen. Por ejemplo, cuando me fui de Huracán tuve que resignar siete sueldos que me debían porque sino no se daba la operación con Boca. ¿Hoy? Hoy no. Hoy, si un ser querido pasa por algo así, le digo que, si trabajó, se lo tienen que pagar. Hubiese actuado de otra manera en esa y otras situaciones.