La Fórmula 1 sumó 33 campeones desde que se puso en marcha el campeonato mundial, en 1950, pero sólo uno de ellos fue coronado en forma póstuma, ya que el austríaco Jochen Rindt encontró la muerte en una tragedia desatada en el Gran Premio de Italia de 1970, un mes antes de su consagración.
Rindt es uno de los dos pilotos de Austria que alcanzó la gloria en la máxima categoría y ambos estuvieron involucrados en momentos límite en una pista, aunque Niki Lauda pudo sobrevivir a un tremendo accidente ocurrido en 1976 en Nürburgring, cuando su Ferrari quedó envuelto en llamas en el trazado alemán.
Mientras Rindt obtuvo en 1971 su primer y único título en la Fórmula 1, Lauda es uno de los cinco pilotos que celebró tres coronas (1975, 1977 y 1984), junto con Alain Prost, Jack Brabham, Jackie Stewart, Nelson Piquet y Ayrton Senna.
La tragedia de Jochen Rindt
A los 28 años, su trágico final llegó el 5 de septiembre de 1970 y su coronación póstuma fue el 4 de octubre, en una temporada en la que ganó cinco competencias sobre un Lotus que le generaba desconfianza. Tanto que había comenzado el año al volante del modelo anterior, frente al moderno Lotus 72.
Jochen Rindt fue coronado en la temporada 1970. Foto: AFP
Rindt explotó al máximo su auto y ganó consecutivamente en Holanda, Francia, Gran Bretaña y Alemania. Tras el abandono en el Gran Premio de su país, el austríaco quería ir a Italia con el Lotus 49, algo a lo que Colin Chapman -el dueño del equipo- se negó y llevó tres unidades del 72; para Rindt, dicho modelo tenía un problema en las ruedas delanteras, por lo que no giraba como debía.
Con la ilusión de poder coronarse anticipadamente en Monza, Rindt y Chapman decidieron quitar los alerones para reducir el drag aerodinámico (resistencia al viento) y subir los umbrales de velocidad para hacerles frente a las Ferrari, que venían de un “1-2” en Austria con Jacky Ickx y Clay Regazzoni. Lo lograron porque el sábado el Lotus había alcanzado los 330 kilómetros por hora.
Sin embargo, en la última sesión de entrenamientos, la fatalidad encontró a Rindt en la Parabólica, ahora la undécima de las once curvas del circuito italiano. El problema no estuvo en los alerones ni en la velocidad del austríaco, sino en los frenos, según determinó la investigación.
Rindt murió tras un grave accidente en Monza.
En la mitad de la recta, el auto empezó a hacer un zig zag que terminó por impulsarlo contra el paredón: salió en la Parabólica, muy cerca de donde siete años antes se había matado su ídolo, el alemán Wolfgang von Trips.
La parte frontal del monoplaza quedó destrozada y el hecho de que el austríaco usara un anclaje menos del cinturón de seguridad (cuatro en vez de cinco) para escapar más rápido en caso de un incendio agravó la situación porque provocó que su cuerpo se deslizara hacia adentro.
“Encontré su cuerpo en una pick up. Nadie lo atendía, lo que me dejó anonadado. Tenía los ojos cerrados, una herida muy seria en la pierna y en el pie, pero no sangraba. Supe entonces que se había ido para siempre“, recordó el escocés Jackie Stewart, que fue obligado por Ken Tyrrell a completar la sesión cuando ésta se reanudó, media hora después del accidente.
Jochen Rindt y su esposa Nina durante un Gran Premio de 1968.
Foto Archivo Jochen Rindt
El calendario avanzó. Con tres pruebas por delante, seis pilotos podían ser campeones. Pero después de Canadá, solo el belga Ickx seguía con opciones de quitarle el título a Rindt. Para eso, debía ganar las dos pruebas que quedaban: Estados Unidos y México. Fue en territorio estadounidense, donde el austríaco había ganado su primer Gran Premio once meses antes de su muerte, donde aseguró su campeonato póstumo porque Ickx llego cuarto.
En la ceremonia de la Federación Internacional del Automovilismo (FIA), Stewart le entregó el premio a Nina Lincoln, su viuda. Aunque había nacido en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial (el 18 de abril de 1942), Jochen Rindt fue criado por sus abuelos maternos en la ciudad austríaca de Graz porque sus padres murieron durante un bombardeo de los aliados cuando él tenía 15 meses.
Apasionado por la velocidad, experimentó el vértigo primero en carreras de motocross y el esquí. Y a los 19 años, se convirtió en una estrella del automovilismo, sin discriminar coches de fórmula o turismos (con techo). De estilo agresivo, se ganó la reputación de rompe autos.
Desembarcó en la Fórmula 1 en 1964, como invitado del equipo Brabham en el Gran Premio de Austria (finalizó 13º). Era el primero de 62 Grandes Premios. Obtuvo cinco de sus seis triunfos en 1970 (el restante fue en 1969), y todos fueron con Lotus. Cuando murió tenía apenas 28 años y un futuro promisorio. Pero quedó en la historia por un hito que jamás volvió a repetirse.