A menos de 100 días para el cierre de listas, el Presidente tiene decidido llevar al límite el momento de la decisión. En el ala dura están convencidos de que la procrastinación es absolutamente intencional y beneficiosa para los fines políticos del primer mandatario
De poco parece haber servido la embestida, secuenciada en tres etapas, que desarrolló cuidadosa y ruidosamente el kirchnerismo la semana pasada para empujar a Alberto Fernández a que decida qué hará en las próximas elecciones. Mientras se recupera de la intervención quirúrgica en su columna, que lo obligó a modificar su actividad oficial, el Presidente sólo está decidido a estirar el momento de la definición. Contradictorios, en su entorno algunos funcionarios ponen en duda que vaya a competir, mientras que otros, en simultáneo, agregan que muy probablemente se lance. Todos coinciden en que estirará el anuncio, por sí o por no, hasta el límite, a pesar de la presión cada vez mayor del ala de Cristina Kirchner, que parece quedarse sin herramientas políticas para forzar a quien alguna vez fue su delfín.
Según deslizan en Gobierno, Alberto Fernández esconde su decisión porque presupone que, en caso de que el kirchnerismo asuma que buscará la reelección, a Cristina Kirchner no le quedaría otra alternativa que romper, para no participar en las PASO del Frente de Todos. No sería la primera vez. Cuando Randazzo anunció que competiría en las internas del peronismo, en 2017, CFK se fue con Unidad Ciudadana.