Carlos Alejandro Alfaro Moreno se levanta y evoca a la distancia a Guillermo Francella. “Hermosa mañana, ¿verdad?”, dice del otro lado de la línea, desde Guayaquil y con el Barcelona que preside instalado entre los cuatro mejores equipos de América.
En el retrovisor hay imágenes tristes. El moderno edificio en el que se concentra el plantel profesional era cedido para recibir a los médicos que llegaban desde distintas regiones para tratar de abastecer a la enorme cantidad de víctimas que día a día iba dejando el coronavirus. “La pandemia golpeó a todos, lo que ocurre es que Guayaquil fue de las primeras ciudades de Sudamérica que lo sufrió muy fuerte. Vivimos momentos muy duros, hay escenas que no se van a olvidar. Sufrimos muchas pérdidas”, recuerda el Beto.
Aquel goleador vestido de Rojo junto a Bochini, Insúa y compañía que gritó campeón a fines de los 80, el que arrancó en Platense y cuando zafaron del descenso contra Temperley estaba tan desaforado que fue el primero en sacarse la camiseta y revolearla en el festejo de su gol, el que hizo tres de cabeza el día que Maradona volvió al fútbol argentino con Newell’s, el que fue máximo anotador argentino en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, que jugó en España y en México, lleva 27 años viviendo en Ecuador. Se casó con una mujer de esas latitudes, se nacionalizó y repite que se siente uno más, que no es un argentino viviendo en el exterior.
Ese sentido de pertenencia con el país va acercando el foco para adquirir un sentimiento aún mayor, con Guayaquil y con el Barcelona, en el que se convirtió en ídolo con tres ciclos como futbolista. “Amo a esta ciudad. Y sé que el desafío que tenemos por delante puede hacer feliz a mucha gente. Barcelona es el equipo más popular no solo de Guayaquil sino de todo el país. Y como hombre de fe, pienso que lo mejor está por suceder. Por ahora, desde que llegué a la presidencia, la realidad fue superando a lo esperado”, admite.
-¿Cómo es amanecer semifinalista de la Libertadores?
-No dormí mucho. Como dice Francella, es una hermosa mañana, ¿verdad? Acá estamos embargados de emoción. Para Ecuador entero que un equipo llegue a una instancia así es muy importante. Yo viví muchas veces estos momentos como jugador, pero desde esta nueva responsabilidad es muy diferente, uno arriesga todo, el prestigio, el cariño, la idolatría… Es distinto y es especial.
-Bendito eres entre todos los brasileños…
-Y eso también es lindo, porque nos llegan mensajes de apoyo de todo el continente. Nos dicen “vamos, estamos con ustedes”. Siento que fuimos creciendo con la competencia. Hicimos una gran fase de grupos, le ganamos a Santos dos veces y a Boca le sacamos 4 de los 6 puntos. Después, en octavos con Vélez fue una muestra de carácter y personalidad. Hicimos un mal primer tiempo en Buenos Aires, pero ya en el segundo mejoramos y acá, de local, lo dimos vuelta contra un equipo copero y muy duro. Así el equipo se fue agrandando. Contra Fluminense ya en el Maracaná nos fuimos con una gran sensación. Y en la revancha vivimos una mezcla de sanciones: el equipo jugó un poquito atado al principio… Pero sentimos el respaldo del continente entero. Y vamos a pelearla, seguimos soñando.
-En Argentina se habla mucho de la brecha económica y deportiva con el fútbol brasileño. ¿Cómo hace Barcelona de Guayaquil?
-El otro día leía que Flamengo tiene un presupuesto de 150 millones y Palmeiras algo parecido. Nosotros tenemos 10 millones anuales. Yo aprendí que cuantos mejores jugadores tenga mejor. Pero nosotros tenemos a un grupo extraordinario y los grupos unidos cuando buscan un objetivo común se potencian. Nos la creemos. Hay que creérsela y no conformarse.
Carlos Alfaro Moreno es el presidente de Barcelona de Guayaquil. Foto: Twitter
Su padre, empleado del Banco Provincia y fanático de River, le puso “Beto” porque quería que jugara como Alonso y no por referencia a sus nombres. Pero su madre, maestra de toda la vida e hincha de Boca, inclinó la balanza cuando a la casa de Castelar llegaron los dos telegramas, de los clubes más grandes del país para que fuera a probarse.
En las inferiores de Boca su físico menudo lo marginó con edad de Octava. Se fue caminando bajo la lluvia desde La Candela, en San Justo, hasta la estación de Morón con la frustración de tener que decirle al padre que había quedado libre. Volvió al barrio y fue Cacho Borelli, quien lo conocía del club local La Maderera, el que lo acercó a Platense, donde arrancó todo.
El cordobés Fabián Daniel Bustos ya salió campéon como DT del Barcelona en el torneo ecuatoriano y va por más Foto: AP
Cuando colgó los botines no pensó en ser director técnico. No lo sedujo ni siquiera cuando tuvo la chance de dirigir de manera interina en Barcelona de Guayaquil. Sus planes eran otros.
“Yo le doy las gracias a mis viejos. A mí mamá principalmente que me inculcó la parte académica. Por eso me preparé y fui dando pasos, de a poco. Yo no llegué a ser presidente del club de un día para el otro. No es fácil. En esta función vos te jugás el prestigio, el cariño de la gente, la idolatría”, apunta el Beto, que tiene 56 años y cuatro hijos: Florencia, la más grande, es periodista; Gonzalo juega al fútbol y está a préstamo en la Liga de Portoviejo; Alejandro, que es músico; y Yesenea, la más chica, bailarina.
Esa preparación que subraya Alfaro Moreno arrancó en la Universidad de Morón donde estudió Administración de Empresas, siguió con Tecnología Deportiva en la Universidad de Guayaquil y luego se se recibió de Licenciado en Comunicación y trabajó 17 años en los medios deportivos ecuatorianos.
-Muchos exfutbolistas saltan a la dirigencia de los clubes sin preparación previa y suelen darse pasos en falso.
-Es que no es nada fácil. Yo siento que llegué a la presidencia del Barcelona en un momento de madurez y bien preparado. Pero antes ya había trabajado en las escuelas de fútbol que creamos y también fui dirigente del club manejando el fútbol en la gestión anterior. Pero nada de lo que vivimos hoy se podría dar sin el grupo de profesionales que tengo atrás. Tenemos secretaría técnica con software de primer mundo, especialistas en todas las áreas. No alcanza con ser exjugador o tener experiencia. Eso ya no sirve. Yo digo que somos tan buenos y tan malos según el domingo anterior. Pero cuanto más preparado estés y mejor rodeado estés, va a ser más fácil conseguir resultados.
-¿Cómo es Fabián Bustos como técnico?
-Fabián tuvo una vida muy parecida a la mía. Nos llegamos a enfrentar como jugadores en Ecuador cuando yo ya estaba por terminar la carrera. Los dos nos quedamos viviendo acá, nos casamos con ecuatorianas, formamos familia… Es un técnico muy meticuloso. Yo que tuve a Bilardo y aprendí la obsesión por los detalles me siento muy identificado y busqué ese perfil con Fabián. Conoce el ambiente ecuatoriano, nuestro clima, la altitud que te hace jugar diferente, es muy trabajador. Y los números lo muestran: salimos campeones en el torneo local y ahora estamos en semifinales de la Libertadores.
Damián Díaz es la figura del equipo: rosarino que jugo en Central, Boca y Colón. Foto: AP
El teléfono suena unos minutos después del mediodía y la previa del partido revancha ante Fluminense recibe un guiño esperado. Es que de Bilardo, además de la obsesión por los detalles, conserva algunas costumbres. “No son cábalas”, aclara. “No tenemos cábalas porque somos creyentes, pero hay una costumbre curiosa en esta Copa que se viene dando…” El que lo llama por teléfono antes de cada partido es Ricardo Bochini. “Y en el último no llamaba, ya me estaba impacientando, hasta que bueno, sonó. Es muy lindo que el maestro esté al tanto de lo que estamos viviendo acá”, dice el Beto.
-¿Y ahora qué?
-Y ahora no hay que conformarse. Nunca hay que conformarse. Creo que lo mejor está por suceder. Barcelona es tradicionalmente copero y tiene que creérsela. Cuando terminó el partido y eliminamos a Fluminense nos dimos un abrazo, hicimos una oración en el vestuario, hubo un par de arengas… Y a seguir. Hay una satisfacción enorme, pero también mucha ilusión. Este torneo lo tomamos como una misión de vida.
De Guayaquil para toda América
Este jueves mientras todo el continente se rendía a los pies de la supremacía de los equipos brasileños y especialmente desde Argentina se marcaba la brecha cada vez más grande que los separa económica, deportiva e institucionalmente, en Guayaquil Barcelona empataba 1-1 ante Fluminense y tras el 2-2 conseguido en la ida en el Maracaná se instaló entre los cuatro mejores de la Libertadores.
Flamengo, Palmeiras y Atlético Mineiro habían asegurado ya sus pasajes y marcado un hito: es la primera vez que tres equipos brasileños llegan a esta instancia
El próximo partido del Barcelona será frente al Flamengo, amplio favorito por su plantel de estrellas y por haber aplastado a Olimpia en cuartos con un contundente global de 9-2.
El conjunto ecuatoriano, finalista en la Libertadores en 1990 y 1998 busca emular a Liga de Quito que obtuvo el título en 2008. Es la única coronación de un conjunto de ese país en la historia del certamen.
Del otro lado, podría darse la segunda final netamente brasileña en forma consecutiva. En la edición anterior, Palmeiras superó a Santos por 1-0 y alzó el trofeo en el Maracaná.
La final está prevista para el 27 de noviembre, en el Estadio Centenario de Montevideo.
Barcelona es el único semifinalista que jamás ha conquistado este torneo –Palmeiras lo ganó dos veces (1999 y 2020), las mismas que Flamengo (1981 y 2019) mientras que Mineiro tiene una (2013).
En el camino a este presente exitoso, logró clasificarse como líder en un grupo en el que enfrentó nada menos que a Boca, Santos y The Strongest, que fue el único que pudo ganarle cuando lo recibió en Bolivia. Cosechó 13 puntos, tres más que el equipo argentino al que venció en Ecuador y con el que igualó en la Bombonera. A los brasileños les ganó de local y visitante.
El cruce de octavos le puso de obstáculo a Vélez, al que debió remontar tras un flojo primer tiempo en Liniers que marcó el 0-1 del choque de ida. En Guayaquil la balanza se inclinó en el complemento y el pasaje a cuartos elevó aún más la vara frente a Fluminense.
La próxima escala será nada menos que ante Flamengo, con todas sus estrellas. Desde Barcelona ya iniciaron gestiones para poder recibir a los brasileños con un porcentaje de público en sus tribunas. Una caricia para una ciudad que sufrió lo peor de la pandemia en carne propia. Y ahora sonríe por el fútbol.