El circuito de Silverstone pudo haber vivido un fin de semana de doble tragedia. Primero, por el accidente que protagonizó en la carrera de la Fórmula 2 el israelí Roy Nissany, quien cometió una imprudente maniobra e hizo que el noruego Dennis Hauger perdiera el control de su vehículo, que terminó volando e impactando por encima a Nissany. Segundo, por el durísimo golpe que se pegó Guanyu Zhou durante el Gran Premio de Gran Bretaña de la Fórmula 1, en el que, tras un choque con George Russell, el de Alfa Romeo sufrió el vuelco de su coche, que fue derrapando boca abajo hasta impactar con las barreras, superarlas y quedar atrapado entre las defensas y el alambrado de las tribunas, con el chino dentro del habitáculo.
Los sustos fueron grandes, pero los dos pilotos resultaron ilesos, gracias al halo, ese dispositivo de seguridad con forma de “Y” que había generado tantas polémicas cuando se introdujo en 2018, pero ya salvó muchas vidas en la categoría reina.
“Estoy bien, todo despejado. El halo me salvó hoy. ¡Gracias a todos por sus amables mensajes!”, afirmó Zhou en su cuenta de Twitter, un par de horas después de ese choque que marcó el inicio de la competencia en Silverstone.
Fue en la primera vuelta de la carrera, segundos después de la largada. Russell se fue hacia la izquierda de la recta e impactó en el costado del auto de Zhou, que dio una vuelta de campana y se desplazó durante varios metros de asfalto y leca, generando chispas que pasaban por al lado de su casco. Luego dio un giro, se elevó y saltó la protección del circuito, por lo que sólo se frenó con las rejas que delimitan el acceso del público. Las imágenes eran impactantes.
El chino estuvo varios minutos atrapado en el auto, mientras el equipo de rescate trabajaba para liberarlo. Salió consciente y fue trasladado a un centro médico, donde constataron que no había sufrido lesiones. Un milagro, dirán algunos. Pero lo cierto es que el piloto asiático no sufrió ningún golpe fuerte en la cabeza gracias al halo.
Fabricado en Titanio Grado 5, una aleación ultra resistente, poco deformable y de bajo peso y muy utilizada en la industria aeroespacial, el halo fue recibido con mucho escepticismo por los pilotos y las escuderías, cuando la FIA, decidida a aumentar la seguridad para los corredores, anunció, a mediados de 2017, que se transformaría en un elemento obligatorio de los autos para la temporada 2018. Antes de optar por él, se había testeado sin éxito con una pantalla transparente, una suerte de “parabrisas” denominada Aeroscreen, y luego con el “escudo”, un elemento similar. Pero el halo ganó la elección.
Hubo quienes lo aceptaron de buena gana -“Sería de tontos e ignorantes no utilizar algo así”, aseguró Sebastian Vettel-; pero las voces en contra fueron muchas. Que molestaba la visión del piloto, al dividirla en dos. Que generaba problemas en el balance del auto y afectaba la aerodinámica. Que era poco estético. Que al estar compuesto, a grandes rasgos, por tres barras en forma de “Y”, no había seguridad de que sirviera para proteger a los pilotos. “Si hay partes de los coches volando, no servirá”, aseguró en ese momento Max Verstappen, uno de los grandes críticos, inicialmente, del nuevo componente.
Cuatro años después, no hay ni un solo detractor en la parrilla del Gran Circo, porque el halo -que parte de los laterales del cockpit y se cierra frente al piloto por encima de sus ojos, con un fino soporte que queda justo en el medio del campo visual del conductor- probó ser necesario y efectivo. Y no pasó mucho desde su debut hasta que probó su valía.
El espectacular accidente en Silverstone que milagrosamente no tuvo víctimas.
Foto: ANSA
Fue el Gran Premio de Bélgica, que se corrió en agosto de 2018, el que sepultó todas las polémicas que había generado su implementación. En esa cita, salvó a Charles Leclerc de ser lastimado seriamente por el auto de Fernando Alonso. Segundos después de la largada, Nico Hülkenberg golpeó de manera violenta al McLaren conducido por el español. Alonso perdió el control impactó en un costado del Red Bull de Daniel Ricciardo y se elevó por encima del Sauber del monegasco. Una de las cubiertas del McLaren le habría pegado en la cabeza de no ser por el halo, que no sufrió ningún tipo de daños más que el saltado de la pintura.
“Yo no necesita ninguna prueba, pero quedó claro que es algo bueno”, reflexionó Alonso, aliviado por no haber lastimado a su colega.
“Hace algunos años no estaba a favor del halo, pero creo que es lo más grande que se ha incorporado en la Fórmula 1, y sin él no sería capaz de poder hablar con ustedes hoy”, aseguró el Romain Grosjean en diciembre de 2020, luego de aquel escalofriante accidente que sufrió en el Gran Premio de Bahréin, que pareció sacado de una película de acción.
Romain Grosjean, luego de su terrible accidente en Bahrein.
Foto: Reuters
En la primera vuelta, el coche del francés chocó con el del ruso Daniil Kvyat (AlphaTauri), se despistó y terminó impactando a gran velocidad contra el guardarrail. El monoplaza se partió en dos y prendido en fuego. Grosjean emergió del coche, en medio de las llamas, casi medio minuto después del golpe, pero solo sufrió quemaduras en sus manos. La repetición de la secuencia mostró que la cabina de su coche quedó incrustada en el guardarrail y fue el halo el que absorbió el impacto.
“Estoy feliz de que el halo haya funcionado. ¡Romain podría haber quedado decapitado!”, comentó Hamilton, quizás sin imaginarse que él mismo debería agradecer unas temporadas después por la introducción del dispositivo.
Es que el Gran Premio de Monza de septiembre pasado, el británico se salvó de que su cabeza fuera aplastada por el auto de Max Verstappen, que inmerso en la lucha por superar al de Mercedes, tocó el coche de su rival en el costado. Pero tuvo la mala suerte de que, cuando hicieron contacto, su monoplaza se elevó y pasó por encima de Hamilton. Si el halo no lo hubiera protegido, el inglés habría recibido de lleno el impacto de la rueda del auto del neerlandés.
El accidente de Verstappen y Hamilton en Monza.
Foto: AFP
Con el paso de los años, la Fórmula 1 fue evolucionando y aumentando la seguridad de sus autos. Hoy se utilizan, por ejemplo, cascos especiales, fabricados con una combinación de aluminio, fibra de vidrio, y Kevlar (fibra sintética muy resistente, utilizada además en los neumáticos). También el sistema HANS (Head And Neck Support, o Soporte de Cabeza y Cuello, en español), esa especie de “cuello” hecho de fibra de carbono, que va unido al casco y al mismo tiempo al asiento mediante dos correas elásticas y evita lesiones en la espalda y que el piloto golpee la cabeza contra el volante en caso de accidentes.
El asiento de los monoplazas es extraíble y brinda soporte especial a la columna vertebral y los buzos antiflama, que salvaron la vida de Grosjean hace unos años, son una garantía en caso de que el coche se prenda fuego.
El habitáculo del piloto, en tanto, está recubierto de Zylon, una fibra sintética fabricada por una empresa japonesa, que es un 60% más resistente que el Kevlar. Para tomar dimensión, un hilo de un milímetro de Zylon es capaz de sostener un peso de 450 kilos. Ese material, también está presente en las viseras de los pilotos, evita que elementos como piedras o astillas de fibra de carbono penetren en el cockpit y lastimen al piloto.
Ninguna de esas innovaciones fue, sin duda, tan resistida como el halo, un dispositivo poco estético, para muchos, pero que desde su debut en 2018 probó una y otra vez que su efectividad es indiscutible. El fin de semana, en Silverstone, quizás salvó dos vidas.