En San Juan, como en gran parte de nuestro país, los avances en materia de derechos de las mujeres son innegables. Sin embargo, puertas adentro de muchas empresas y organizaciones todavía persiste un fenómeno silencioso: la naturalización de ciertas actitudes de acoso o de trato desigual. No se trata de que las mujeres no conozcan sus derechos, sino de que muchas veces el miedo, la amenaza velada o la costumbre terminan por callar voces que merecen ser escuchadas.
El coaching ontológico ofrece un camino valioso para comprender este escenario. Como sostiene Rafael Echeverría, uno de sus principales referentes, “la acción genera ser”: cuando las personas se animan a dar pasos distintos, transforman no solo su manera de actuar, sino también su identidad. En el ámbito laboral, esto implica crear espacios donde las mujeres puedan expresar lo que sienten sin temor, para dejar de cargar en silencio con aquello que incomoda, duele o directamente vulnera.
En varias empresas sanjuaninas se han dictado charlas, talleres y capacitaciones sobre perspectiva de género. Sin embargo, muchas situaciones de maltrato o acoso recién salen a la luz cuando se indaga más a fondo o cuando una mujer se anima a contar lo que durante años calló. Y aquí surge la pregunta clave: ¿cómo generar un verdadero cambio cultural que no quede en la superficie?
Desde la mirada del coaching, la respuesta está en el liderazgo. Los líderes —tanto hombres como mujeres— tienen la responsabilidad de abrir espacios seguros, de escuchar activamente, de invitar a que se hable lo que antes se ocultaba. Se trata de crear climas laborales donde la confianza no sea un discurso, sino una práctica cotidiana. Como plantea la coach Beatriz Villanueva, el empoderamiento no surge de decretos ni de normativas, sino de la autodependencia y la capacidad de cada mujer de reconocer su voz como valiosa y necesaria.
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