
En la calle España de Villa Krause, cuando solo había dos locales para compras, uno resaltaba por su dueño: Don Mateo. Su almacén, ubicado por calle España cerca de la Devoto, era el lugar elegido para comprar verduras y productos para la casa, mientras que la carne se conseguía en la carnicería de Don Paco.
Don Mateo se caracterizaba por su amabilidad y una sonrisa constante que nunca faltaba en su rostro bonachón. Parecía nunca estar molesto y siempre atendía con gran disposición.
Uno de sus detalles particulares era la manera cuidada en que envolvía los productos como el queso rallado o los caramelos, usando papel de forma que no se caían. Además, vendía semitas recién horneadas desde temprano, así como variedad de panes como la trincha, miñón o casero.
Las verduras siempre estaban frescas y relucían en canastos junto a la pared. La heladera mostraba fiambres, leche y yogures, mientras que detrás se ubicaban las gaseosas tradicionales de marcas conocidas, junto a las desaparecidas

