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Trump refuerza su línea argumental tras el contagio y se presenta como ejemplo de recuperación frente al virus
MADRID, 24 (EUROPA PRESS)
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llega a la recta final de la campaña después de contagiarse de coronavirus y autoproclamarse “inmune”. El 3 de noviembre se comprobará si esta supuesta inmunidad también se extiende al ámbito político y su polémica gestión de la pandemia de COVID-19 no termina teniendo secuelas electorales.
Trump ha desdeñado desde un principio los efectos de un virus que le ha servido para cargar políticamente contra China, cuestionar a nivel interno a las autoridades que han impuesto confinamientos y burlarse de su rival electoral, Joe Biden, por defender públicamente el uso de la mascarilla y las medidas de distanciamiento.
A Trump no le han bastado las cifras de contagios en Estados Unidos, que acumula más de 8,4 millones de positivos y más de 220.000 muertos, ni tampoco su propio contagio. Cuando el 2 de octubre la Casa Blanca anunció los positivos del mandatario y de la primera dama, Melania Trump, la línea a seguir por el presidente estuvo clara: minimizar el riesgo.
Con un ingreso hospitalario de por medio y poca transparencia en los informes médicos, Trump retomó inmediatamente la campaña electoral. De hecho, renunció a participar en el segundo encuentro televisado con Biden porque la comisión que los organiza había propuesto un encuentro telemático en lugar de un cara a cara al uso y, en el último debate, no se movió de su papel.
“No podemos encerrarnos en un sótano, como Biden”, dijo Trump este jueves, cuando describió Nueva York como una “ciudad fantasma” por los confinamientos y alertó del cierre de negocios. Prometió que la vacuna llegaría antes de finales de año y se volvió a poner como ejemplo de la recuperación frente a la enfermedad.
Durante esta última semana, el presidente también ha terminado de romper con el principal epidemiólogo de la Casa Blanca, Anthony Fauci, quien reconoció que no se había sorprendido tras conocer el contagio de Trump. El mandatario le devolvió el mensaje calificándolo de “desastre”: “Los ciudadanos están cansados de escucharlo”.
EL “HIPERLÍDER” FRENTE AL VIRUS
El director del ‘think tank’ CIBOB, Pol Morillas, ha explicado en declaraciones a Europa Press que el contagio puede leerse desde varios planos y que, en el ámbito personal, Trump ha actuado “como nos tiene acostumbrados”, intentando “darle la vuelta narrativa” a una enfermedad que podría percibirse como una señal de debilidad para un candidato de 74 años.
El mandatario, ha asegurado Morillas, ha aspirado a plasmar en su propia figura, la del “hiperlíder”, la “capacidad de sobreponerse” que quiere extender al conjunto de la sociedad estadounidense, como ya hiciesen previamente otros dirigentes internacionales como el brasileño Jair Bolsonaro.
Así, el mensaje pasa por que “se puede vivir con el coronavirus sin paralizar la economía”, a pesar de que en el caso de Trump lo ha hecho con una asistencia médica “incomparable” y amplios recursos públicos que “falsean cualquier premisa que él mismo pone por delante”, según el director del CIDOB.
DIFERENCIAS ENTRE PARTIDOS
El análisis de sondeos elaborado por FiveThirtyEight no percibe grandes cambios a partir del día del contagio, pero sí una ligera tendencia al alza en la proporción de ciudadanos preocupados ‘mucho’ o ‘algo’ por la pandemia, que ha pasado del 65,5 al 66,3 por ciento.
Polémicas aparte, el ‘efecto COVID’ en los sondeos parecía ya decantado antes del contagio del presidente. A principios de septiembre, solo un 37 por ciento de los estadounidenses respaldaba la gestión que el Gobierno federal había hecho de la pandemia, pero entre los republicanos el nivel de apoyo llegaba al 68 por ciento, según un sondeo de Pew Research Center.
Dos de cada tres republicanos creen que se le ha dado más importancia a la COVID-19 de la que realmente tiene, frente al 15 por ciento de demócratas que opinan de esta manera. También se detecta una mayor tendencia entre los seguidores del Partido Republicano a no saber dirimir qué informaciones son reales y cuáles no.
Este sesgo se percibe igualmente a la hora de elegir quién de los dos candidatos estaría más capacitado para gestionar la pandemia. Un 57 por ciento de las personas entrevistadas en un sondeo más reciente de Pew Research Center se inclina por Biden, frente al 40 por ciento que ve mejor a Trump en este ámbito.
El director del CIDOB ha puesto el foco también en las tendencias que ya se detectan en ciertos sondeos y que parecen empezar a castigar al líder republicano no solo por su gestión del coronavirs, “sino por los efectos económicos” que está acarreando la pandemia.
“El electorado empieza a dudar de una de las bazas sociales y de gestión política que tenía esta Presidencia”, que había hecho de la mejora económica y la reducción del paro su principal aval para reivindicar cuatro años más en la Casa Blanca.
VOTO ANTICIPADO
En lo que también estaría influyendo la pandemia es en el nivel de voto anticipado y por correo, que avanza a un ritmo sin precedentes –ronda ya los 50 millones de papeletas– pese a que Trump se ha esforzado a poner en duda el sistema postal y alertar de un posible “fraude”. Biden ha apelado a la participación masiva para que los demócratas vuelvan a sentarse en el Despacho Oval.
“Es difícil prever a quién beneficia”, ha afirmado Morillas, quien ha apuntado que el voto anticipado estaría siendo muy alto en lugares como California, tradicionalmente demócrata, y en Texas, bastión republicano. Sin embargo, “lo que sí está claro es que la cifra no favorece el mensaje de Trump” y sus intentos de “deslegitimar” el voto por correo, ha remachado.
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