Una práctica tan riesgosa como desesperada está generando alarma mundial. Se trata del “bluetoothing”, una forma extrema de consumo de drogas en la que una persona se inyecta sangre de otro usuario que ya se ha drogado, con el objetivo de experimentar el mismo efecto sin pagar por una dosis completa.
Según especialistas en salud pública, este método ha contribuido al crecimiento acelerado de los casos de VIH en países como Fiyi y Sudáfrica, donde las autoridades lo señalan como uno de los factores detrás de brotes recientes. La práctica, mucho más peligrosa que compartir jeringas, puede propagar el VIH y la hepatitis con una rapidez alarmante.
En Fiyi, el número de nuevas infecciones por VIH se multiplicó por diez entre 2014 y 2024, de acuerdo con datos de ONUSIDA, el programa de Naciones Unidas dedicado a combatir el virus. Casi la mitad de las personas diagnosticadas en el país reconocieron haber compartido agujas, aunque no se sabe con precisión cuántas también participaron del intercambio de sangre. El aumento afecta principalmente a jóvenes de entre 15 y 34 años.
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