Si alguna esperanza mínima le quedaba a San Lorenzo en la Copa Sudamericana, la dilapidó en otra noche fatídica en el Nuevo Gasómetro. Tras la renuncia de Diego Dabove y con Leandro Romagnoli como interino, ganaba con apenas una llegada al arco, pero Rosario Central, que siempre fue más, se lo dio vuelta y lo eliminó de la única competencia en la que quedaba con vida.
No le tembló el pulso al Pipi para darle su impronta al equipo en el primer compromiso. Ya había marcado la cancha en la lista de concentrados con las ausencias de Lucas Melano (uno de los refuerzos de Dabove) y Fernando Monetti, el arquero que perdió terreno. Y en la formación hubo cambios: no fueron titulares ninguna de las incorporaciones del saliente DT y Julián Palacios arrancó como enganche.
Pero las variantes no le cambiaron la cara a un Ciclón desalineado hace rato. Difícil corregir en un par de días lo que viene mal de arrastre. Y ante la supremacía en el medio de la visita, Romagnoli modificó el esquema: del 4-3-2-1 al 4-4-2, con Palacios por la derecha y Oscar Romero en el medio.
Encontró un gol con la aparición del pibe Palacios, cuyo centro se desvió en Gastón Ávila y se le metió a Jorge Broun. San Lorenzo fue eso y nada más. Central, con el manejo de Emiliano Vecchio, siguió dominando siempre. Se estaba salvando el local por Sebastián Torrico, el palo y por Franco Di Santo (después salió lesionado), que sacó un cabezazo en la línea.
No pudo resistir mucho más el cuadro de Boedo. Después de un par de situaciones más desperdiciadas, Central llegó a los goles: Federico Gattoni en contra y Vecchio de media vuelta. La justicia en el juego también estuvo en el resultado.