La gran estafa se estrenó en 2001 y fue un éxito de taquilla: recaudó 450 millones de dólares en todo el mundo, lo que la convirtió en la quinta película más vista ese año, y propició dos secuelas. La primera de ellas fue Ocean’s 12 (La nueva gran estafa), la protagonista de esta historia increíble que involucró al Gran Premio de Mónaco de la Fórmula 1 en 2004.
Como parte de la promoción del film protagonizado por algunos de los mejores actores de Hollywood, Brad Pitt, George Clooney y Matt Damon fueron a Montecarlo y estuvieron en los boxes. Pero uno de los equipos, Jaguar, llegó a un acuerdo con los productores para montar una estrategia de marketing en sus monoplazas: colocar un diamante valuado en 300 millones de dólares en la trompa de cada uno de sus autos.
Acorralado económicamente, tras un 2003 en el que había terminado séptimo en el campeonato de constructores, el golpe de efecto le venía bien al equipo británico abastecido por Ford. Decidieron alterar el verde característico del coche con un morro pintado de rojo y con un diamante de la colección del magnate franco-israelí Beny Steinmetz en el medio.
Mark Webber y Christian Klien en la presentación del Jaguar de 2004. Foto EFE
Los pilotos Mark Webber y Christian Klien mantuvieron a salvo los diamantes valuados entre ambos en más de medio millón de dólares durante las prácticas del jueves y la clasificación del sábado. Sin embargo, el domingo 23 de mayo, en la primera vuelta de la carrera lo impensado ocurrió.
En un callejero proclive a los accidentes, el debutante Klien perdió el control de su Jaguar en la primera vuelta y en el sitio más icónico del trazado. Fue antes de entrar a la horquilla de Loews, frente al lujoso hotel Fairmont, cuando no pudo girar en la curva más lenta del circuito y estrelló la trompa contra las protecciones.
Cuando la transmisión oficial captó el momento, el diamante seguía allí. Pero cuando los mecánicos del equipo pudieron llegar al auto, nada había. “En ese momento, debería haberme preocupado por el coche o el piloto. Pero debo admitir que mi pensamiento más inmediato fue para el diamante”, contó Nav Sidhu, uno de los responsables del equipo.
Lo que ocurrió es un misterio porque la atención se desvió enseguida hacia la zona de Tabac, donde Takuma Sato rompió su motor Honda y creó una nube de humo que, de hecho, provocó un temible accidente para Giancarlo Fisichella, cuyo Sauber terminó con las ruedas hacia el cielo tras llevarse por delante a David Coulthard. Ese accidente provocó una bandera roja para limpiar la pista y demoró dos horas la llegada del equipo Jaguar a Loews para recuperar el diamante.
Obviamente, cuando lograron acercarse al auto de Klien, la joya no estaba en la trompa ni perdida sobre el asfalto. Y Steinmetz, que no había asegurado el diamante, sufrió por esa pérdida millonaria porque el misterio nunca se aclaró.
Para diciembre, cuando La nueva gran estafa se estrenó, Jaguar ya había sido vendido a Red Bull, que unos años después inició el camino más exitoso de su historia al encadenar cuatro títulos consecutivos.