Los homenajes siguen y seguirán por mucho tiempo. Y quienes más lo disfrutaron dentro de una cancha sacan desde sus entrañas los sentimientos más potentes. Son los campeones del mundo de México 86, esos a los que Diego Maradona defendió y representó como capitán y mejor que nadie. Ellos, siempre en primera fila, se suman a un momento histórico que duele pero que también sirve para ponderar a una figura única.
“No pudo más, hasta ahí llegó. No pudo soportar más el peso de que en el mundo hablaran de él. En Siria caían las bombas y mientras tanto había una foto de Maradona en la pared. Y vos decís ‘qué grande’. Pero cuando estaba con nosotros no lo veíamos así, lo veíamos como uno más con quien charlar con quien hacer bromas. Por eso es que tengo sensaciones muy distintas. Cuando veía las imágenes de ayer en la que lo van llevando… Dejame de joder. Nos estábamos preparados. ¿Y cómo te preparás para estas cosas”, arranca Oscar Ruggeri en F90 (ESPN) con una descarga emotiva que trasciende la pantalla.
El Cabezón forma parte del elenco estable del programa que conduce Sebastián Vignolo pero esta vez fue el nexo para generar una charla con otros cuatro integrantes del plantel campeón en México y seguir alimentando las emociones y los homenajes que se multiplican tras el fallecimiento de Diego.
“Nosotros pensábamos que era inmortal y nos dimos cuenta de que no”, dice el “Gringo” Ricardo Giusti y le explotan las lágrimas a través de la pantalla de Zoom. Allí también está el “Negro” Héctor Enrique y suma que “Maradona en realidad gambeteó a la muerte, le tiró dos caños, uno de ida y otro de vuelta, pero nos dejó la pelota a nosotros y se fue con sus viejos”. Agrega el exmediocampista: “Nos está esperando a nosotros para formar un equipo de grandes jugadores y de buenas personas”.
Nery Pumpido y el Vasco Olarticoechea se suman. “Yo me enteré mientras iba en la bici y me llamó mi hija –cuenta el exdefensor-. No lo podía creer, dejé la bici y fui a caminar por el campo. Creo que caminé dos horas, mínimo, pensando los momentos que viví y pasé con él. Desde el año 77, viajes, concentraciones, entrenamientos, partidos memorables. Yo concentraba con él y le roncaba bastante. Hubo momentos en que me sacaba a la mierda, pero yo no me escuchaba”.
El arquero campeón en 1986 revela que quiso meter la Copa del Mundo dentro del cajón y enterrarla junto a Diego. “En México él me pasó a mí la Copa y ayer se la devolví, la dejé arriba del cajón. Pero me hubiese gustado dejarla adentro, para que se la lleve con él”.
Los integrantes del plantel argentino campeón del mundo en 1986 fueron junto con los familiares y allegados íntimos los primeros en decirle adiós a Diego en la ceremonia realizada el jueves en la Casa Rosada.
“No se lo veía cómodo en la vida que estaba viviendo. Creo que él necesitaba tranquilidad. Y cuando lo vi, cuando lo vimos, me pareció que había encontrado la tranquilidad. Se va con sus viejos”, remarca Giusti.
Sigue el Negro Enrique: “Me acerqué a Diego y le agradecí lo que hizo por todos nosotros. Nosotros cuando nos fuimos de Argentina para México nadie confiaba, pero fuimos un grupo de hombres, con mucho huevo, con mucha garra, con un técnico de lujo y con Maradona que es lo máximo, que es el fútbol. Pero la pelota de fútbol no se murió porque Maradona no permitiría que la pelota se muera. La pelota está triste pero no se murió. Todos los muchachos del 86 lo vamos a amar siempre a Diego Maradona”.
Giusti marca que “Diego tenía un corazón más grande que el mundo” y subraya que “Diego no es solo el que gambeteaba, jugaba y hacía goles. Era un líder de verdad y un gran tipo, con gestos humanos fuera de la cancha con todos nosotros. Y la gente debe conocer al verdadero Maradona, el que tenía un corazón de oro. Por eso nos cuesta tanto entender esta muerte”.