Aquellos cuentos infantiles con historias fantásticas en medio del agobiante desierto marcaron con la ayuda de la imaginación el insospechado esbozo de atravesar mares de arena bajo el impiadoso sol que empujaba al límite de la supervivencia.
Películas, series y relatos ancestrales destacan características que aparecen a primera instancia cuando se imagina algún desierto de Arabia Saudita. De hecho, todo eso es real. Pero también hay otras situaciones, que parecieran impensadas, que suceden. Y a ellos se enfrenta el Dakar 2022 en el inicio de su derrotero por el país asiático.
El intenso frío y campamentos azotados por lluvias e inundaciones amenazan a la clásica competencia. “Nadie hubiese imaginado todo esto. Pero acá estamos, sorteando un Dakar de invierno”, comentó Sebastián Halpern, el piloto mendocino que se muestra competitivo en la categoría autos, con un Mini.
Es cierto, desde 2020 el Dakar se desarrolla en pleno invierno. Allá a lo lejos quedaron los calores extremos de América del Sur, hasta 2019, cuando se despidió del continente, para instalarse en Arabia Saudita.
Hai’il fue la primera morada del Dakar. El punto más norteño de la competencia, mantuvo una temperatura que osciló entre los 7 y los 14 grados. Y la lluvia, aunque intermitente, se mantuvo presente en el inicio de la prueba.
La organización del Dakar no deja de sorprender a quienes son habitués de esta competencia tan singular como inigualable. La ciudad itinerante compuesta por 3.000 personas se moviliza diariamente. Cada destino puede definirse coloquialmente como “el medio de la nada”.
Pero a diferencia de nuestras grandes ciudades, que pierden energía eléctrica, o suministro de agua cuando más se requieren, aquí no falta ningún servicio. Cada tienda de campaña funciona a la perfección, con una rigurosidad militar en cada una de sus áreas. Hay electricidad, internet, suministro de agua y provisión de combustible para todos los vehículos acreditados en la prueba, entre competidores, asistencia, logística y prensa.
Pero el clima no está bajo el mandato de los franceses que llevan adelante la organización del Dakar, la carrera que nació en 1979 con aquel espíritu aventurero en del desierto africano y soñado por Thierry Sabine.
El Dakar se desarrolla a prueba de cualquier condición. Intensos calores, los fríos insoportables de las noches del desierto. Pero la lluvia es el peor enemigo climático. Si bien las estructuras se arman para cada actividad (el comedor cuenta con mesas para 400 personas, donde el movimiento es permanente), y difieren de las ofrecidas en Sudamérica (aquí en lugar de telas se usan instalaciones similares a los campamentos petroleros o mineros) casi todos duermen al aire libre.
La lluvia y el frío cambian las reglas de juego en el Dakar 2022.
Es que la mayoría de los “dakarianos” de esta extraña y atrapante ciudad duerme cada uno en su propia carpa. Y la lluvia frustra esa labor diaria de armar el único espacio de privacidad.
“A diferencia de Argentina, o el resto de América del Sur, aquí las etapas son más cortas. Hay poco margen con luz natural, por lo que la organización debe ofrecer una actividad exigente, pero además asegurarse que se controle la competencia durante el día”, comentó el piloto argentino Orly Terranova, que tiene una gran experiencia en el Dakar, ya que debutó cuando aún la prueba se efectuaba en África. Los datos avalan la palabra del mendocino. Aquí el sol se asoma en el horizonte a las 7.04 y se oculta a las 17.19.
La primera gran variación del Dakar 2022 se dio en la segunda etapa. Debió realizarse la “Etapa Maratón”. Se denomina así a la jornada en la que los competidores finalizan y pasan la noche en un campamento donde no están los equipos. Por lo que sin la asistencia mecánica de sus propias estructuras, cada tripulante debe arreglarse por sus propios medios ante un eventual inconveniente en su vehículo.
Al margen de la carrera en sí, paralelamente se disputa el “Dakar Classic”, una prueba reservada a vehículos construidos hasta el año 2000. La segunda etapa de esta prueba de regularidad con modelos del ayer fue cancelada, por lo que apenas hubo un “desfile” rumbo a Al Quasumah.
La lluvia y el frío cambian las reglas de juego en el Dakar 2022.
El “bivouac” estaba preparado en Al Artawiyah. Pero las tormentas anularon a la “Etapa Maratón”. El lugar se inundó y la caravana debió continuar su viaje rumbo a Al Quaisumah, el extremo este del país, muy cerca del límite con Kuwait. Si bien allí también cayó agua (enero es el más lluvioso del año, con un promedio de 10 milímetros), el suelo duro, como si fuese una arcilla compacta, mantiene los espejos de agua por mucho tiempo.
Esta modificación obligó a todos los pilotos a recorrer unos 800 kilómetros de un punto a otro, entre prueba especial y enlace. Y a los demás, unos 630 kilómetros. Claro que no todos se trasladan por tierra. El cuerpo médico, organizadores, la mayoría de la prensa y otros actores lo hacen diariamente en avión.
La comunicación aérea es vital en el Dakar. Si no hay visibilidad, las etapas se retrasan o se cancelan, ya que los helicópteros garantizan la rápida asistencia para quienes se accidentan. Por ello, la tradición, nacida en África, indica que cada “bivouac” se instala lo más cerca posible al aeropuerto local. Y si está contiguo, es ideal.
A diferencia de 2021, cuando el Covid azotó al Dakar y las vacunas recién eran incipientes, el campamento parece mucho más relajado. Es que hace un año las burbujas eran impenetrables. Había boxes para almorzar o cenar y los integrantes de cada equipo no podían intercambiarse con otras personas.
Había dos carpas de prensa, para distribuir a cada enviado. Ahora se volvió a la vieja usanza, de una sola estructura que cobija a un centenar de periodistas y fotógrafos.
La sala de prensa itinerante del Dakar 2022.
El “espíritu Dakar” que se manifiesta entre los competidores, de detenerse para auxiliar a un rival, y contemplado en el reglamento, se extiende en el campamento. Es habitual ver mecánicos de un equipo solicitando material a otras estructuras. Y lo mismo sucede, por ejemplo, entre la prensa. Las necesidades y la amabilidad exceden las barreras idiomáticas y las obligaciones horarias para enviar los materiales.
Dos semanas de convivencia en el mundo dakariano. Pese a los traslados diarios, al poco (y mal) descanso, al trabajo a contra reloj y las diversas contingencias únicas, el Dakar es atrapante. Posee un encanto difícil de describir y que, en su mayoría, al finalizar la carrera, ya comienza a proyectar el siguiente compromiso a un año de distancia…
El recorrido
Hai’il. Arabia Saudita. Especial para Clarín.