Gabriel Ávalos convirtió el miedo en rabia, y la rabia en justicia poética. Lo que comenzó como un robo común en un colectivo de Ramos Mejía terminó con el ladrón suplicando por su privacidad. La historia, que ya es viral en redes sociales, expone un insólito giro del destino.
Así se desarrolló el hecho:
– 08:00 hs: Un motochorro le arrebata el celular a Ávalos en pleno viaje hacia su trabajo.
– Durante la persecución: El delincuente pierde su propio teléfono al forcejear con la víctima.
– Descubrimiento clave: Gabriel desbloquea el dispositivo con la obvia clave “1234” y encuentra un arsenal de fotos y videos íntimos del ladrón.
Ante la indiferencia de los contactos del ladrón (que lo bloquearon al recibir mensajes de Gabriel), la víctima escaló el conflicto: publicó las imágenes comprometedoras en las redes sociales del propio delincuente, que estaban abiertas en el dispositivo.
El motochorro, identificado como residente entre Barracas y Ciudadela, no tardó en aparecer. Pero lejos de pedir disculpas, estalló contra Ávalos: “Flaco, no me podés escrachar así. No ves que tengo familia”, increpó, según el relato de la víctima.
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