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El Pulpo González y el llanto desconsolado al salir luego de un primer tiempo soñado ante el equipo que lo había dejado libre

Cuando arrancó esta Copa Libertadores era hombre de Racing. Hoy es jugador de Boca y está festejando la clasificación de su equipo a las semifinales del torneo que todos quieren ganar en Sudamérica. Es Diego González, el Pulpo, que en la noche del miércoles en la Bombonera se convirtió, hasta que su cuerpo aguantó ,en el termómetro del equipo de Miguel Russo que logró revertir la serie para ser uno de los cuatro mejores del continente.

El hombre surgido en Lanús fue uno de los pilares del mediocampo que le ganó la pulseada a la Academia y terminó inclinando la cancha en la Bombonera a favor del dueño de casa. El lunar fue la lesión muscular que lo obligó a dejar el campo de juego apenas comenzado el segundo tiempo.

Se fue entre lágrimas, reemplazado por Nicolás Capaldo y con una bronca extra large por no haber completado el partido. Aunque a la larga sabrá que el fútbol le dio revancha y que cuando pase este desgarro -¿llegará a los partidos contra Santos?- tendrá la certeza de que volvió a ser importante en un cancha.

La historia del Pulpo cambió el 21 de octubre de este año cuando en Racing llevaba 14 meses sin jugar por una lesión y no asomaba en los planes de Sebastián Beccacece. Por pedido del futbolista, en Avellaneda accedieron a darle el pase libre para que volviera a Lanús, el club donde se formó y donde estaban dispuestos a abrirle nuevamente las puertas para que volviera a empezar luego de la rotura de ligamentos que había sufrido el 29 de agosto de 2019, en Arroyito, contra Rosario Central.

Sin embargo, el Pulpo jamás llegó a Lanús. En lugar de tomarse el Roca y bajar dos estaciones hacia el Sur del Conurbano. En Avellaneda, en la estación Kosteki y Santillán, se fue al andén de enfrente y enfiló para Constitución. Y de ahí encaró derecho para La Bombonera para firmar con Boca.

Mucho tuvieron que ver Juan Román Riquelme y Miguel Russo, quienes sabían que al Pulpo le sobraba carácter para ponerse la camiseta de Boca y aportar orden en el mediocampo y, por qué no, llegada para acompañar a los delanteros.

Así fue cómo González llegó a Boca. Y así fue cómo hubo un poco de bronca en Racing que jamás habría accedido a reforzar a rival que terminó siendo su verdugo en la Copa Libertadores con el Pulpo como titular y como factor clave en ese primer tiempo en el que el equipo de Russo lo pasó por encima.

El final no fue el soñado para González, que hace dos fines de semana había vuelto al gol en el partido contra Arsenal (1-1) por la Copa Maradona. Apenas comenzado el segundo tiempo debió dejar la cancha con evidentes señales de dolor. Se fue llorando, como sabiendo que el cuerpo volvía a jugarle una mala pasada cuando volvía sentirse vivo e importante en la estructura de un equipo que ahora va por todo en la Copa Libertadores.

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