Enzo Vargas de las Viñas al campo de juego para romper redes
El reloj suena temprano, así es todos los días, salvo el domingo que puede descansar un poco más. A las 7.00 ya está en la finca para trabajar en los parrales o en las plantaciones.
No le esquiva el bulto al trabajo el fanático de River y de Peñaflor, aunque hace poco que llegó a la institución del departamento San Martín. Un almuerzo rápido con los compañeros y a continuar hasta las tres de la tarde.
Subirse a la bici y derecho a casa, paso por la ducha rápida, cargar el bolso y partir en la misma bici hasta el estadio Augusto Pulenta. Si la jornada laboral fue intensa o más tranquila, no importa para el profe. Todos son exigidos al máximo y el primero en la fila siempre es él: Enzo Vargas.
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