“¡Por fin publicaron el mapa!”, escribe Alonn, un luxemburgués de 28 años que vive en Israel desde 2016. “Sí, seguramente haya muchas personas despistadas que terminen yendo a cualquier otro lado”, le responde Itzik, un canadiense de 30 que está por mudarse a Haifa en las próximas semanas. El chat pertenece a un grupo de Whatsapp de nuevos inmigrantes LGBT+, “olim” en hebreo, personas de la comunidad queer que llegaron en los últimos años a Israel y todavía se sienten más cómodos hablando en inglés. Ese grupo es uno de los tantos que integran el colectivo y que marcharán durante todo el viernes por las calles de Tel Aviv.
El chiste y los comentarios sobre el nuevo mapa de la Marcha del Orgullo de Tel Aviv tiene que ver con que, por primera vez en décadas, el desfile no terminará frente a las orillas del Mediterráneo sino en un parque público. ¿La razón? Toda la ciudad está en obra, entre la construcción de un metro y un tren suburbano, y la municipalidad pensó que es más sensato, por temas de seguridad, evitar aglomeraciones públicas en un lugar que está tomado por estos trabajos. La cita, entonces, empezará esta vez en el Parque Hayarkon para seguir por una avenida, el Boulevard Rokach, y terminar en la plaza conocida como Ganei Yehoshua.
“Muchos en la comunidad sienten que hemos sido empujados hacia fuera de la ciudad porque usualmente la ciudad mira y participa”, comenta Roy Freeman, un inglés de 48 años que se mudó a Israel en 2012 y decidió armar LGBT Olim, este grupo social que organiza reuniones presenciales, virtuales e híbridas, al año siguiente de su llegada. “En ese momento había muy pocas actividades disponibles para nuestra comunidad, salvo que tu hebreo fuera fluido, así que armé esta agrupación para angloparlantes. Estamos en cuatro ciudades de Israel y les damos la bienvenida a todos los que hablen inglés, ya sea como lengua materna o adquirida, al tiempo que brindamos cursos de hebreo LGBT+. Las escuelas de hebreo se llaman ulpan y la nuestra Qulpan, porque es un curso queer”, apunta.
Más allá del cambio de ruta y de la multiplicidad de idiomas que se van a escuchar, Tel Aviv se está preparando para ofrecer una fiesta. Y no una fiesta como cualquier otra. Es que, después de más de dos años de pandemia en las que las celebraciones del orgullo por la diversidad sexual se dieron de manera virtual o híbrida, este año vuelve la calle. Si en 2019 se marcó el record de asistentes, nada más y nada menos que 250.000 personas marchando por la costanera en un verano particularmente fuerte, las predicciones más optimistas indican que el número se podría superar este año. Y no sólo por la necesidad de gran parte de la comunidad LGBT+ israelí de volver a verse las caras y los cuerpos en esta ceremonia colectiva, sino también porque esta marcha es la que marcará el tono de las que tomarán la posta durante junio y julio en las ciudades más importantes de Europa. No son pocos los turistas europeos que viajan especialmente para participar de una de las fiestas más conocidas del mundo entero. Celebrar y reclamar, celebrar y reclamar: de eso se trata, en definitiva, la identidad queer.
Además del parade central de este viernes, en el que las banderas del orgullo flamearán en conjunto con las distintas representaciones de la comunidad queer, la ciudad viene ofreciendo una serie de eventos bien diversos desde fines de mayo y que continuarán hasta fines de junio. Desde la presentación de Bianca del Río del fin de semana pasado hasta el show de drag queens inspirado en Eurovisión, habrá ciclos de debate, películas queer, fiestas para osos y un largo etcétera. Eso sí: hay que tener entrada anticipada desde hace al menos un mes o lanzarse a los brazos del azar y ver qué puede haber de último momento. Fiestas no van a faltar.
“La ciudad de Tel Aviv es el hogar de cada minoría que reside aquí y que continúa marchando con la comunidad LGBT+ para continuar en la pelea por sus derechos igualitarios”, dijo el alcalde de Tel Aviv, el laborista Ron Huldai, al presentar la marcha ante la prensa internacional hace unos días. “La cultura del orgullo”, continuó Huldai, “ha desarrollado muchas tradiciones durante los años, y estas van a ser reflejadas en los eventos de 2022, que van a simbolizar de cierta manera el retorno al orgullo y permitir que cientos de miles de personas particién en una muestra de tolerancia, inclusión, diversidad y aceptación del uno al otro”. De la Tierra Prometida a la Fiesta Prometida, todo en el mismo lugar.
“Poder celebrar quién soy en Medio Oriente es un privilegio”
Idan Matalon, un influencer israelí de 277.000 seguidores, habla con Infobae en un español perfecto. Como parte de su generación, el joven nacido en 1988 aprendió español mirando telenovelas argentinas. Y se siente feliz de participar de los eventos de este año desde su lugar de figura pública. Es que fue el primer youtuber israelí en grabar un video sobre su salida del closet y se convirtió tanto en un activista LGBT+ como en una celebridad digital. “Para mí, Tel Aviv es la ciudad más gay del mundo, en serio. Puedes ser tu mismo, vestir como quieres, estar con tus amigos, besarte en la calle. No vivo la vida gay nocturna con las fiestas y tal, pero sí con mis amigos, tomando café, caminando por las calles, paseando con mis perros. Siento el ambiente gay cada vez que camino por las calles y es algo que no puedo sentir en otras ciudades”.
Julieta Germano, una argentina de 28 años, se mudó a Israel hace casi un año y coincide con el diagnóstico de Matalon. “En Tel Aviv, veo mucha diversidad y mucha libertad de expresión en este sentido, al menos en los meses que llevo viviendo acá”, le dice a Infobae. “Ver nuestras banderas por todos lados no sólo en las ventanas de la gente, sino incluso en las municipalidades junto a la bandera de Israel, es hermoso”, resume.
Julieta se define como una persona pansexual, actualmente de novia con un hombre cis. Y aclara: “Lamentablemente, no veo tanta representación al respecto todavía, ni acá en Israel ni en ningún lado. Hay todavía mucha discusión y confusión respecto a la bisexualidad y otras identidades diversas y, cada tanto, veo alguna bandera colgada en una ventana, personas con un pin o una cadenita… Generalmente se ve la clásica bandera del arcoiris, que originalmente nos representaba a todes….y de hecho yo también la tengo en mi ventana”.
Axel Garland nació en 24 años en Perú y hace cinco que vive en Israel. Se define como una persona bisexual y le dice a Infobae: “Poder celebrar quién soy en un país del Medio Oriente no tiene precio y es un privilegio que ojalá todos pudieran tener”.
“Siento que por haber venido de una cultura más conservadora”, explica Garland, “Tel Aviv jugó un rol importante en permitirme entender más sobre mi identidad y de cómo encajo en una comunidad formada mayormente por hombres gays”.
Más allá de sus diferencias a la hora de pensar sobre la comunidad LGBT+ en Tel Aviv, Idan, Julieta, Axel y miles de otros jóvenes y no tan jóvenes van a desfilar en las próximas horas para decir, para explicar y recordar que el orgullo es una tarea cotidiana y que, incluso en el país de Medio Oriente que más ha avanzado en la materia, aún quedan muchas batallas por dar. Y más allá de los números, más allá de las polémicas y de las discusiones interminables, la causa del Pride, la causa del orgullo, tiene que ver con que las vidas concretas de personas tangibles sean mejores, sean vividas con un ejercicio cada vez más pleno de los derechos. Y es por esos motivos que los entrevistados, y tantos otros, van a decir presente hoy y siempre.
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