Mantener una cocina limpia no solo es fundamental por cuestiones estéticas, sino también por la salud. A pesar de las frecuentes limpiezas, en todos los hogares existen rincones que, aunque invisibles, son auténticos reservorios de bacterias.
Y según investigaciones microbiológicas recientes, el lugar más sucio de la cocina no es la esponja ni la mesada, sino un punto que generalmente pasa desapercibido: los interruptores de luz.
A simple vista, estos pequeños dispositivos parecen inofensivos, pero su ubicación al alcance de todos y el contacto constante con las manos los convierten en un imán de microorganismos.
¿Por qué? Porque generalmente se tocan al manipular alimentos, muchas veces sin haber lavado las manos previamente.
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