Un preso que dio un giro en su vida gracias al rugby. De eso trata el cortometraje “Ezequiel Baraja”, estrenado este lunes con el nombre de su protagonista como título.
Una serie de malas decisiones y amistades equívocas lo habían guiado hacia el delito, y un robo a mano armada fallido lo llevó a quedar detenido.
Fueron 10 años tras las rejas, por dos condenas. Pero dentro de la cárcel su destino comenzó a cambiar, al unirse al equipo de rugby carcelario Los Espartanos.
Después de tanto tiempo en la cárcel, que incluyó varios días en “El Buzón” (como se conoce entre los reclusos a la celda de castigo), recuperó su libertad y en esa condición decidió volver al penal ya como entrenador de Los Espartanos, para mostrarles a otros que se puede.
Ezequiel Baraja trabaja en el programa BAP de asistencia a gente en situación de calle del Gobierno de la Ciudad y el rugby no es la única pasión que descubrió para dejar atrás su vida delictiva.
Además, se convirtió en un avezado escalador que ya subió al Aconcagua y en Rusia al Monte Elbrus, el pico más alto de Europa.
Esta transformación es desarrollada durante los 6 minutos y 31 segundos que dura el cortometraje, el tercero de la serie Signature Shortfilms.