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Extraña incertidumbre en Alemania: el sucesor de Angela Merkel se definirá entre la coalición “semáforo” o la “Jamaica”

El candidato del Partido Socialdemócrata (SPD) a la Cancillería alemana, Olaf Scholz, saluda tras los primeros datos del recuento de votos de las elecciones generales celebradas en Alemania (Foto: REUTERS)
El candidato del Partido Socialdemócrata (SPD) a la Cancillería alemana, Olaf Scholz, saluda tras los primeros datos del recuento de votos de las elecciones generales celebradas en Alemania (Foto: REUTERS)

(Chicago – Especial para Infobae) – El domingo hubo un claro vencedor en las elecciones generales de Alemania. Su nombre es Olaf Scholz. Consiguió revivir su casi inerte Partido Socialdemócrata (SPD) en tan solo unos meses de campaña y recibió más votos que cualquier otro candidato. Logró maximizar sus posibilidades hasta el punto de que podría llegar a la Cancillería en unas semanas. Lideró la resurrección de su partido y muchos piensan que se merece la oportunidad de armar un gobierno de coalición que termine con los 16 años de reinado de Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller saliente Angela Merkel.

Pero entre ellos no está Armin Laschet, el candidato que llevó esta vez la CDU, y que a pesar de haber perdido la elección -por un muy estrecho margen de 1,6%- está convencido de que se trata de “un empate técnico” y que él también podría formar una coalición de gobierno.

Esto deja todo en manos de los partidos que obtuvieron el tercer y cuarto puesto: el Partido Verde (PV) y de los Demócratas Libres (FDP). Serán ellos los que terminen por dirimir quién va a liderar el nuevo gobierno. En manos de ellos está la suerte tanto de Scholz como de Laschet. Por ahora -y hasta que la necesidad se convierta en herejía- está claro que quedan afuera la extrema derecha del AfD, que recibió muchos menos votos que en las anteriores elecciones de 2017, y el Partido de la Izquierda que obtuvo su peor resultado en muchos años.

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El socialdemócrata Scholz se siente con derecho a tener la primera opción para formar gobierno y así lo dijo en su mensaje entre los festejos del domingo por la noche en Berlín: “Los ciudadanos de este país quieren un cambio. Quieren que el próximo canciller sea el candidato del SPD”. Pero el conservador Laschet no quiere ceder. Aunque su partido recibió el porcentaje de votos más bajo de su historia en la Alemania de la posguerra, Laschet al menos consiguió frenar la rápida caída de su partido en los últimos días antes de las elecciones. Contribuyó a que la CDU y su partido hermano bávaro, la Unión Socialcristiana (CSU) -conocidos colectivamente como la Unión- no cayeran abajo del 20%, y esto le deja abierta la posibilidad de gobernar. También cree que tiene el derecho a construir la próxima coalición. “Un voto a favor de la Unión es un voto en contra de un gobierno federal bajo la dirección de la izquierda. Y por eso haremos todo lo posible para construir un gobierno bajo el liderazgo de la Unión”, dijo.

Armin Laschet, el candidato de la Unión cristianodemócrata (CDU) que salió segundo (Foto: Reuters)
Armin Laschet, el candidato de la Unión cristianodemócrata (CDU) que salió segundo (Foto: Reuters)

Esto marca el estancamiento político que ya venían prediciendo las encuestas durante la campaña. Un empate que probablemente lleva a Alemania a varias semanas de laboriosas negociaciones durante las cuales se sondearán distintas coaliciones. También surge de estos comicios que la Era de los partidos fuertes y de gran electorado ha terminado, al igual que la de las coaliciones estables de dos partidos. La mayoría de las futuras coaliciones de gobierno incluirán probablemente tres partidos, lo que hará que la búsqueda de compromisos sea aún más difícil que en el pasado. “Casi parece que los votantes no quieren que ninguno de los partidos pueda gobernar como les gustaría. Como si quisieran que todos los líderes de los distintos partidos se vigilen mutuamente para que nadie se precipite. La forma perfecta de control y equilibrio”, fue el análisis de la prestigiosa revista alemana Der Spiegel.

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Las dos posibles coaliciones que se consideran más probables son la que en la jerga política alemana se conoce como “Semáforo”, por los colores que identifican a los partidos: el trío del SPD, los Verdes y el FDP (rojo, verde y amarillo, respectivamente); o la “Jamaica”, también por la tonalidad de las agrupaciones que coinciden con las de la bandera de ese país y que estaría integrada por la Unión, los Verdes y el FDP (negro, verde y amarillo, respectivamente). Hay una tercera opción que es la misma que gobernó como “la gran coalición” de los últimos ocho años entre la Unión y el SPD. Aunque ambos partidos dejaron claro durante la campaña que no tenían ningún deseo de volver a formar un gobierno de este tipo, y menos como socio menor. ¿Cuál es entonces el futuro de Alemania en la era post-Merkel? ¿Un gobierno conservador-liberal con un tinte verde? ¿O una coalición SPD-Verdes con un correctivo liberal del FDP?

El jefe del FDP, Christian Lindner, dejó claro al principio de la campaña que prefería una alianza con la Unión bajo un posible canciller Laschet. Los dos son amigos y trabajan bien juntos. Además, los dos partidos se unieron durante los últimos cuatro años en una coalición de gobierno en el estado de Renania del Norte-Westfalia, donde Laschet es gobernador. Y hay grandes coincidencias ideológicas. Ambos partidos quieren evitar las subidas de impuestos y tienen una estrategia climática que se basa en gran medida en las mejoras tecnológicas combinadas con la reducción de la burocracia para la construcción de parques eólicos o solares, por ejemplo.

La candidata de los Verdes, Annalena Baerbock, que tiene en sus manos una carta importante de negociación junto a su colega Robert Habeck de los liberales para formar cualquier coalición (Foto: EFE)
La candidata de los Verdes, Annalena Baerbock, que tiene en sus manos una carta importante de negociación junto a su colega Robert Habeck de los liberales para formar cualquier coalición (Foto: EFE)

Por lo tanto, la postura del Partido Verde será decisiva. Pero hay diferencias internas. Mientras que la líder del partido y candidata, Annalena Baerbock, ya dijo que ve la mayor coincidencia política con el SPD, el copresidente del partido, Robert Habeck, es partidario de mantener todas las opciones abiertas. En Berlín se especula con que Habeck quiere ser el próximo ministro de Economía más allá de cuál sea el socio de gobierno. Y aunque los Verdes tendrían una posición difícil en una coalición con la Unión y el FDP, podrían conseguir mucho en la negociación. Por ejemplo, podrían quedarse con muchos más ministerios de los que le corresponderían por su peso electoral y manejar todo lo que tenga que ver con el medio ambiente.

Los próximos serán días de declaraciones altisonantes y de negociaciones febriles. Tanto Scholz como Lachet van a querer sonar “cancillereables”. Se tendrán que mostrar amplios pero firmes, negociadores con límites claros, y con la convicción de que no sólo podrán conducir a Alemania, sino que también podrán estar al frente de la locomotora de la Unión Europea. En síntesis, más allá de los colores de la coalición, que el próximo canciller se parezca lo más posible a Angela Merkel, la mujer que manejó con tanto éxito a la Alemania de los últimos 16 años.

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