Cuando Ivo Karlovic agarró por primera vez una raqueta, a los seis años, no le gustaba el tenis. Pero luego decidió darle una segunda oportunidad y el flechazo fue instantáneo. El croata se enamoró de este deporte y empezó a pasar muchas horas dentro de las canchas de su Zagreb natal. Hoy, con 42 años y 21 como profesional, está viviendo el tramo final de su carrera. Pero a pesar de ser uno de los más veteranos del circuito -“Soy muy, muy viejo, pero sigo acá”, bromeó más de una vez, con su buen humor característico-, continúa siendo uno de los mejores sacadores y deja su huella cada vez que sale a la cancha.
Incansable, en el US Open se dio el gusto de establecer un récord especial gracias a su vigencia. Ubicado en el 221° lugar del ranking, debió disputar la clasificación para acceder al cuadro principal. Y sin nada que perder, hilvanó tres victorias, con 66 aces de por medio: venció en dos parciales al serbio Nikola Milojevic (26 años), en tres al boliviano Hugo Dellien (28) y otra vez en sets corridos al japonés Yuichi Sugita (32).
Se convirtió en segundo jugador más veterano en superar la clasificación de un Grand Slam en la Era Abierta, detrás del australiano Malcolm Anderson, quien tenía casi 43 cuando lo consiguió en la edición 1977 del Abierto de Australia.
“Si mi mente está en el lugar adecuado, si siento la motivación y la tranquilidad en mi cabeza, siento que puedo ganarle a cualquiera. Cuando te vas haciendo mayor, no siempre es fácil disfrutar en pista. Pero pasé tiempo lejos de la competición y ahora me estoy sintiendo muy bien en las canchas”, contó horas antes de caer en la primera ronda por 6-3, 7-6 (7-3) y 6-3 ante el ruso Andrey Rublev, quinto favorito, en la que fue su 17° participación en el “grande” norteamericano y la 63° en un torneo de esta categoría.
El partido podría haber sido su última función como profesional. Es que antes de desembarcar en Nueva York, había comentado que allí le bajaría el telón a su carrera. Pero su gran rendimiento en la qualy lo hizo replantearse el retiro.
“Todavía no sé qué voy a hacer, lo decidiré cuando vuelva a casa. Necesito poner un límite, ver cuál es mi ranking y qué es lo que quiero hacer. Esta semana lo he hecho genial y he disfrutado muchísimo, pero necesito pensar y ver si de verdad quiero volver al circuito Challenger. Ahora mismo la decisión está en un 50-50”, afirmó tras su eliminación.
Sea cual sea su decisión, el croata sabe que tiene un lugar garantizado en la historia del tenis. Es considerado uno de los mejores sacadores de todos los tiempos y tiene en su poder el récord de más cantidad de aces: con los 19 que sumó ante Rublev, llegó a 13.728.
Y a fines de 2011, logró un servicio de 251 kilómetros por hora, que fue durante un tiempo el más veloz de la historia. Lo superó en marzo de 2012 el estadounidense Sam Groth, que en un challenger sirvió a 263 kilómetros por hora.
Karlovic se despidió en la primera ronda ante Andrey Rublev. Foto AFP
Su potente saque, resultado de la combinación de su gran altura (con 2,11 metros es uno de los dos jugadores más altos del circuito junto al estadounidense Reilly Opelka) con una técnica impecable, fue siempre su mejor arma.
Le permitió conquistar ocho títulos de singles, llegar al 14° lugar del ranking mundial y ser una pieza clave en la conquista del título de la Copa Davis que su país ganó en 2005. Y darse el gusto de ser uno de los pocos tenistas que tiene un récord positivo ante el número uno del mundo, Novak Djokovic, a quien le ganó dos de los tres partidos que jugaron.
Una infancia difícil
Aunque no todo fue siempre color de rosa en la vida y la carrera de Karlovic. El croata recordó a fines del año pasado, en el sitio Behind the Racquet, lo difícil que fue su infancia en la ex Yugoslavia, en medio de la Guerra de los Balcanes.
“Crecí allí durante la guerra. Algunos jugadores lograron salir del país, pero nosotros no teníamos mucho dinero. Hubo meses en los que no podíamos comer mucho ni salir a la calle porque había aviones sobre nuestra ciudad y teníamos que buscar refugio“, comentó.
Karlovic es considerado uno de los mejores sacadores de todos los tiempos. Foto AFP
Durante algún tiempo, Karlovic jugó también al básquetbol. “Lo practiqué hasta los 13. Era alto y me movía bien, así que los entrenadores me hicieron jugar contra jóvenes de 18, pero eso no me gustó. Quizás podría haber ido a la NBA“, afirmó. Terminó decidiéndose por el tenis, pero sus primeros años como profesional no fueron sencillos.
“Desde los 21 pasé tres años en el puesto 300 del mundo. Me desanimé porque veía a mis compañeros alcanzar posiciones más altas. No tenía auto y viajaba solo. Pensé en dejarlo antes de llegar al máximo nivel. Pero en tenis, no puedes ser realista. Tienes que ser un soñador. Cuando eres joven, estás lleno de alegría y esperas ser el número uno en el mundo. Luego te haces mayor y te das cuenta de que el camino es duro y requiere suerte”, relató.
Y agregó: “Con el tiempo, mi carrera se volvió monótona y luché por mantenerme motivado. Todavía puedo levantar pesas y correr como lo hacía hace diez años, pero he empezado a cuestionarme porque la gente dice que estoy envejeciendo”.
“Crecí durante la guerra. Hubo meses en los que no podíamos comer”, contó Karlovic. Foto AP
La pandemia, que lo obligó a pasar más tiempo en su casa -“Mis hijos se acostumbraron a tenerme cerca y es difícil dejarlos ahora”, contó-, lo llevó a pensar seriamente en el retiro.
Pero su paso por Nueva York, donde hilvanó tres victorias consecutivas por primera vez desde noviembre de 2019, cuando fue finalista en el challenger de Houston, reavivó ese amor que nació hace muchos años en su Zagreb natal.
¿Habrá sido la última función de Karlovic? Habrá que esperar para saberlo. Si así fue, el tenis lo extrañará.