La derrota de River ante Sarmiento no solo significó un golpe futbolístico, sino también un quiebre emocional con su gente. El Monumental, acostumbrado a las noches de celebración, se convirtió este domingo en un hervidero de enojo y frustración, que sumó la cuarta derrota consecutiva por el torneo local. Desde las tribunas bajaron fuertes cánticos contra los futbolistas y el clima se volvió cada vez más tenso a medida que el equipo seguía sin respuestas.
Promediando el segundo tiempo, los hinchas comenzaron a entonar el clásico “movete, River, movete”, un grito que se transformó en reclamo abierto por la falta de actitud y reacción del plantel. Minutos después, el estadio rugió con un contundente “jugadores, la c… de su madre, a ver si ponen huevos”, que reflejó el fastidio generalizado ante el pobre rendimiento.
La imagen final fue elocuente: silbidos ensordecedores cuando el árbitro marcó el final y una gran cantidad de butacas vacías mucho antes del pitazo. En los últimos veinte minutos, miles de hinchas decidieron abandonar el estadio, cansados de un equipo que no contagia y de actuaciones que ya generan preocupación.
Los futbolistas, visiblemente incómodos, intentaron refugiarse en protestas hacia el arbitraje, aunque las decisiones del juez fueron correctas. No hubo errores que justificaran el resultado, y eso aumentó la indignación del público.
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