Para el goleador de Boca, el presente es de resurrección. Corriendo desde atrás, se anotó en la recta final como candidato a quedarse al título y más allá de la construcción colectiva, Darío Benedetto fue una pieza fundamental para el presente: dos goles, uno en el Superclásico y otro ante el Granate, ambos en el segundo tiempo de los partidos.
“No solamente (el entrenador de Boca) Hugo (Ibarra), nosotros sabíamos que iba a ser complicadísimo este partido. Ellos están muy mal en la tabla, necesitaban los tres puntos, nosotros necesitábamos ganar así que el que hacía el gol ganaba y fuimos los justos ganadores”, indicó Benedetto después del partido.
“Estamos contentos porque sabíamos que iba a ser difícil. Teníamos que estar todo metidos: los titulares y los que estaban para entrar. Por suerte llegó el gol”, indicó antes de elogiar la asistencia recibida.
“La jugada es de Fabra. Yo sabía que iba a pasar y por eso me quedé atrás, esperando la pelota… la jugada es toda de él”, festejó el delantero que reconoció que la condición de suplente no le sienta bien.
“Cuesta entrar desde el banco, pero me voy contento. Me voy a abrazar con mi esposa, con mis hijos. Me voy contento por el gol, pero mucho más porque es muy destacada la actuación de todo el equipo”, señaló.
La racha de Pipa
Hasta el gol ante River, Benedetto no convertía desde el 15 de junio pasado cuando Boca venció a Tigre 5 a 3 en la Bombonera. Esa noche lo hizo por duplicado. Después el arco estuvo esquivo en siete partidos del Torneo, dos de la Libertadores y uno de la Copa Argentina. Ahora, lleva dos seguidos.
La sequía lo tuvo a maltraer: falló dos penales en la catastrófica noche de eliminación contra Corinthians -uno en el tiempo regular y otro en la definición- y otro ante Talleres. Además, quedó apuntado por la pelea a golpes de puño con Carlos Zambrano, en el entretiempo del duelo frente a Racing en Avellaneda.
Eso ya es pasado: ahora alcanzó los 59 goles en Boca, en los 109 partidos que lleva acumulados. Nada menos que un gol cada dos partidos.