Al torneo argentino le sobran desprolijidades y partidos, pero nunca le faltan emociones. Ni condimentos de esos que no se encuentran tan fácil en otras ligas. Este final, la llamada fecha del morbo, parece escrito por un guionista empeñado en que no falten discusiones en los programas de televisión ni en la calle.
Se preguntan todos: ¿qué tienen que hacer Independiente, sobre todo, y River, convertidos en jueces ante la posibilidad de beneficiar o perjudicar a sus máximos rivales? Desde la ética no hay discusión: se sale a la cancha para tratar de conseguir el mejor resultado posible.
Sin embargo, lo otro (las suspicacias y las sospechas), no es un invento periodístico, más allá de que se lo potencie hasta la exageración. Hay hinchas convencidos de que hay que ganar y hay otros que prefieren perder a beneficiar al enemigo.
Pero el guionista, no conforme, agregó que Julio Falcioni dirigirá por última vez a Independiente y están quienes recuerdan su pasado conflictivo con Juan Román Riquelme. Por si faltaba algún otro elemento será también la despedida en un partido oficial de Marcelo Gallardo del banco de River. ¿Puede pesar eso también?
Lo concreto es que hoy juegan, desde las 17, separados por unas cincuenta cuadras, y custodiados por más 6 mil efectivos de seguridad, Boca-Independiente y Racing-River. Nadie que le guste el fútbol podrá estar indiferente. Las cuentas son claras: Boca tiene un punto más que Racing y si gana será campeón sin importar lo que pase en Avellaneda. Y en el Cilindro, si es River el que triunfa tampoco habrá que hacer más cálculos.
Pero si el equipo de Ibarra no logra los tres puntos irreversibles se abre el abanico de posibilidades: con derrota y empate de Racing, habrá una final; con derrota y victoria de los de Gago el campeón será albiceleste; con empate en la Bombonera se consagraría Racing ganando.
Se habla demasiado de Independiente y River, pero ¿qué pasa con Boca y Racing en sus partidos en los que la cabeza puede ser más importante que los pies?
Boca depende de sí mismo
Competir hasta el final. Esa es la premisa de Boca, que se acostumbró a estar en las definiciones de cada torneo doméstico, más allá de cuántas vueltas olímpicas haya dado. Se trata de un instinto de supervivencia lo de este 2022 porque en al menos dos momentos del año tuvo que pasar una turbulencia fuerte y aún así está luchando hasta el cierre.
Debió sacar adelante un escenario complejo con Sebatián Battaglia (tras un empate ante Godoy Cruz estuvo a punto de dejar el cargo) quien finalmente encarriló al equipo después de un cruce duro entre Almendra y Benedetto y lo metió en un desenlace de la Copa de la Liga (eliminó a Defensa y Justicia y Racing) que lo tuvo campeón en una final ante Tigre por goleada: 3 a 0 en Córdoba. Y de nuevo afloró ese instinto de renovarse, reponerse y sobrevivir. Todo bajo una presión que parece ser distinta a la del resto. “Vivimos jugando finales en este club, es día a día. Tenemos que ser fuertes en lo físico pero mucho más en lo mental porque no se deja de hablar un segundo de este club, es difícil acostumbrarse pero somos conscientes de eso”, contó Figal en las últimas horas.
En julio el club prescindió de Battaglia. Y en medio del caos tras la eliminación con Corinthians (la gran deuda internacional del club desde hace más de una década), Hugo Ibarra tomó el timón. Se fueron Carlos Izquierdoz y Eduardo Salvio. Se lesionaron Villa, Zeballos y Marcos Rojo. Se pelearon en el túnel de la cancha de Racing Zambrano y Benedetto. ¿Y Boca? Siguió compitiendo, con el valor agregado en este caso de varios juveniles que dieron la cara en un momento caliente: Sández, Aranda, Varela, Medina, Langoni y Morales, entre otros con menos minutos, irrumpieron en encuentros clave. Todos los chicos subieron para auxiliar a la Primera mientras la Reserva también se consagraba bicampeona.
En cuanto a las decisiones que se tomaron, la idea fue una transición hasta el final de la temporada, ya con el boleto internacional desde mayo y con la chance de evaluar juveniles y futbolistas hasta noviembre. Pero incluso en una planificación sin obligaciones de títulos (”Nosotros no somos candidatos, estamos para competir”, dijo Ibarra antes de un Superclásico) Boca se metió en la discusión de nuevo. En esta Liga Profesional pero también en la Copa Argentina, en la que cumplió con pasar de ronda y ahora aguarda en semifinales a Patronato para buscar otra final en el año. La que ya tiene asegurada es la del Trofeo de Campeones, por haber ganado la Copa de la Liga. ¿Contra quién? Si hoy sale campeón, jugará ante Racing o Tigre la final. Si el que sale campeón es el conjunto de Avellaneda, entonces la última final del año será ante los de Fernando Gago.
Racing sueña y espera una ayuda
También Racing dice presente siempre. Se ha acostumbrado a pelear en los últimos años y se ha animado a plantarse cara a cara contra River y Boca. Las muchas y consecutivas buenas temporadas pusieron al elenco de Avellaneda indiscutidamente en el podio de los mejores del país. Pero le ha faltado algo para dar el salto a la Academia, no se acostumbró a ganar, más allá de los grandes planteles con los que ha contado. Y eso buscará hoy: arrebatarle el campeonato a Boca.
En el primer semestre fueron duras las eliminaciones de la copa local contra Boca en definición por penales, de la Copa Sudamericana tras caer frente a River de Montevideo en el Cilindro y de la Copa Argentina ante Agropecuario de Carlos Casares. Hubo malestar en los hinchas y un pedido unánime: luchar el campeonato local, ese que tendría a River y a Boca con la cabeza puesta en los octavos de final de la Copa Libertadores. Pero nunca se pudo escapar la Academia y tan solo fue puntero dos días: desde que Boca perdió contra Newell’s y hasta que le ganó a Gimnasia en La Plata.
Así, fue irregular el andar de Racing en el torneo. Es muy bueno, en cambio, el rendimiento en la recta final. Por eso el equipo que comanda Gago está prendido y expectante. Y tiene argumentos futbolísticos con qué sustentar la ilusión.
El primero es que Racing fue el que más puntos sumó en el año y, por lo tanto, se lo podría considerar el mejor de ese período. Tiene un juego ofensivo y estético la Academia; es el que mejor ataca en el país. Es cierto que ha sufrido mucho la falta de contundencia y dependió demasiado de los goles de Enzo Copetti, que festejó 11 veces en el campeonato. El segundo más goleador es Matías Rojas, con 4, seguido por Carlos Alcaraz y Emiliano Vecchio, con 3.
Al igual que Boca, el conjunto de Avellaneda debió sortear distintas lesiones. Gago no pudo contar con Gabriel Arias en las primeras 12 fechas y perdió a Emiliano Vecchio en la recta final por una lesión ligamentaria. Pero siempre apareció un suplente para dar la cara. Creció el nivel de Carbonero en las últimas jornadas y Rojas encontró regularidad. Vale recordar que en el comienzo los titulares eran Chancalay y Hauche.
Aníbal Moreno es quien le puede competir a Copetti el rótulo de mejor jugador del torneo. El ex Newell’s dio un salto de calidad en su juego y es el que más jugó (25 de 26 partidos).
Sueña Racing con su fútbol ofensivo y su idea clara. Sueña y espera una ayuda de Independiente.
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Serán los efectivos afectados al operativo conjunto entre los organismos de seguridad de Ciudad y Provincia para los dos partidos. Hay alerta por posibles cruces de hinchas por la cercanía de las canchas.