En plena transformación del mundo del trabajo, las empresas enfrentan una creciente dificultad para retener a los empleados más jóvenes. El regreso obligatorio a la presencialidad, impulsado por muchos líderes tradicionales, choca con las expectativas de la Generación Z, que prioriza la flexibilidad, el aprendizaje continuo y el equilibrio personal.
La presencialidad laboral ya no es sinónimo de compromiso ni productividad para una generación que creció en un entorno digital e hiperconectado. Según un estudio de Adecco, el 65% de los jóvenes no está dispuesto a trabajar en empresas que imponen la presencialidad absoluta, y el 73% elige empleadores con compromiso social y propuestas innovadoras.
Flexibilidad vs control: el nuevo punto de fricción
El modelo de oficina tradicional entra en crisis frente a nuevos esquemas de trabajo. Para los talentos jóvenes, la autonomía y el uso eficiente del tiempo pesan más que la supervisión presencial.
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