Mientras padecemos un presente difícil, signado por aceleración de transformaciones, transiciones complejas y una pandemia resistente, todos los días crecen y se desarrollan iniciativas y proyectos que se hacen cargo de la misión de crear futuro. Son manifestaciones diversas de talento, innovación y capacidad de cooperación humanas. No responden a fórmulas mágicas, designios del destino, expresiones de la suerte y ni siquiera se explican sólo por la disposición de recursos o dinero. Se tratan, más bien, de emprendimientos con distintas características y dimensiones pero que tienen una energía común enfocada en desafiar los estándares del presente y consagrarse a la paciente tarea de construir nuevos caminos que aporten soluciones a problemas humanos.
En su libro Originales: cómo los inconformes mueven el mundo, Adam Grant explica con múltiples testimonios que los portadores de riesgos son los que desencadenan la indispensable tarea de cambiar todo lo establecido, sistemas, productos y mecanismos que suelen arreglárselas para perdurar, a pesar de ofrecer rendimientos y resultados decrecientes en diferentes asuntos humanos. Esos inconformistas nos ayudan a liberarnos de límites imaginarios, esos que muchas veces nos aportan cierta seguridad, nos protegen frente al miedo a lo desconocido y, en el peor de los casos, nos convierten en rehenes de un juego de intereses creados.
Pero tarde o temprano el cambio y la evolución se imponen, porque son parte esencial de la condición humana. Y en un mundo de aceleración de las fuerzas que impulsan cambios, la construcción de futuro emerge como el combustible cada vez más necesario para habilitar nuevas oportunidades de bienestar personal y progreso colectivo. No se trata ya de grandes gobiernos, poderosas multinacionales o líderes sobrenaturales. La innovación social como movimiento se explica por millones de hacedores y equipos de entusiastas agentes de cambio que día a día se entregan a la construcción de proyectos de futuro.
Si hacemos zoom en la maraña de problemas, incertidumbres y resistencias al cambio que nos rodean veremos, en el país y en el mundo, expresiones de determinación innovadora que derrotan prejuicios, expanden los límites de lo posible y van configurando posibilidades reales para eso que solemos considerar “futuros imaginados”. Esta nota es un homenaje no exhaustivo a ese entramado de voluntades que, como tantas veces en la historia de la Humanidad, hará nuestra vida mejor en las próximas décadas.
Es el caso de Potrero Digital, una escuela de oficios digitales orientada a la integración social. La conjunción de cabezas creativas, como Juan José Campanella, y actores sociales de fuerte legitimidad, como Fundación Compromiso y Cooperativa La Juanita, es capaz de encontrar semejante atajo a la misión de formar personas de sectores más vulnerables para las nuevas actividades y trabajos basados en tecnologías. Arrancar por el centro de la postergación argentina como La Matanza y estar embarcados en la construcción de una Red de Escuelas en todo el país, con sedes ya en Morón y Mendoza, es una muestra de la energía vital de esta iniciativa educativa. Llevar la formación en nuevas habilidades a los sitios donde la pobreza y la desigualdad hace estragos, es una proeza admirable.
Es también el caso de Umana, organización creada para potenciar el acceso de las personas a los servicios de salud a través de una red de prestadores que deciden priorizar la relación entre médicos y pacientes (más de 20 mil beneficiarios ya), haciendo mucho más inclusiva la atención al eliminar costosas e ineficientes intermediaciones. Creada por un emprendedor social, el médico ginecólogo Jorge Gronda, es capaz de romper con categorías como obras sociales o medicinas prepagas, demostrando que si disponemos de los profesionales de salud y la vocación por la vida humana, podemos crear sistemas empáticos y viables sin pedirle todo al Estado.
La misma dinámica está presente en RIL, Red de Innovación Local, creada por la changemaker Delfina Irazusta junto a un equipo de entusiastas personas. Bajo la consigna de que las soluciones a muchos de nuestros problemas se pueden incubar e implementar a escala local, en las comunidades a lo largo y ancho del país, se proponen ayudar a los equipos de gobierno municipales en el desafío de liderar los procesos de cambio e innovación para construir bienestar y progreso. Metodologías de gestión, talleres de aprendizaje colaborativo y un laboratorio de soluciones innovadoras hacen de este espacio una fuente inagotable de recursos para enriquecer y empoderar a los funcionarios locales, en un país que lo necesita a gritos.
3C Construcciones es la creación del cordobés Lucas Recalde, soñador del fin de la pobreza sin dádivas ni subsidios. Capaz de dar forma a esta empresa de triple impacto que propone una tecnología productiva y social para fabricar viviendas en plantas descentralizadas usando como materia prima principal a las botellas de plástico que solemos considerar como basura. Con convenios con varios Municipios y empresas, 3C avanza en su visión de construir un ecosistema de entramados socio productivos que ofrezcan oportunidad de trabajo digno a miles de personas al mismo tiempo que nuevas soluciones habitacionales aptas para combatir el enorme déficit en la materia.
Tomorrow Foods es uno de los exponentes del movimiento creciente de startups basadas en hallazgos científicos. Combinar ciencia y emprendimiento es una de las apuestas más fuertes para construir un mundo mejor. Y combatir las restricciones de calidad y cantidad de alimentos en el mundo a partir de nuevos productos basados en proteínas de plantas es un camino cada día más real y accesible. Tomorrow Foods ya comercializa su primer logro científico – industrial (con el apoyo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial y la aceleración de Grid Exponencial): el polvo generado a partir de las proteínas de arvejas para utilizar en distintas elaboraciones alimenticias. Producir dicho polvo a escala industrial y replicar la innovación con porotos, garbanzos, lentejas y arroz, aparecen como los desafíos inmediatos de esta compañía en el sector que promete un salto disruptivo en la capacidad para alimentar con mejor acceso y valor nutricional a la población mundial.
Como siempre, argentinos inconformistas también son capaces de protagonizar historias de cambio y futuro a escala global. Como el caso de Pachama, creada por el emprendedor tucumano Diego Saéz Gil e invertida por estrellas del mundo de los nuevos negocios, como Paul Graham, Jeff Bezos, Tobi Lutke y muchos otros. Convertir al amor por la naturaleza en una plataforma para que la ciencia y la tecnología más avanzada (inteligencia artificial y aprendizaje profundo) puedan mejorar los mercados de disminución de emisiones de carbono restaurando bosques y ecosistemas, es el mantra de esta compañía innovadora. La tecnología permite detectar y medir proyectos que mejoran los bosques en el mundo y conectarlos con personas y empresas que desean apoyarlos. Pachama está haciendo que sea más fácil y veloz el imperativo de salvar el Planeta Tierra.
Sólo una pequeña muestra del arsenal de iniciativas que abren nuevos caminos y soluciones, aún en las situaciones más difíciles y bajo serios riesgos de que los vientos del pesimismo nos lleven al inmovilismo y la queja crónica. No hay dudas que tenemos un tiempo difícil en el mundo post Pandemia, pero mientras haya este tipo de inconformistas apalancados en tecnologías, equipos motivados y buen management, un futuro mejor nos espera.
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