Romelu Lukaku se enfrenta a dos nuevos desafíos: triunfar en su regreso al Chelsea, club en el que hizo su primera experiencia europea fuera de su país natal, y, además, ponerle fin a la maldición que tiene la camiseta número 9 con los delanteros del equipo londinense.
El Búfalo, compañero y socio del argentino Lautaro Martínez en el ataque del Inter de Milan, fue adquirido por una cifra que ronda los 115 millones de euros, y volverá a jugar en Stamford Bridge ya que fue parte del plantel londinense en las temporadas 2011/2012 y 2013/2014.
Sin vueltas para la elección del número, el goleador oriundo de Bélgica se decidió por el mismo dorsal que utilizaba en el campeón del Calcio, su anterior club. Quizá lo que no sabía Lukaku era la historia que hay detrás de esa camiseta, que lleva una carga extra en la que acumula una racha negativa con escasos goles a favor para la mayoría de los jugadores que se animaron a usarla.
Lukaku con la 9 del Chelsea, el campeón de la Champions League busca más gloria de la mano del belga.
Lukaku podría ser el jugador que rompa con ese maleficio, que incluye a grandísimos goleadores del fútbol internacional y entre ellos a uno que rindió con creces en la Selección Argentina.
La leyenda de la camiseta de la mala suerte comenzó en el año 1999 y aún se mantiene vigente. Quien abrió esta mística y contundente teoría fue el inglés Chris Sutton, quien marcó solo 3 goles en 39 partidos, siendo el refuerzo estrella de esa temporada.
En las temporadas 2004-2005 volvió a darse un caso similar: el serbio Mateja Kezman, convirtió 4 goles en 25 partidos y luego fue cedido al Atlético de Madrid.
Como si fuera poco, al año siguiente, el defensor Khalid Boulahrouz decidió usar la camiseta número 9 (como para romper con ese paradigma) y sufrió una lesión que lo hizo jugar apenas 20 partidos en toda la competencia.
La camiseta ya parecía un objeto de cuidado para los delanteros, hasta que en 2007 decidió usarla el mediocampista Steve Sidwell, a quien tampoco le fue bien: nunca se asentó como titular y jugó solo 25 partidos en el año.
En el 2008, el argentino Franco Di Santo (hoy en San Lorenzo) hizo sus primeras apariciones en el equipo con el dorsal número 9: en 16 partidos jugados, siempre ingresando desde el banco de suplentes, no pudo marcar.
El argentino Franco Di Santo no tuvo un paso éxitoso por el club londinense (WEB)
La camiseta número 9 descansó por tres años. El siguiente corajudo que se le animó fue el español Fernando Torrés, que cerró una discreta performance al marcar 45 goles en 172 partidos. La cifra contrasta con el número que había cerrado en Liverpool: 81 tantos en 142 juegos.
En el 2015, luego de que Torres dejara el club, fue el colombiano Radamel Falcao el que aceptó utilizarla. Y volvieron los números rojos para la 9 de Les Blues: el ex River sufrió muchas lesiones, pudo jugar solo 12 partidos y marcó un solo gol.
Radamel Falcao se lesionó mientras jugaba para el Chelsea y no pudo demostrar su potencial (WEB).
El desafío llegó a manos de otro español, Álvaro Morata. En 2017, el ex Real Madrid y Juventus (donde se cansó de mandarla al fondo de la red) aceptó ponerse la 9 y solo marcó 15 goles. Dicen que “soldado que huye sirve para otra batalla”, quizá por eso para su segunda temporada en el equipo londinense pasó a usar la número 29. Pero ya era tarde: solo metió 5 goles más.
Pero a este recorrido de frustraciones y fallidos le falta otro argentino, un artillero que se cansó de meter goles en cada equipo donde jugo… salvo en el Chelsea. Es el caso de Gonzalo Higuaín. El Pipita, sinónimo del típico 9, quiso romper con la mala fama que llevaba el número que lo hizo famoso. Pero la suerte no estuvo de su lado. En sus seis meses en el Chelsea jugó 19 partidos y solo anotó en cinco ocasiones.
Gonzalo Higuaín del Chelsea celebra la anotación de un gol ante el Burnley durante un partido de la Premier League.
Foto: EFE/Andy Rain
¿Podrá Lukaku romper con la malaria? El belga se le anima a todo. Es que si bien ya estuvo en el Chelsea cuando comenzaba su carrera, nunca pudo marcar un gol con la camiseta que lo hizo famoso en Inglaterra. Nadie mejor que él para terminar con la mufa.