
El color que elegimos al vestir dice mucho más de lo que imaginamos. Según la psicología del color, cada tono tiene la capacidad de despertar emociones, proyectar rasgos de personalidad e incluso influir en cómo los demás nos perciben.
Por eso, cuando se trata de elegancia, la respuesta no siempre está en el clásico negro. Los especialistas sostienen que dos colores en particular reflejan de manera más precisa la sofisticación y el equilibrio emocional: el blanco y el azul marino.
El blanco es sinónimo de pureza, limpieza y frescura. Está asociado a la transparencia, la objetividad y la honestidad, cualidades que transmiten una elegancia natural y serena.
Además, quienes lo eligen suelen buscar proyectar perfección y claridad en su estilo personal.
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