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Pavón y Zambrano casi se van a las manos en el banco

Boca perdía desde temprano en Avellaneda, aunque en la primera parte, sobre todo, había hecho méritos suficientes como para al menos empatar. Sin embargo, poco de eso pudo arrastrar al segundo tiempo, donde con el correr de los minutos fue quedando presa del nerviosismo y todo explotó en el mismísimo banco de suplentes, a metros de Sebastián Battaglia, cuando Cristian Pavón y Carlos Zambrano casi se van a las manos.

Iban 15 minutos del complemento cuando el DT decidió mandar a la cancha a Edwin Cardona y Luis Vázquez en reemplazo de Agustín Almendra y Pavón. Lo que quedó claro al ver los semblantes de quienes salían fue que el cambio no les gustó nada.

Hasta ahí, nada del otro mundo, más que la molestia de dos competidores natos por tener que dejar su lugar y no poder aportar a la búsqueda de la igualdad. Lo peor llegaría después.

Pavón ocupó uno de los asientos del banco del Libertadores de América, no sin antes golpear reiteradas veces el techo del mismo. A continuación, tomó dos botellas de agua y las arrojó al piso de la bronca. Con la segunda de ellas, mojó a Zambrano, que estaba sentado a su lado.

Zambrano, contenido por sus compañeros en el banco cuando iba a encarar a Pavón. Foto Captura TV

Zambrano, contenido por sus compañeros en el banco cuando iba a encarar a Pavón. Foto Captura TV

El peruano lo miró incrédulo y le recriminó que tuviera más cuidado. Ahí la discusión empezó a levantar temperatura, cruzaron insultos y en más de una ocasión uno de los dos se levantó como para acercarse al otro. Intervinieron terceros, como Fernando Gayoso (entrenador de arqueros) o Javier García, para calmar las aguas. También Diego González, que por meterse casi se termina trenzando también con Pavón.

Fueron varios minutos de caos en el banco, y aunque luego Zambrano y Pavón terminaron disculpándose entre sí, se trató de un reflejo de lo que luego se vio también adentro de la cancha: un Boca nervioso, con jugadores que se reprocharon acciones entre sí, que se quejaron en varios pasajes del partido, con malas caras y fastidios propios de una noche en la que las cosas no salían.

Todo se “coronó” con la expulsión de Izquierdoz, a los 36 minutos de ese segundo tiempo. Boca, para entonces, ya se estaba yendo de partido con más de una patada y la frustración de no encontrar cómo llegar al empate.

A Battaglia se le viene una final de Copa Argentina que bien puede terminar de decidir su futuro: deberá estar atento a corregir estos detalles tanto como los del juego propiamente dicho.

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