
Desde tiempos remotos, las estrellas fugaces han cautivado a la humanidad, generando un vínculo entre la observación del cielo y los deseos más profundos.
Cada vez que una de estas luces cruzan el firmamento, millones de personas repiten el mismo ritual: cerrar los ojos y pedir un deseo.
Pero, ¿qué hay detrás de este gesto? Mientras la ciencia explica el fenómeno, la tradición lo envuelve de misterio y simbolismo.
En realidad, una estrella fugaz no es una estrella, sino un meteoroide: una partícula de polvo o roca espacial que, al entrar a gran velocidad en la atmósfera terrestre, se desintegra y genera el brillante destello que vemos en el cielo.
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