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“Vengo caminando 25 cuadras desde mi casa, no me quiero tomar el transporte público para venir a trabajar”, dice María, la vendedora de un local de ropa femenina del Alto Palermo. Tiene 33 años y hace cinco que trabaja en ese local. Desde marzo, la cuarentena que decidió el gobierno nacional hizo cerrar los 79 centros comerciales que hay en el país. De a poco, en varias provincias fueron abriendo. Pero hubo que esperar a hoy a las 12 en punto para que los 17 shoppings ubicados en la Ciudad de Buenos Aires volvieran a tener actividad.
En los siete meses que cerraron, las ventas totales de los centros comerciales en todo el país, relevadas en julio de este año, alcanzaron los 4.297,1 millones de pesos, que representa una caída de 73,0% respecto al mismo mes del año anterior. De los 6.136 locales, 3780 se encontraban funcionando para esa fecha. El resto, cerrados. Ahora, la llegada del Día de la Madre abre una esperanza para todos ellos.
El jefe de gabinete porteño Felipe Miguel señaló sobre la reapertura: “Sabemos que hay una necesidad muy grande por parte de los locales de poder abrir nuevamente después de tantos meses, sobre todo ahora que viene el Día de la Madre. Hace meses que veníamos trabajando junto al sector, porque sabemos que detrás de cada puesto de trabajo que se vuelve a habilitar, hay familias enteras que dependen de ese ingreso. Que podamos dar este paso es gracias a la estabilidad en la situación sanitaria y al enorme compromiso que vienen demostrando los vecinos y los comerciantes en cada apertura”.
La resolución 284/2020 autoriza la reapertura mediante la implementación del protocolo. En su punto 3, aclara quienes están exentos de ir a trabajar: “están dispensadas del deber de asistencia al lugar de trabajo, de acuerdo a lo establecido por el Poder Ejecutivo Nacional, a través de la Resolución N° 207/2020 del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, en su artículo 1°, y sus modificatorias, las siguientes personas incluidas en los grupos en riesgo y aquellas cuya presencia en el hogar resulte indispensable para el cuidado del niño, niña o adolescente a saber: a. Trabajadores y trabajadoras mayores de sesenta (60) años de edad, excepto que sean considerados “personal esencial para el adecuado funcionamiento del establecimiento”. Se considerará “personal esencial” a todos los trabajadores del sector salud. b. Trabajadoras embarazadas c. Trabajadores y trabajadoras incluidos en los grupos en riesgo que define la autoridad sanitaria nacional.
El tradicional shopping de la avenida Santa Fe y Coronel Díaz, que cuenta con 137 locales y unas 60 islas en los pasillos, es la fuente de empleo de 1500 personas. A María, cuando comenzó la cuarentena su empresa la trasladó a una oficina, para ayudar con el e-commerce. De todas formas, explica, “aunque por suerte la gente adoptó bastante esa modalidad, no eran las mismas ventas que acá en el shopping”. Ella dice que no tiene miedo. “Me cuido, porque tengo pareja”. A su lado tiene un frasco de alcohol en gel. En la vidriera un cartel advierte que sólo podrán ingresar tres personas a la vez. Y cuenta, además, que “la gente no se podrá probar las prendas. Y siempre vamos a intentar ofrecer ropa que esté en el depósito, para que no se manipule tanto lo que está colgado. De todas maneras, ya hace rato que los locales que están acá alrededor en la avenida Santa Fe estaban abiertos y no hubo problemas”.
Tanto en el Alto Palermo como en el resto de los 17 centros comerciales de la ciudad se diagramó un operativo especial. Cuatro voluntarios del Ministerio de Desarrollo y Producción porteño caminaban por los pasillos para que eso se cumpliera. Otros cuatro estaban en los ingresos. Horario de 12 a 20 horas, vallas móviles, cámara para tomar la temperatura, alfombras sanitizantes, pisos señalizados, sentido único de circulación y alcohol en gel en dispensadores ubicados por los pasillos son parte ahora del paisaje. Por supuesto, el patio de comidas sólo funciona con el sistema take away y todas las mesas fueron retiradas o dadas vuelta. Y tanto los cines como los juegos infantiles están cerrados. El protocolo que firmó el sector establece que la ocupación debería ser de una persona cada 15 metros cuadrados. Sin embargo, la afluencia de público, en el arranque, fue escasa.
“Es lógico -señala Florencia Cortez, la gerenta del mall que pertenece al grupo que tiene 14 shoppings en todo el país-. En Rosario nos sucedió lo mismo, y luego la gente comenzó a regresar. Acá normalmente en la entrada hay una multitud de personas. Pero debemos cumplir con todos los protocolos que nos exigieron”.
Los centros comerciales más grandes, como Abasto y Dot Baires podrán tener entre 2000 y 2500 personas. El Alto Palermo, Paseo Alcorta, Galerías Pacífico, Parque Brown Factory y Devoto Shopping, entre 1000 y 1400. Patio Bullrich 900 y Village Caballito unas 900. El Solar, Recoleta Urban Mall y Plaza Liners, entre 600 y 650. Y Caballito Shopping y Portal Palermo, entre 370 y 400.
Pero, por otra parte, la proporción de clientesue se iban con una o varias bolsas era alta con respecto a las que ingresaban. Una mujer pasa apurada con dos enormes bolsas. “Tengo que volver a trabajar. Pero aproveché que abrían y me hice una escapada. Vivo en Pilar y allá todavía está todo cerrado”.
“En algún momento se tenía que volver a activar todo esto”, señala Sofía Figueroa, que atiende en un local de ropa infantil. “Además, la gente que vino lo hizo con otra predisposición. Es como que van a venir más para comprar, y no tanto como paseo”. Ella vive en Belgrano, y el traslado se le simplifica: “vengo en bicicleta, pero tengo compañeras que están lejos. Igual, las que son del grupo de riesgo no están trabajando. Por ahora cobran el 75 % ciento del salario, como si estuvieran suspendidas, y se les paga tanto desde la empresa como a través del ATP. Todas estuvimos así en algún momento. Yo volví hace un mes, en un local del Distrito Arcos, que ya estaba abierto porque es al aire libre, y recién el que viene voy a cobrar todo el sueldo completo”.
Sofía dice que no tiene temor al contacto con la gente. “Vivo con mi pareja y mi nena de 3 años. Él nunca dejó de trabajar. Más que miedo al virus, mi opinión es que en algún momento vamos a contagiarnos todos. Además, si en 7 meses no aprendimos a cuidarnos, no sé… Peor fue que en cuarentena a mis ex suegros que tuvieron problemas oncológicos les suspendieron los tratamientos al principio. Mi ex suegra falleció en la casa. Y mi suegro, no solo cargar con lo de la mujer, tuvo dolor de espalda, lo diagnosticaron mal, como si fuera hernia. Cuando lo internaron murió de un infarto y en la resonancia le encontraron algo en los huesos. Eso es peor que el miedo al virus. No hay motivos para que la gente esté encerrada”.
Pero hoy se irá a su casa con una sonrisa. Hace un rato hizo su primera venta. “Estamos felices que volvimos a abrir. La clienta me dijo ‘estaba desesperada por venir’”.
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