Cáceres (España), 10 abr (EFE).- Un ritual tibetano sacralizó este sábado para el espacio que albergará el mayor complejo budista de occidente, en una colina ubicada en la región española de Extremadura (suroeste).
Monjes de esta doctrina espiritual bendijeron el terreno, próximo a la ciudad de Cáceres, mezclándolo con tierra sagrada de Lumbini, ciudad donde nació Buda.
Leña purificada, hierba Kusha (usada en la India a modo de defensa y purificación), semillas de mostaza y ajonjolí, cuajada de leche, carbón y aceite fueron los elementos naturales utilizados en este ritual tibetano, asociados con el aumento de la riqueza, la abundancia y la sabiduría.
Todos ellos son antídotos contra los obstáculos que pueda encontrar en el camino este macroproyecto de templo en un terreno de cien hectáreas, iniciativa de la Fundación Lumbini Garden, en la quinta tierra sagrada budista del planeta y primera fuera del continente asiático, si bien aún deberá esperar a que la UNESCO lo refrende.
Será un punto de encuentro espiritual, coronado por una estatua gigante de Buda de 40 metros de altura en el punto más alto del monte Arropez, al que se prevé peregrinen en el futuro miles de profesantes del budismo.
De momento, el proyecto del Gran Buda ha despertado la curiosidad de senderistas y medios de comunicación que, desde que se anunció el enclave, recorren el camino hacia el mirador del Arropez, un espacio casi virgen donde se pueden disfrutar de espectaculares vistas.
Ese mismo recorrido lo hizo este sábado la delegación nepalí, que llegó el 6 de abril a Extremadura, miembros de la Fundación Lumbini Garden, autoridades y un grupo de curiosos que fueron testigos de un ritual que aportó un halo de misterio a un enclave definido entre eucaliptos, encinas y mucha retama, adornada por una explosión de flores de jara, típica vegetación mediterránea.
Un espacio donde el silencio habitual se rompió por los sonidos tibetanos, para subrayar las salmodias que se pronunciaban en todo momento, en la denominada “Ceremonia del fuego pacífica” destinada a sacralizar un terreno (de propiedad municipal), que ya quedará ligado para siempre a este camino espiritual que conducirá a erigir el mayor templo budista de Europa.
La ceremonia comenzó a mediodía con un rito que “sirve para presentarnos a las deidades que habitan este entorno, para que nos ayuden a evitar los obstáculos que puedan surgir en el futuro en esta aventura de construcción del templo budista “, en palabras de Ricardo Guerrero, patrono de la fundación y responsable de relaciones institucionales y asuntos religiosos.
La sonoterapia tibetana, que invita a la armonía con el entorno, se vio contaminada en algún momento por el funcionamiento de una cantera próxima, cuyas máquinas generaron ruido con el triturado de los áridos.
La delegación nepalí, encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional del país, Ganesh Prasad Timilsina, y la embajadora de Nepal en España, Dawa Futi Sherpa, además de presenciar el ritual también participaron en la plantación de un pipal (Ficus religiosa, árbol del Bodhi), especie bajo la que Buda alcanzó la iluminación, y una encina, simbólica de la dehesa extremeña, entregada por la alcadesa de Cáceres en funciones, María José Pulido.
Prasad Timilsina subrayó la importancia de este día, porque “este proyecto mejorará las relaciones entre España y Nepal y entre Asia y Europa, con un mensaje de paz que es el mismo que legó Buda hace más de 2.500 años”.
Los registros en lengua tibetana, propios de la tradición más rayana del budismo, sonaron durante una hora.Todos los asistentes pudieron participar en la ceremonia con granitos de carbón para avivar el fuego de un ritual que supuso la colocación figurada de la primera piedra del macroproyecto, que espera poder comenzar a ejecutarse en 2023.
Eduardo Villanueva